38. Pequeños y bonitos trazos de su vida.

2.1K 155 101
                                    

—A este paso, se me van a congelar los pies.

—Nat, a veces te comportas como una asquerosa niña pequeña—gruño Mila, abrochándose su abrigo.

—¡Vayamos a Hogsmeade después de que hubiese caído la de dios esta mañana, dijimos!—gritó Natasha, arrastrando los pies por el barro reciente del camino que llevaba de vuelta al castillo—. Odio el baro. ¿Acaso se ha cuadriplicado desde que lo cruzamos para ir a Hogsmeade? Parece que hay cada vez más.

—Fenómenos de la naturaleza—ironizó Mila, poniendo los ojos en blanco.

Sonreí a la vez que Penny. Ella iba a mi lado con su brazo enrollado con el mío para equilibrarnos a las dos. Llevaba un gorro blanco que tapaba su melena rubia, y a través de la bufanda que le cubría la nariz, podías ver lo sonrojadas que estaban sus mejillas por el frío. Supuse que mi rostro no estaría muy diferente al suyo dado la baja temperatura que hacía.

—Tienes mejor cara—le dije, apretándole el brazo con cariño.

Ella suspiró.

—Siento que tengáis que aguantar todo esto pero mi culpa.

—No digas tonterías, Penny, ¡si nos lo hemos pasado genial estas horas juntas!—dije, a pesar de que ahora nuestras dos amigas discutían por el barro que se pegaba a nuestras botas.

Pero hace unas horas todo había sido perfecto. Después de desayunar, nos habíamos vestido acorde al tiempo y salimos para dar una caminata hasta Hogsmeade, llena de risas y anécdotas. Pasamos por absolutamente todas las tiendas y todas nos compramos al menos una cosa. En mi caso habían sido unas agujas nuevas, pues hacía mucho que no cosía nada y tenía la necesidad de volver a retomar esa costumbre.

Después nos servimos unas cervezas de mantequilla en Las Tres Escobas, también sin poder parar de reír y sonreír por cualquier cosa. Nadie dijo nada, pero todas necesitábamos en cierta parte aquel día para nosotras solas. Después de todo lo que había pasado, necesitaba evadirme un poco en mis mejores amigas, que conocí hace unos meses y ya se habían convertido en una de las cosas más importantes de mi vida.

—Lo sé... pero a parte. Por todo lo que ha pasado el grupo se ha disuelto. Y echo mucho de menos a Cedric y a Unai, y a nuestras comidas juntos y todo... Pero...—sus ojos se llenaron de lágrimas—. Aún se me hace doloroso verle a él.

—Todas lo entendemos—le dije, entrelazando mis dedos con los suyos.

—Yo no quiero que todo esto siga así. Es una mierda.

Suspiré al ver como sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Oye, Penny...—susurré, mordiéndome el labio—. Se que vas a pensar que estoy loca por lo que te voy a decir, pero... ¿Por qué no hablas con él?

—¿Cómo?—ella me miró horrorizada.

Volví a suspirar mientras intentaba no meter toda mi bota en un charco que se había tragado Mila hace unos segundos.

—Desde que rompiste con él, no habéis intercambiado palabra. Ni siquiera escuchaste lo que él te tenía que decir. Y antes de que me interrumpas—dije, al ver que ella abría la boca molesta—, no deberías de hablar solo para eso, si no por toda esta situación. Estoy seguro de que él también odia ver el grupo separado. Y no te estoy pidiendo que os hagáis mejores amigos de la noche a la mañana, claro que no. Solo te digo que hables con él. Y que aclares las cosas bien. Cuando rompiste con él, fue todo tan precipitado que creo que ni tú misma lo has asimilado, pero si ahora hablas con él con calma, tal vez podríais zanjar el asunto de una manera más formal. ¿Me entiendes? No se si me estoy explicando mal.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora