«El corazón me latió más deprisa cuando él se giró para que nuestros ojos se encontrasen una vez más, con aquella sonrisa dibujada en sus labios que me volvía tan loca que las piernas me empezaron a temblar.
Y entonces extendió su brazo hacia mi, y...
Caminé hacia la puerta de la habitación de Cedric, con las manos sudorosas. No tenía ni idea de lo que le iba a decir pero sabía que necesitaba hablar con él, aclarar todo lo sucedido. Tras dar dos golpes, no pasaron ni cinco segundos hasta que la puerta se abrió. Detrás la puerta, me encontré con un Cedric más guapo que nunca, con su pelo peinado y solamente unos pantalones vaqueros encima.
Tragué saliva.
—He... He venido a...
—Espero que hayas venido a continuar lo que no pudimos acabar—dijo Cedric, relamiéndose los labios.
—¿Q-Qué?—dije con sorpresa. Mi mente no procesaba ahora mismo las palabras que había dicho, y solo me quedé mirándole con los ojos abiertos.
Él sonrió.
—Me gusta cuando te pones nerviosa.
—P-Pero...
—No pienses y solo bésame.
Mi mente no funcionaba, pero mi cuerpo—mis hormonas—lo hacía a la perfección. Me acerqué lentamente hacia el, con duda en la mirada. Él chasqueó la lengua y separó la distancia que había entre nosotros cogiéndome de la cintura y pegando mi cuerpo al suyo, a su torso desnudo.
Sus labios se juntaron con los míos al principio con delicadeza, y al ver que yo le correspondía fueron acelerando el ritmo, hasta que ambos nos tuvimos que separar por falta de aire. Nos volvimos a juntar y Cedric me cogió en sus brazos para llevarme a su cama.
Los labios de Cedric pasaron de besar los míos a mi mentón, para recorrer mi mandíbula con su lengua y luego pasar a mi cuello. Solté un pequeño gemido en respuesta.
—Lia...—gimió contra mi cuello—. No sabes lo mucho que te deseo...
—Ced...—gemí su nombre mientras el colaba sus manos bajo mi camiseta.
—Dahlia...
Me desperté rápidamente, con el aire entrecortado y no por el susto.
Miré a mi alrededor: Todas mis compañeras dormían plácidamente, sin ser conscientes del sueño que acababa de tener. Había parecido tan real... Tal vez era porque aún seguía notando el sabor de sus labios sobre los míos. Posé mis dedos sobre mis labios con la esperanza de aún encontrar un rastro de los suyos, y me quedé así, mirando al techo, hasta que mi cuerpo se relajó lo suficiente.
Me levanté silenciosamente y fui al baño para lavarme la cara con agua fría. Me miré en el espejo, toda llena de ojeras y pálida como un fantasma, para recordarme que nada de lo que había pasado en el sueño había sido real.
Me peiné el pelo con las manos y volví a mi cama, ahora un poco más relajada. Sin duda, Cedric me estaba volviendo loca.
Solté un suspiro cansado e intenté que mi mente se desviase a otra cosa para poder dormirme en paz. Me arropé y me puse cómoda para dormirme, pensando en cualquier cosa que no fuese él.
Sin embargo, lo último que recuerdo antes de dormirme fue pensar en lo bien que sabían sus labios.
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