50. "¡Os voy a matar, malditos Weasleys!"

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Aviso: en este capítulo hay escenas +18 que pueden resultar incómodas para el lector. Si no te sientes comod@ leyendo, siempre puedes saltarte el capítulo y pedirme un resumen o saltarte solo esa parte.
Besitos y espero que os guste <3








Una luz golpeó contra mis párpados con tal intensidad que un gruñido salió de mis labios. Me di la vuelta sin abrir los ojos, y noté como mi cuerpo se chocaba con otro, y mi rostro se enterraba en su pecho. Un brazo rodeó mi cintura, y no pude evitar sonreír. ¿Habían pasado tan rápido las dos semanas ya tan rápido? No me podía creer que ya estuviese en los brazos de Ced de nuevo. Aspiré su aroma sin pensarlo.

Y abrí los ojos rápidamente.

Ese no era el olor de Cedric.

—¡AH!

Mi culo se encontró en el suelo cuando pegué un salto del susto al ver que la persona que estaba a mi lado no era Cedric. George se despertó rápidamente por mi chillido, y se incorporó en el sofá para mirarme tumbada boca arriba en el suelo.

Espera... ¿sofá?

Miré a mi alrededor como loca, dándome cuenta de que estaba en la sala común de Gryffindor, tumbada concretamente en uno de sus sofás rojos hasta hace unos segundos. Fruncí el ceño y me miré a mí misma. Me había puesto el mismo vestido rojo que llevé para la fiesta en este mismo lugar, solo que meses atrás. Estaba ahora arrugado, lleno de manchas que no podía reconocer y subido casi hasta el final de mis muslos. Me lo estiré rápidamente, sintiendo como mis mejillas se ponían del mismo color que la tela. Al intentar pasarme una mano por el pelo, me encontré con que éste estaba tapado con un gorro de Papá Noel.

—¿Qué narices ha...?—mi pregunta fue interrumpida por unas incontrolables carcajadas que salieron de mis labios en cuanto miré a George.

Éste tenía pintadas alrededor de los ojos unas gafas redondas y por encima de sus labios un bigote. Los recuerdos de cómo había cogido un rotulador permanente y le había pintado la cara aparecieron en mi cabeza.

—Tienes que estar bromeando.—bufó George, dirigiéndose al espejo más próximo y mirándose en él.

Yo aún seguía tirada en el suelo, pero me dolía la tripa de tanto reírme que ni siquiera me molestaba en despertarme.

—¿Queréis dejar de hacer tanto ruido? Algunos están intentando sobar.—escuchar una voz distinta a la de George hizo que pegase otro salto del susto, pero mi cuerpo se relajó al ver que era Fred, que también se había quedado dormido en uno de los sofás.

Me volvió a entrar un ataque de risa en cuanto vi que él también tenía el rostro pintado, solo que la diferencia es que a el le habían dibujado una mariposa en la cara. Corrección, le había dibujado, pues al instante recordé dibujárselo después que a George.

Al ver que me había dado un ataque de risa mientras le señalaba, Fred imitó a su hermano y se acercó al espejo.

—Oye, para estar borracha no lo hiciste tan mal. —dijo, mirándose en el espejo como si le hubiese maquillado en vez de haberle pintarrajeado la cara.

—Ya sabía yo que en mi interior había un gran artista.

Fred se giró para mirarme.

—¿Qué haces en el suelo? No estarás llorando porque los personajes de los libros no existen como ayer por la noche, ¿verdad? Creía que habíamos superado ya esa fase.

—¿Eso hice? Bueno, tampoco es algo que no haya hecho antes—me encogí de hombros y me incorporé para quedarme sentada en el suelo. Ante tal gesto, mi cabeza empezó a dar vueltas y mi vista se quedó borrosa durante unos segundos.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora