52. La máscara de Cedric Diggory.

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Me gustaría decir que, después del suceso del baño de prefectos todo siguió como antes, incluso mejor.

Pero no lo hizo.

Los días pasaron mucho más rápido de lo que Cedric y yo esperábamos. Y de pronto quedaba una semana para la segunda prueba del torneo de los tres magos. De pronto Cedric, con sus deberes de prefecto, sus entrenamientos para la segunda prueba, sus exámenes y sus deberes, iba alejándose de mi. Y yo me frustraba, queriendo pasar todo el tiempo que tenía con él para animarle y reconfortarle. Pero yo tampoco es que tuviese los días muy tranquilos. A pesar de que no tenía tantos deberes como mis compañeros, los tenía. Y también tenía los entrenamientos con Dumbledore, que cada vez duraban más y eran más duros.

Con todo eso sólo veía a Cedric durante las clases y la comida, donde estábamos todos juntos y donde lo único que podía hacerle era agarrarle de la mano, trazar círculos sobre su palma, apoyarme en su hombro, darle algún beso corto, acariciarle el pelo... Y finalmente llegaba la noche, donde a veces me colaba en su habitación y, totalmente agotados, nos dormíamos abrazados el uno al otro. Sentía que mi único momento de tranquilidad eran aquellos minutos en los que todavía no nos habíamos dormido, pero nos aferrábamos al otro, escuchando sus respiraciones y acariciándole. Yo podía notar lo mucho que me necesitaba, y seguramente el notaría lo mismo de mi parte. Y ambos podíamos notar la frustración del otro por no poder tener el suficiente tiempo. Los primeros minutos de la mañana también eran los mejores. Cuando el mundo todavía no se había despertado. Cuando parecía que solo estábamos nosotros y que no había nada más allá de esas puertas que pudiera estropear ese momento. Cuando yo pasaba mis dedos por su rostro tranquilo, que sabría que se tensaría en cuanto saliéramos por esa puerta.

Todo estaba mal. A ver, no mal. Pero tampoco bien. Le echaba de menos. A pesar de que le tenia a mi lado, había algo que no estaba bien en él. Y mi cabeza siempre volvía a la noche anterior a la primera prueba.

«No lo voy a conseguir» recuerdo que me dijo

«No digas eso, Ced. Claro que lo vas a conseguir. Yo confío en ti...»

«Por favor, no digas eso».

Recuerdo como le abracé. Como el me devolvió el abrazo, aferrándose a mi como si fuera el único pilar que le estuviese sosteniendo.

Esta vez estaba mucho peor. Lo notaba. O tal vez la primera vez no lo noté tanto como ahora. Se le daba muy bien fingir, para mi mala suerte. Siempre le veía con los hombros tensos, pero en sus labios aparecía una sonrisa cuando alguien le hablaba o le preguntaba por la segunda prueba. Soltaba bromas, se reía y se mostraba tan observador como siempre. Ayudaba a los alumnos de primero y segundo, ayudaba a los profesores, ayudaba a nuestros amigos cuando no entendían una tarea...

Él siempre estaba para todos, pero ¿quién estaba para él?

Porque por lo visto yo era la única que se daba cuenta de que todo eso lo estaba fingiendo. De que toda esa alegría de los últimos días solo era una máscara que se tenía que poner a la fuerza para que el resto no viera lo descompuesto que estaba su rostro de verdad.

Y yo quería estar ahí para él. Quería quitarle esa máscara lentamente y con cuidado. Demostrarle que podía confiar en mi. Que yo amo el rostro que había debajo de esa máscara.

Fue por eso porque, él último día antes de la segunda prueba, decidí cancelar todos mis planes. No habría clase hasta tres días después, así que no me molesté ni en estudiar ni en hacer los deberes. Le dije a Dumbledore que hoy no podría entrenar porque estaba muy cansada, y creía que me había hecho un esguince en la pierna.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora