No miré hacia atrás mientras corría. Normalmente no hacía falta pues si el fénix estaba detrás de mí me daba cuenta sin mirar, debido a los sonidos que emitía el maldito pájaro rojo. Escuché un batir de alas y supe que lo tendría encima dentro de poco. Giré rápidamente, agarrándome a un árbol para no perder la velocidad, y empecé a pasar los árboles como una carrera de obstáculos. Tras unos segundos más corriendo, mi boca sabía a sangre y la cabeza me daba vueltas. Al no escuchar nada a mi alrededor, decidí parar un poco para tomar el aire. Apoyé mis manos en mis rodillas e intenté regular mi respiración agitada.
Lo peor fue cuando escuché el famoso y ya familiar sonido del fénix acercándose. Tuve que hacer acopio de todas mis fuera su volver a echar a correr. Mi pelo, atado en una trenza, chocaba contra mi espalda con cada paso, lo que me distraía a veces. Volví a hacer la técnica de meterme entre árboles, solo que esta vez mis pies tropezaron en algún momento con una raíz salida. Un chillido se escapó por mis labios cuando perdí el equilibrio y acabé en el suelo de cara. Y no solo eso, no. Justo había tenido la mala suerte de tropezarme en una zona cerca de una rampa, y al caerme mi cuerpo calló rodando por ella.
Emití un quejido de dolor cuando mi cuerpo dejó de rodar. No me había roto nada pero a la vez me dolía todo el cuerpo. Bueno, al menos había despistado al fénix.
Me levanté con dificultad y me quité todas las hojas secas que se habían caído por la estación de encima. Mis manos se habían raspado y ahora escocían, pero al menos el resto de mi piel estaba intacta gracias al traje que me había otorgado Dumbledore.
—¡AH!—pegué un chillido del susto cuando, al girarme, me encontré cara a cara con el ave de plumas rojas. Suspiré—. Malditas cenizas que te crearon, pájaro.
El ave ladeó la cabeza y pió. Sonreí y me acerqué a Phoenix para acariciarle la cabeza con cuidado.
—La próxima vez ¿no podías al menos hacer el esfuerzo de no encontrarme?
Volvió a emitir el mismo sonido pero esta vez un poco más alto, lo que supuse que su respuesta había sido negativa. Le aparté la cabeza y me crucé de brazos. ¿Cuánto tiempo había estado corriendo?¿Había sido mejor que la exterior vez?
Phoenix me guío por el camino de vuelta. Parecía que había recorrido más bosque que la anterior vez, pero en el bosque prohibido uno nunca puede estar seguro de nada. Además, no conocía esta parte y eso hacía que fuese más difícil calcular la distancia de aquí al castillo.
—Tres minutos—escuché la voz de Dumbledore recibirme en cuanto salí del bosque prohibido detrás del ave—. Treinta segundos más que la exterior vez, no está nada mal.
Suspiré y apoyé mis manos en mis piernas otra vez, derrotada.
—¿Eso que significaba?¿He estado quince minutos ahí dentro?
—Veinte—me dijo acariciando a su fénix, que se había apoyado en una piedra, en la cabeza.
Llevaba ya una semana quedando con Dumbledore todas las mañanas para empezar a entrenar mi cuerpo. Dumbledore decidió que lo mejor para entrenar todo mi cuerpo en general sería correr. Cuando me dijo eso yo pensaba que me iba a obligar a hacer una carrerita alrededor de la escuela. Sin duda no se pasaba por mi cabeza que me enviaría al bosque prohibido para esconderme de su Phoenix. Era como una especie de juego para todos excepto para mí. El plan era que él me dejaba cinco minutos de ventaja para empezar a correr por el bosque prohibido, y luego soltaba a su fénix para que éste viniese a buscarme. El plan era que necesitaba distraerlo o perderlo de alguna forma. Y hasta ahora solo había conseguido hacerlo durante diez minutos como máximo, ya sea por mi baja condición física o porque no sabía esconderme.
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Bajo las estrellas {Cedric Diggory}
Fanfiction«El corazón me latió más deprisa cuando él se giró para que nuestros ojos se encontrasen una vez más, con aquella sonrisa dibujada en sus labios que me volvía tan loca que las piernas me empezaron a temblar. Y entonces extendió su brazo hacia mi, y...