5. El prefecto de Hufflepuff.

3K 181 159
                                    

Me encontraba en los pasillos de Hogwarts, caminando tranquilamente y abrazando mis libros sobre mi pecho. De pronto escuché risas que venían por detrás, y antes de que me diese tiempo a girarme, dos chicos me pasaron por delante, golpeándome cada uno por un hombro y causando que se me cayesen todos los libros.

—¡Mirad por donde vais!—les grité, enfurecida.

—¿O qué, novata, nos tirarás libros a la cabeza?—dijo uno de los chicos riéndose.

De pronto y ante mis ojos, los chicos soltaron un grito horrorizado. Se habían elevado por los aires tumbados boca abajo y con los calzoncillos hacia arriba, como si un fantasma les hubiese cogido de ahí y les hubiese elevado. Me quedé mirándoles con la boca abierta, sin moverme.

—La próxima vez que la molestéis os la veréis conmigo, ¿entendido?

Yo me giré para escuchar de quién provenía aquella voz tan grave y feroz. Me giré y...

El escenario cambió rápidamente.

De pronto me encontraba en lo que parecía una terraza, pues podía ver perfectamente las estrellas frente a mí. Mis ojos estaban fijos en esas estrellas hasta que escuché el crujido de una madera. No me moví, simplemente me quedé quieta hasta que pude notar una presencia detrás mío. Mi espalda se rozaba con su pecho. Unos dedos recorrieron mi brazo, acariciándolo.

—¿Me echabas de menos, milady?

Me quise girar otra vez, para ver de quién era aquella voz, que era la misma que había escuchado en el otro escenario. Me giré y...

Me desperté rápidamente, con todo el cuerpo sudado. Por las ventanas se asomaban ya los rayos de luz, y Natasha había soltado un quejido en cuanto les dio en la cara, despertándome rápidamente. Por un momento se me había olvidado donde estaba. No reconocía ni las sábanas que me arropaban ni el espacio que me rodeaba, hasta que recordé segundos después todo. Me llevé una mano ala frente y me sorprendí al notar que estaba ardiendo. Había tenido sin duda un sueño de lo más raro... Pero había parecido tan real a la vez.

—Buenos días, dormilonas—escuché la voz de Mila.

Me senté en mi cama y miré a mi alrededor. Mila ya estaba completamente vestida con su uniforme, y se pasaba por las camas de cada una para desarroparlas. Cuando pasó por la mía, me guiñó un ojo y se fue a la de Natasha, en la que también estaba Annika.

—Cinco minutitos más...—murmuró Natasha, abrazada a la cintura de su novia. Annika también estaba despierta y pasaba las manos por el pelo de Natasha.

—De eso nada, señorita. ¿No te acuerdas de tu propósito de madrugar que hiciste el año pasado?

—¿Por qué tienes que acordarte exactamente de cada palabra que sale por mi boca?—dijo Natasha con voz de dormida y sin abrir los ojos.

Mila le lanzó un cojín con fuerza, haciendo que Natasha se despertase con un grito.

—Para poder hacer esto—ante la mirada sorprendida de Natasha, añadió:—. Me dijiste que si no te despertabas cuando te lo dijese te pegase un cojinazo.

—¡ESTABA BORRACHA CUANDO DIJE ESO!—gritó Natasha enfadada, devolviéndole el golpe y tirándole un cojín de vuelta.

Penny, que se había despertado y levantado, se acercó a mí con una sonrisa. Su pelo liso y rubio estaba suelto sobre sus hombros, y llevaba un pijama de color verde que consistía en una camiseta apretada de tirantes y unos pantalones cortos.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora