—Es... impresionante—murmuré, sin poder librarme de mi asombro.
Si supiese dibujar, marcaría la forma de ese castillo para poder verla a todas horas, pero sabría que no produciría la misma sensación que estando ante él. Aquel castillo, hecho de piedra y lleno de torres se extendía ante mi como si estuviese viendo un cuadro. No parecía real de lo maravilloso que era.
El carruaje en el que iba con Dumbledore se paró frente al castillo. Bajé lentamente, sin poder despegar mis ojos de aquel impresionante lugar. Juntos cruzamos la gran puerta de la entrada. Me habría podido quedar horas admirando la arquitectura interior del castillo, lleno de esculturas y antorchas, pero el sonido de muchas voces hizo que me parase en seco.
—Yo tengo que entrar a dar el discurso anual—me dijo Dumbledore. Tragué saliva—. Quiero que esperes aquí hasta que pronuncie tu nombre para que el sombrero seleccionador te coloque en tu casa. Recuerda todo lo que hemos acordado, ¿vale?
Asentí. Todo lo que habíamos acordado hace unas horas se me pasó por la cabeza mientras Dumbledore se dirigía al gran comedor. Antes de irme del hospital, él y yo habíamos tenido una pequeña charla:
—Dahlia, antes de dirigirnos a Hogwarts, tengo que hablar contigo—me dijo él. Me senté en mi cama y la miré fijamente, pues tenía un semblante muy serio. Tras varios segundos en silencio, volvió a hablar—¿Recuerdas lo que el ministro de Magia cree que eres?
—Un obscurial—respondí yo.
—Exacto. Ya sé que te he dicho que yo no creo que lo seas, pero tenemos que tomar ciertas precauciones.
—¿Precauciones?
—Nadie puede saber el fallo que el detector ha tenido contigo, pues causaría muchos problemas al ministerio. Por lo tanto tampoco deben de saber que llevas seis años sin ir a la escuela y que tienes esa forma de expresar tu magia...
—¿Está diciéndome que no puedo hacer magia?—dije, con el ceño fruncido.
—No, querida. Ahora tienes una varita, y con ella podrás hacer toda la magia que quieras. Pero solo con la varita. No con tus manos. Tienes que saber que eso no es algo común entre los magos—miré al suelo fijamente—. Diremos también que eres una estudiante de intercambio de una escuela francesa, puesto que sé que dominas la lengua francesa muy bien.
«Cortesía de la señora Fanny» pensé.
—Tienes que entenderlo, Dahlia. Puede que nos quejemos mucho de los muggles por actuar violentamente cuando tienen miedo, pero nosotros hacemos exactamente lo mismo. Un obscurial sigue siendo descendido para el mundo mágico, y aunque no sabemos si lo eres o no, lo desconocido asusta.
Asentí con la cabeza, ya que por mucho que odiase aquella idea de inventarme una vida, Dumbledore tenía razón. La gente me tendría miedo.
Ahora era Dahlia McCarthy. Me habían puesto el apellido de la señora Fanny pues era lo único que yo consideraba como pariente. Provenía así de una escuela al sur de Francia y había venido a Hogwarts en el último año con el fin de aprender de forma distinta. Parecía fácil de decir.
—Antes de que comience el festín, me gustaría decir unas palabras—la voz del profesor se alzó clara y firme entre los murmullos, acallándolos de inmediato—. Lo primero de todo, me gustaría recordarles, de parte de nuestro querido conserje Filch, que la tercera planta está totalmente prohibida para todos aquellos que no deseen su prematura muerte—unos murmullos asustados de los de primero interrumpieron al profesor durante unos segundos—... démosle la bienvenida a nuestro nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras, el profesor Moody—se escuchó el ruido de una silla y los aplausos de los alumnos—. Pero esa no es la única bienvenida que debemos de dar hoy. Me complace informaros de que este año contamos con una nueva alumna en el séptimo año, trasladada directamente de una academia de Francia. Espero que la sepáis acoger bien en este año.
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Bajo las estrellas {Cedric Diggory}
Fanfiction«El corazón me latió más deprisa cuando él se giró para que nuestros ojos se encontrasen una vez más, con aquella sonrisa dibujada en sus labios que me volvía tan loca que las piernas me empezaron a temblar. Y entonces extendió su brazo hacia mi, y...