40. La primera cita.

2.3K 140 92
                                    

Aviso: en este capítulo hay escenas +18 que pueden resultar incómodas para el lector. Si no te sientes comod@ leyendo, siempre puedes saltarte el capítulo y pedirme un resumen o saltarte solo esa parte.
Besitos y espero que os guste <3
Pd: teneis arriba una playlist que hice para el capítulo. Es cortita pero bueno espero que os guste si la escucháis <3









—¿Y no te ha dicho a dónde te va a llevar?—me susurró Penny. Negué con la cabeza—. Llévate preservativos por si acaso.

Fui a gritarla pero al no querer hacer ningún ruido excesivo para no despertar al resto de las compañeras, solo me limité a golpearle el hombro. Penny se rió por lo bajó mientras me tendía la túnica negra que me taparía y me ocultaría en las sombras si hiciese falta.

—¿Quieres más maquillaje?

—No. Cuanto más me ponga más me costará quitarlo cuando llegue—de hecho solo me había hecho la línea del ojo y un poco de rímel. Nada de sombras de ojos, ni coloretes, ni pinta labios.

Cogí la túnica negra en mis manos y le eché un último vistazo al vestido que había ocupado mi mente en estos últimos días. Buscar en secreto las telas y además coserlo sin que nadie lo viese y a toda prisa había sido sin duda un reto, pero lo había conseguido.

Cuando hace unos años empecé a crear en mi mente imágenes de los vestidos que llevaría para ocasiones especiales, sin duda este fue de mis favoritos. La tela era de seda y de color plateado, del mismo color que me imaginaba que era la luna. Así, cuando ésta refleje en mi vestido, parecía que mi vestido estuviese hecho de sus rayos. Tenía una imaginación muy creativa ya entonces. Pero he de confirmar que, mirando el vestido, parecía realmente hecho de reflejos de la luna. La tela se movía ligeramente con cada movimiento, incluso con el de mi pecho al respirar, y parecía que cada rincón cambiaba de color dependiendo de la luz.

Me llevaba hasta los tobillos y, al no poder experimentar mucho con la tela, lo más novedoso del vestido largo era un corte que mostraba mi pierna hasta el muslo al moverme. El escote era recto y los tirantes, finos como un hilo, los había unido en cruz por mi espalda, aunque ésta quedaba desnuda de por si. Me iba a morir de frío, pero merecería la pena. Me había permitido adornar mi cuello con una simple cadena plateada que me había dado Penny, y unos pendientes alargados que sujetaban unas piedras blancas del tamaño de un grano de arroz. Los tacones, del mismo color aquel vestido, no eran nada del otro mundo. De hecho podría haber hecho mucho más, pero por el tema de mantenerlo el secreto y el poco tiempo no había podido. Aún así, estaba muy contenta con el resultado, por simple que quedase.

Me puse la túnica por los hombros y me la abroché, de forma que tapaba cualquier destello plateado de mi vestido. Penny miró su reloj de muñeca.

—Ya es la hora—susurró. Después soltó una pequeña carcajada—. En cierta forma todo esto me emociona. Si Gabriel y yo decidimos alargar más lo de mantenerlo en secreto, te copiaré la idea de escabullirme por la noche.

Sonreí.

—¿Me ato el pelo en una coleta o me lo dejo suelto?

—Suelto, suelto. Venga, están todas dormidas como troncos.

Con los tacones en la mano, abrí con cuidado la puerta del baño de nuestra habitación. Efectivamente, todas nuestras compañeras dormían profundamente, incluso escuché a Natasha roncar.

Penny y yo fuimos de puntillas hacia la puerta, pensando que habíamos conseguido victoriosamente atravesar la habitación hasta que escuchamos otra voz.

—¿Chicas?¿Qué narices estáis haciendo?—Mila había levantado su cabeza de la almohada y nos miraba con los ojos entrecerrados e interrogantes.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora