Cap. 59 Asesinos, drogas y un pasado pertubardor (parte 1)

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Ivy Carter

Intentaba dejarse llevar por el placer, por el amor que le tiene a este hombre y que una vez más le demostraba que no se rendiría con ella. Sus palabras lo demostraron al devolverle sus frases de aquella reconciliación en Nueva Orleans.

"Te amo. No se que tengas pero nunca voy a abandonarte."

Tenía las palabras dándole vueltas por la cabeza. A veces no le gusta que la conozca tan bien. Resulta frustrante. Encontrar sus ojos con los de él la reconfortaban de paz, un intenso marrón y una mirada que expresaba lujuria y nostalgia. En cuanto le pidió que se perdiera con él su instinto salvaje se despertó. Porque efectivamente quiere perderse con él, quiere sentirlo y recordar que se aman, quiere recordar que no está sola, pero tampoco quiere arrastrarlo al suelo con ella.

El lubricante comenzaba a hacer su efecto. Sentía un calor intenso y las alucinaciones de la droga la elevaban aún más. Esa manera en que la tomó por el pelo la enloquecían y cuando al fin entró, ella soltó un gustoso gemido, mientras las manos que aún tenía atadas, las tenía arrugando las sábanas debajo de ellos. Más que doloroso era placentero, el lubricante además de brindarle calor facilitaba que pudiera entrar más fácil, pero la droga comenzaba hacerla sentir mucho más perdida, tanto en el placer como en sus negativos pensamientos, por lo que al poco rato movía la cadera contra él buscando un poco más de dolor y placer para poder distraerse. Esos azotes la hacían gritar completamente perdida. Dejó caer el resto de su cuerpo sobre la cama pues comenzaba a pesarle por el cansancio.

El orgasmo anterior a pesar de haber sido intenso la había dejado con ganas de más y su novio si que estaba complaciéndola. Su trasero ardía por los azotes, ya podía imaginar que tan roja le había dejado la piel, pero definitivamente no quiere parar, la sensación es tan deliciosa que por poco logra olvidarse de todo. El dolor si estaba presente, el cansancio, el sudor, pero estaba disfrutando de ello cómo le pidió su novio, solamente quiere pensar que este momento es para ambos y nadie más.

Escuchar a su novio gruñir y gemir tan perdido como ella lograba sacarla de este mundo. Para ella no existe mejor sonido que escucharlo expresar su placer cuando esta dentro. Sus largos dedos la estaban volviendo loca. Esos movimientos tan excitantes y tan únicos, la hicieron gruñir de placer apretando con más fuerza las sábanas. Sus ojos se viraron tornándose levemente blancos en cuanto su novio comenzó a insistir sobre su punto G. Definitivamente se sentía perdida. James estaba atormentando dentro de su vagina con sus largos dedos y esa presión que aplicaba en ese punto, poco a poco la hacía sentir unas ganas intensas de querer ir al baño, justo como le había ocurrido anteriormente.

En un momento pensó en qué tal vez debía detenerlo, tal vez tanto alcohol la hacían tener ganas de querer hacer pipí. Hizo un poco más de presión como si buscara retener esas ganas y a los pocos segundos, como si le hubiera leído la mente, su novio le pide que se relaje y que confíe en él nuevamente. Justo como la primera vez. Suelta un gemido obedeciendo y se deja llevar sintiendo de nuevo su persistencia en acariciarle ese punto, hasta que poco a poco la piel se le eriza por tanta excitación, el calor de su entrepierna se extiende por todo su cuerpo y unos minutos después tiene un delicioso orgasmo que la hace expulsar fluidos a chorros sobre la cama, gruñendo de placer y escondiendo la cara entre las sábanas, mientras sus manos apretaban la almohadas y alzaba más su trasero buscando prologarse un poco más.

El orgasmo había sido tan liberador que más que sentir un delicioso placer, lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y la tristeza le invadió casi de inmediato. Logró liberar las emociones que la estaban aprisionando, pero definitivamente no se esperaba llorar, ni mucho menos hacerlo sin poder controlarlo...

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