Penny y Gabriel comenzaron a salir.
Nos lo dijeron dos días después de la fiesta en la sala común de Gryffindor. Y no se si lo recordaba por la noticia en sí o por lo sorda que me dejó Nat con sus gritos de entusiasmo.
Todos estábamos súper contentos de que por fin la pareja frustrada hubiese confesado sus sentimientos el uno por el otro, y no podía evitar sentir cierta envidia al verles besándose a ratos, caminando de la mano o contándose historias que solo ellos conocían.
Por mi parte, todo fue de mal en peor. No volví a hablar a solas con Cedric desde la tarde en la biblioteca. Es más, apenas hablábamos cuando estábamos en grupo. A pesar de que no quería que eso me afectase, noté como mi humor se fue decayendo ligeramente. Estaba ya tan acostumbrada a nuestras conversaciones y a su sonrisa que no tenerle cerca se me hacía... amargo.
Mi intención no era esa. Yo lo único que quería era que todo volviese a ser como unas horas antes que el beso. No era que Cedric me ignorase porque completo, pero en mi interior notaba como el se intentaba alejar de mi. Y estaba en todo su puto derecho, pues era yo la que había metido la pata hasta el fondo.
Además, los exámenes y tareas me estaban consumiendo. No entendía ni la mitad de lo que hacía y Dumbledore aún no estaba seguro de poder explicarle a los profesores mi situación, así que todos pensaban que era una incompetente. Y yo lo intentaba con todas mis fuerzas, tanto que llevaba varios días durmiendo menos de cinco horas por estudiar, y mi cabeza estaba a punto de reventar, y aún así no era suficiente. Y para añadirle más salsa al cazo, los alumnos tampoco podían comprender mi situación. Mis amigos, mis compañeros... todos se pensaban que era una tonta y una estúpida por no entender nada. Eso me hacía sentir aún peor.
Y la cosa no mejoró aquel día.
Yo estaba jugando con los gemelos a las cartas en el gran comedor, aprovechando que aún no habían llegado muchos alumnos para ponerse a estudiar. A la vez, estábamos jugando a adivinar los nombres de alumnos que no habíamos visto nunca. Era de los pocos descansos que me había pegado en estos últimos días, y lo cierto es que lo necesitaba.
—Ashley—dijo Fred.
—Yo digo Martha—dije, poniendo una carta sobre la mesa.
—Es rubia, tiene las uñas pintadas de rosa y está comiendo un chicle. Si no se llama Ashley entonces Melyssa.
—Ninguno de los dos tenéis razón. Si tiene que tener un nombre ese es Irina—dijo George. Tras mirar unos segundos su baraja de cartas con el ceño fruncido, sacó otra carta y la puso encima de la mía.
—¿Por qué Irina?—dije, mirándole con el ceño fruncido.
El gemelo se encogió de hombros mientras su hermano Fred soltaba una carcajada.
—Es bonito.
—Os recuerdo que vosotros creíais que yo me llamaba Davina, así que voy a confiar en mi intuición y voy a decir que se llama Martha—dije, mirando a la chica de Gryffindor de tal vez tercer curso, la cual llevábamos quince minutos intentando adivinar su nombre.
—¡EH, MARTHA!—gritó Fred, tan alto que todo el comedor se giró para mirarnos a los tres. Escondí mi cabeza rápidamente bajo la mesa mientras le pegaba una patada a Fred—. Anda, se ha girado.
—¡Todo el comedor se ha girado!—repliqué, saliendo de mi escondite en cuanto el resto de alumnos volvieron a lo suyo.
—Vale, dejamos de lado a Irina. ¿Qué opináis de ese chico de Slytherin que va con el pelo engominado? Yo digo Eric.
—Sería mucho más fácil si preguntásemos el nombre directamente.
—Entonces el juego no tendría gracia, Lils—dijo Fred. Él estaba frente a mi mientras que George estaba a mi lado. Colocó su cuchara de plata en la mesa y puso un trocito de pan—. Abre la boca.
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Bajo las estrellas {Cedric Diggory}
Fanfiction«El corazón me latió más deprisa cuando él se giró para que nuestros ojos se encontrasen una vez más, con aquella sonrisa dibujada en sus labios que me volvía tan loca que las piernas me empezaron a temblar. Y entonces extendió su brazo hacia mi, y...