9. Pritt encuentra su casa.

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El otoño llegó a Hogwarts. Me parecía increíble que ya llevase casi dos meses en Hogwarts. Parte de mi aún se sentía como una desconocida, una amapola en un campo de margaritas. Pero otra parte de mi sentía que había estado destinada a este sitio. La magia fluía dentro de mi cuerpo como si fuera mi propia sangre, y cada vez que conseguía conjurar un nuevo hechizo con mi varita una sensación de orgullo recorría todo mi cuerpo. Seguía estando muy agobiada, sí, pero nada del mundo podía hacer que me arrepintiese de haber venido a este colegio.

Mientras daba mis paseos por los jardines, a veces mi mente viajaba hacia el bosque de Loughrigg Fell. A lo que había considerado mi casa. Con la señora Fanny. Le había preguntado a Dumbledore sobre ella, y él me dijo que aún estaba en el hospital, sin haber mejorado pero tampoco empeorado.

Las hojas verdes de los árboles se fueron volviendo de tonos naranjados, marrones y amarillos con el paso de los días. Muchos árboles acabaron sin hojas y trazando figuras con sus desnudas ramas en el aire, mientras que sus hojas en el suelo eran motivos de diversión para la mayoría de los alumnos. Tenía que reconocer que para mí también. Pero teniendo a George y a Fred a mi lado, hasta un lápiz puede resultar una herramienta perfecta para hacer reír a alguien.

Me dirigí a mi habitación tras un largo paseo sola por los terrenos del castillo. Haber conocido a mis compañeras de cuarto y a los gemelos había sido una de las mejores cosas que me había pasado en la vida, pero yo estaba demasiado acostumbrada a estar sola. Y muchas veces era eso lo único que necesitaba. Dar un paseo por los jardines, o asilarme en un libro al lado del fuego de mi sala común. Eso era muchas veces lo que necesitaba para calmar mis nervios por algún examen.

Cuando pasé al interior de mi sala común, me fijé en que estaba bastante vacía comparada con como solía estar a estas horas de la tarde. Crucé en silencio la sala, abrazando el libro que estaba leyendo actualmente contra mi pecho y atravesé la puerta que daba al pasillo de los dormitorios. Estos estaban bastante llenos comparados con la sala común. Muchas alumnas iban de un lado para otro susurrando se cosas y riéndose a carcajadas, mientras que algunos chicos simplemente hablaban apoyando sus espaldas en la pared. Fui a abrir la puerta de mi cuarto, pero el ruido de una música y gritos y hizo que me quedase parada con la mano en el picaporte. No, eran carcajadas, no gritos.

Abrí la puerta y me encontré con un verdadero espectáculo: Natasha tenía todo su pelo azul cubierto de un tinte de color morado, y Annika le pasaba las manos por su pelo mojado para peinárselo. Sus pálidas y frágiles manos estaban de color morado. Por otro lado, Penny tenía en su mano un cepillo y cantaba a todo pulmón la letra de la canción que estaba sonando en el tocadiscos. Y Mila estaba en su cama boca abajo, leyendo una revista.

—¿Qué está pasando aquí?—pregunté divertida, cerrando la puerta detrás de mí.

—¿Te has enterado?—me dijo Natasha, con una amplia sonrisa dibujada en la cara.

—¿Enterarme de qué?¿Alguien interesante ha metido su nombre en el cáliz de fuego?

—Yo creo que todos los alumnos de los colegios han metido ya su nombre en el cáliz—dijo Penny, dejando su bailoteo para mirarnos fijamente—. No puedo esperar a ver a qué alumno de Hogwarts escogerá el cáliz.

—Yo tengo toda la confianza puesta en Mila—dijo Annika, sonriendo a su amiga. Ella le devolvió una sonrisa amable.

—¿Tú te has presentado?—pregunté a Mila curiosa, pues no había hablado de nada al respecto.

—Está mañana he metido mi nombre con Cedric y Gabriel.

—¿¡Gabriel!?¿!Gabriel se ha presentado!?—preguntó Penny casi gritando, y mirando a Mila con sus ojos azules tan abiertos como platos. Mila asintió.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora