Cap. 56 No te contengas, se salvaje.

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James Smith

Los recuerdos de la noche en Nueva Orleans le invadían la mente, cuando lo despertó porque no aguantaba su deseo y lo folló descaradamente como ninguna mujer lo había hecho. Excitado seguía escuchándola sin poder decir una palabra, ahora mismo su cuerpo hablaba por él. Su miembro ya comenzaba a endurecerse con ganas de más. No quería detenerla, en estos momentos se dejaría hacer por esta mujer lo que sea. Quería besarla, pero su ceño se frunce y sus intenciones quedan neutras conforme continua escuchándola, la idea de jugar es que ella se sienta excitada y no frustrada como parece estar. Suele descifrarla, conocer sus emociones, pero en estos momentos no podía descubrir si su novia estaba excitada, molesta o ambas.

Quería tomar el control para aclarar la situación, pero ella no le dejó. Y, aunque siempre le ha gustado y excitado ese lado de ella feroz y provocador, a veces también le resulta frustrante. Sus pensamientos vuelven a ser distraídos por ese beso ardiente que lo calentó más de lo que ya estaba. Se sentía como si el auto en el que recorrían las calles, estuviera prendido en llamas, que los arropaban por completo.

"¿Manipularla?, ¿De que habla?"

" ¿Te sientes bien al tomar el control? ¿Tenerme debajo de ti?"

Pensaba asustado y desconcertado. Tenía miedo de haberle dado una idea muy equivocada de él. Siempre ha sido muy posesivo, pero con ella de verdad intenta dejarse llevar. Incluso le ha permitido cosas que a otras mujeres nunca...

"¿Tienes idea de cuantas veces me he prometido no volver a dar iniciativa?"

"No, no, no. Eso está mal."

Seguía pensando. Sentía sus caricias, pero su razón y excitacion ya no estaban conectadas. Aunque su cuerpo reaccionaba su mente no le dejaba concentrarse en el placer. La miraba desconcertado e igual de desafiante intentado procesar todo lo que acaba de hacerle y decirle.

"!Que no está enojada! ¡Por su puesto que lo está! A mi no me engaña. La conozco."

Se decía a sí mismo y esto último le permitió darse cuenta de que en realidad no estaba enojada con él. Solo está herida, lo ve en sus ojos llenos de un oculto desafío. Ha sido un día duro, y aunque ella sea fuerte no es de piedra. Esconde siempre la angustia detrás de la rabia desde el primer día en que la conoció. No dispuesto a dejar las cosas así, decide responderle con la mejor manera en la que ambos saben comunicarse. Deseo. Coloca una mano alrededor de su cuello con posesión, pero teniendo cuidado de no lastimarla. La atrae nuevamente hacia él, lo más cerca posible para que pudiera sentir su aliento, su agitada respiración, como respuesta de todas las emociones que ella le provocaba.

Atrapa entre sus dientes su labio inferior y tira de él con mucha sensualidad, sin dejar de mirarla mientras su mano libre se paseaba por una de sus piernas hasta que encontró la abertura de su vestido, la entrada al paraíso. Sin decir más, llevo la mano al interior de sus muslos, haciendo pequeños círculos con sus dedos, sentía su suave piel erizarse y estremecerte bajo el delicado toque que dejaba cerca de su sexo. Al contrario de lo que ella cree, se siente ansioso, está casi volviéndose loco, lo único que quisiera en estos momentos es callarla a besos y fundirse en su interior, hasta que ninguno de los dos recuerde sus nombres. Pero por los estupidos juegos ella ahora a puesto una pared y nunca la tocaría si ella no lo desea en ese mismo instante.

-No pienso en otras mujeres cuando hago cosas contigo, mi mente no me lo permite.

Dijo como respuesta a su comentario de las otras mujeres. Conocía su cuerpo, sabía cómo encontrar todo lo que quería, podría incluso con los ojos cerrados. Puso la palma de su mano sobre su sexo, dejándola quieta ahí. Solo dándole calor a su lugar favorito en este mundo y sintiendo toda esa humedad.

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