75. Hasta que las estrellas dejen de existir.

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No me cambié de ropa. Ni me peiné. Ni siquiera me sequé. Entré en el castillo el pelo empapado, que se pegaba a mi vestido y éste a su vez a mi piel, ambos igual de empapados que mi pelo. No le preste atención a las miradas extrañas ni a algún que otro comentario. Solo seguí andando.

«Cedric... Yo...».

«Es hora de que hablemos».

«Estoy cansada de guardármelo todo».

«Sé lo de la poción. Y se lo de Dumstrang».

«¿Por qué no me lo has dicho?¿Por qué no te has acercado a mi en todos estos días?»

«Se que te dije que me dieras espacio. Pero esto es distinto. Te vas a ir. Te vas a ir y no quiero que te vayas. Quédate conmigo».

«Al fin y al cabo somos críos, mi amor. Todos cometemos errores. Yo también he cometido millones. Y seguiremos cometiéndolos. Pero juntos. Como tú me prometiste».

Las millones de cosas que podía y tenía que decirle se acumulaban en mi cabeza buscando algún orden lógico, algún principio o final. Pero eran tantas cosas las que quería decirle que no sabía ni por donde cogerlas.

Mis pies chapoteaban a cada paso e iba dejando un rastro de huellas mojadas por el suelo.

«¿Por qué no quisiste luchar por lo nuestro, Cedric?¿Por qué me dejaste cuanto más te necesitaba?».

«Yo también me voy».

«¿Para qué luchar, entonces?¿Es que nuestros caminos al fin y al cabo no estaban destinados a juntarse?»

«Te sigo queriendo. En todos estos días no he dejado de quererte ni siquiera un poco».

«¿Me sigues queriendo tu a mi? Necesito saberlo. Necesito saberlo porque... porque... Porque tal vez haya una manera. Tal vez podamos encontrar una manera. De volver. De estar juntos de nuevo. De no separarnos».

«Y si ya no me quieres... Me iré. Y tú te irás. Cogeremos direcciones opuestas. No nos veremos nunca más. Tú conocerás a otra chica que te hará más feliz que yo. Te mudarás con ella. Os casareis. Tendréis hijos. Y yo... Solo puedo desearte lo mejor. Porque solo quiero que seas feliz. »

¿Por dónde empezar?¿Por dónde seguir?¿Por dónde acabar? Supongo que eso era ya cosa de él.

Pero yo estaba decidida a contárselo todo. Me daba igual que lo soltase como un torbellino o sin sentido alguno. Había estado acumulando tantas cosas, tantos sentimientos, estos días que ya no había más espacio en mi cuerpo. Los había acumulado como polvo bajío la alfombra y ya no cabía más. Ahora solo podía soltarlo todo.

Porque cuando estaba en el agua con las chicas... por solo unos segundos... todo el curso paso por delante de mis ojos. Mi primer día. Mi primera fiesta. La primera vez que las vi a todas la cara y lo poco consciente que era de lo mucho que iban a formar parte de mi vida.

E inconscientemente esos pensamientos me llevaron a Cedric. A la primera vez que le vi, cuando me choqué con él en ese pasillo y los dos acabamos en el suelo. Su pelo despeinado y sus mejillas sonrojadas. El aire entrecortado que se escapaba por sus labios carnosos, su cuerpo encima del mío, la primera vez que le olí... Lo recordaba todo. Así como sus primeras palabras. Ese «Nunca me habría imaginado que conocería a alguien de esta forma».

«Y yo nunca me habría imaginado que me enamoraría de ti de esa forma. », pensé.

Nuestro primer beso. La primera sonrisa que me sacó. Nuestro primer baile. La primera vez que me tocó. Que me hizo el amor.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora