Lloré. Lloré, lloré, lloré y lloré. Lloré durante horas, tal vez días. No lo sabía mi me atrevía a saberlo. No me atrevía a salir de mi habitación más de lo necesario.
Él había sido lo único que había impedido que me hundiese en las aguas más terroríficas y profundas de mi cabeza, él me había ayudado a salir adelante y había sido con él que había compartido momentos inolvidables de mi vida. Pero nunca me había pertenecido. Siempre había estado Cho.
¿Cómo era posible? Me había olvidado por completo de ella desde que empecé mi relación con Cedric, casi parecía que había desaparecido completamente. Y cuando ha vuelto a aparecer a traído una bomba que me ha destrozado. Y se ha llevado a lo único que me ayudaba.
Cedric. Cedric. Cedric. Cedric.
Su nombre había aparecido demasiadas veces en mi cabeza esta semana. No me había atrevido a pronunciarlo ni una sola vez. Si cerraba los ojos, aún podía recordar la sensación de sus labios sobre los míos o de sus brazos rodeándome. Su sonrisa, sus ojos, su risa... Todo dolía cada vez más.
Le había confiado toda mi vida. Todos mis secretos. Y, aunque en mi interior una parte se sentía segura, otra sólo pensaba una y otra vez si él se lo habría contado a alguien. A Cho.
Pensé en hacerle un obliviate muchas veces. Pero no me atrevía a mirarle a la cara. Las veces que me había encontrado con él mis ojos se llenaban de lágrimas siempre. Él intentaba hablar conmigo, pero siempre estaba por ahí Cho, rondando alrededor de Cedric como una mosca. Y cada vez que él se acercaba hacia mi, ella venía con él.
No podía. Simplemente no asimilaba como todo podría haber ocurrido tan rápido. Como, en el intervalo de unas horas, había pasado de estar en la cima de la montaña al más profundo de los pozos.
Algo tendría que haber pasado. Algo tendría que haber hecho.
Pero no se me ocurría nada.
Por mucho que me hubiese comido la cabeza hasta que las sienes me quemasen de dolor, no se me ocurría una explicación lógica a lo que había ocurrido, salvo la obvia: Cedric le había pedido a Cho ir al baile con él para volver con ella. Ese rollo de para poner celoso a Potter no me lo trago ni con agua.
Pero el mal ya estaba hecho. Un día Cedric y yo éramos la pareja ideal, y al próximo solo desconocidos. Nunca pensé que un corazón roto podría doler tanto.
Mi único consuelo eran mis amigos. Las chicas hacían siempre todo lo posible por animarme, soltándome frases como «yo nunca había visto a Cedric tan feliz hasta que estuvo contigo, y ahora con Cho solo esta serio y no habla» o «ya casi no sale con los chicos, esta siempre fumando solo». Escuchar como hablaban de él me dolía. Los gemelos me hacían la vida un poco más feliz porque nunca hablaban de él. Solo gastaban sus bromas de siempre y me hacían reír como nunca. Pero en mi interior solo estaba llorando.
Mi verdadera escapatoria fueron mis entrenamientos con Dumbledore. Tanto cuando entrenaba mis poderes como físicamente, mi mente se quedaba en blanco. No había ni un rastro de Cedric en ese momento. Fue por eso por lo que casi me pasaba todo el día entrenando, y que en el intervalo de una semana hubiese duplicado mi capacidad en todas las pruebas que me ponía Dumbledore. Cada vez controlaba mejor mis poderes y estaba en mejor condición física.
—Hoy vamos a hacer algo distinto—me dijo Dumbledore de en cuanto entré en su despacho y me senté en el asiento frente a su despacho al que ya tam acostumbrada estaba.
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Bajo las estrellas {Cedric Diggory}
Fanfiction«El corazón me latió más deprisa cuando él se giró para que nuestros ojos se encontrasen una vez más, con aquella sonrisa dibujada en sus labios que me volvía tan loca que las piernas me empezaron a temblar. Y entonces extendió su brazo hacia mi, y...