64. Vuelta a Hogwarts.

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Los últimos días en la casa de los Diggory se me pasaron volando. Y, cuando llegó el momento de volver, me di cuenta de que me había apegado demasiado a ese maravilloso lugar. Incluso a pesar del amor profundo que le tenía a Hogwarts, no me apetecía nada volver pudiendo estar aquí.

Cecily esta vez tenía las fuerzas suficientes como para viajar con nosotros en el coche y dejarnos ya en la estación de tren de King Cross. Mentiría si dijera que los ojos no me escocían mientras me despedía de los padres de Cedric.

—Ha sido un placer tenerte en nuestra casa esta semana, Dahlia—me dijo Amos con una sonrisa, posando una mano en mi hombro—. Espero que puedas venir a vernos más a menudo, la casa se verá ahora muy vacía sin vosotros dos...

—A la mínima que me invitéis, yo haré las maletas—dije con una sonrisa.

—No deberías de decir eso, ahora estaremos invitados a casa todos los fines de semana—dijo Cedric, a mi lado, con una sonrisa.

—Culpables—dijeron Amos y Cecily a la vez.

Los cuatro nos echamos a reír. Habíamos cruzado ya la barrera que nos llevaba al andén nueve y tres cuartos y nos encontrábamos entre la masa de alumnos que se despedían también de sus familias para montar en el rojizo tren Hogwarts Express. Me parecía imposible pensar que solo hace una semana Cedric y yo estábamos en el mismo sitio, y yo no tenía ni idea de cómo iban a ser los días con sus familias. O todo lo que descubriría en esos días.

—Ced y yo llevaremos las maletas al compartimento, vosotras esperad aquí—nos dijo Amos, cogiendo mi maleta mientras que Cedric se hacía cargo de la suya. Abrí mi boca para protestar, pero Cecily se me adelantó.

—Puedo perfectamente cargar con la maleta, Amos—lo decía tan seria que cualquiera la creería, a pesar de que parecía que ella misma podría caber dentro. Sí, me llevé más ropa de la necesaria. En mi defensa tengo que decir que uno no sabe nunca lo que puede pasar.

—Prefiero hacerlo yo—dijo Amos, dándole un beso en la frente a su esposa antes de internarse con su hijo en el tren.

Cecily puso los ojos en blanco y ambas sonreímos.

—Diggorys—dijimos a la vez, elevando las cejas. Nuestra sincronización hizo que volviésemos a sonreír.

—Ha sido maravilloso tenerte en nuestra casa, Lia, de verdad. Estoy muy contenta de haberte conocido por fin y de haber podido pasar tanto tiempo contigo, y espero que podamos seguir haciéndolo—me dijo ella con una sonrisa dulce.

Tragué saliva, intentando contener mis lágrimas de la emoción. Cecily extendió sus brazos hacia mi y yo no dudé en adentrarme entre esos dos, llegando a su cálido pecho para fundirnos en un abrazo. Abracé su cintura apoyé mi rostro en su hombro mientras que ella me rodeó la espalda y me acarició el pelo.

—Sé... Sé que nunca podré llegar a hacer el papel de madre para ti, pero solo quiero que sepas... que siempre estaré ahí para ti, y que puedes contar conmigo para lo que sea.

La abracé con más fuerza. Como desearía que Cecily fuese mi madre, que me leyese un cuento todas las noches, o que me abrazase así cuando no me encontraba bien. Ahora mismo podría quedarme días y días en sus brazos.

—Nunca podré estar lo suficientemente agradecida de lo amables que habéis sido conmigo, y sobre todo del maravilloso tiempo que me habéis hecho pasar—murmuré, sin romper el abrazo.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora