Un día después aún seguía recordando los brazos de Ced rodeándome, como si hubiese ocurrido hace segundos. Mi ropa aún olía a él cuando nos separamos, y me dio demasiada pena quitármela, pero aún así su olor seguía en mis fosas nasales. Mi mente estuvo tan ocupada pensando en aquel momento que ya había pasado un día desde que salí del hospital. Parecía poco, pero yo tenía tan asumido que ayer iba a ser un día crucial en mi vida... y lo ha sido, pero no de la forma que yo pensaba.
Él no había huido. No me había temido ni se había alejado. Me había abrazado.
Seguí pensando en aquello mientras me dirigía al despacho de Dumbledore, y no dejé de pensar en él hasta que mi culo estuvo sentado en la silla frente a él anciano director.
—Tienes buena cara—me dijo, sonriéndome ligeramente.
Mis mejillas se sonrojaron ligeramente.
—Poco a poco—dije.
Él asintió. Llevaba una túnica plateada, en la que incluso se podía esconder su barba canosa debido al parecido del color.
—¿Vamos a empezar ya con los entrenamientos?—pregunté, ansiosa.
Tras lo que había sucedido con Cedric, me sentía como en una nube. Había pasado de estar en lo profundo de un pozo a que alguien me tirase una cuerda y tirase de mi hacia arriba. Y solo quería ir en esa dirección. Por lo tanto, estaba ansiosa por empezar ya a entrenar con Dumbledore y a aprender a controlarme.
—No. Hoy no—me miró a través de sus lentes, esta vez plateadas—. Hoy me gustaría hablar contigo.
—Oh—respondí, ligeramente sorprendida—¿Sobre qué?
—Tus poderes—un escalofrío recorrió mi columna—. Mientras estabas inconsciente, me puse a investigar. Y no te lo quería contar cuando despertaste, pues aún estabas demasiado frágil, pero ahora que estás un poco más estable...
—¿Ha descubierto algo?—pregunté, abriendo los ojos como platos y separando mi espalda del respaldo inconscientemente para apoyar mis codos en su escritorio.
—No estoy seguro, pero tengo una teoría.
—Cuéntemela—cualquier cosa que pudiese ayudar para saber el origen, la razón de mis poderes o cómo controlarlos era más que recibida por mis oídos.
—Los magos y las brujas nacen ya con magia en su interior. A veces puede ser por herencia, pero en el caso de los magos nacidos de muggles se sigue desconociendo la razón de esos poderes. El caso es que todos esos magos y brujas hacen magia, incluso antes de llegar a Hogwarts. Esa magia, claro está, no se suele mostrar mucho, y si se muestra es en el caso de emociones muy fuertes como el miedo, la angustia, la tristeza, la rabia...
Tragué saliva, sin saber muy bien hasta donde quería llegar.
—Todos los niños y niñas han hecho magia alguna vez en sus vidas sin utilizar una varita—me estudió con la mirada, esperando a que llegue a la conclusión antes que él. Pero en mi cabeza solo había más preguntas que respuestas.
—Pero... si todos son capaces de hacer magia sin varita... ¿entonces por qué las utilizamos?
—¡Bingo, Dahlia! Ese es el kit de la cuestión—respondió el con entusiasmo, dando un golpe a la mesa—. De pequeño, yo solía prenderle fuego a las cosas cuando me enfadaba. Y mi hermano y yo hacíamos guerras elevando nuestros juguetes y tirándoselos a otros. Sin embargo...—Dumbledore posó su varita en su escritorio y extendió su anciana mano hacia una pluma, sin llegar a cogerla—. Por mucho que me concentre, no consigo elevar esta pluma en el aire. Y es aquí donde entras tú.
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Bajo las estrellas {Cedric Diggory}
Fanfiction«El corazón me latió más deprisa cuando él se giró para que nuestros ojos se encontrasen una vez más, con aquella sonrisa dibujada en sus labios que me volvía tan loca que las piernas me empezaron a temblar. Y entonces extendió su brazo hacia mi, y...