Bajo las estrellas {Cedric Diggory}

34. El fin y el comienzo de un nuevo capítulo.

capítulo dedicado a sil_vn , felicidades atrasadas amor <3

Estuve cuatro días más en la enfermería. Cuatro días en los que la cortina blanca separaba mi camilla del resto de la enfermería, por miedo de encontrarme por casualidad con algún rostro conocido. Cuatro días en los que estuve leyendo, reflexionando y llorando. Cuatro días en los que escuché una y otra vez la voz de mis amigos preguntando si me podían ver. Sobre todo la suya.

Fui viendo a lo largo de los cuatro días como algunas vendas que rodeaban partes de mi cuerpo iban desapareciendo. El tronco ya casi lo tenía intacto y en mis piernas había algunas cicatrices que no tardarían en quitarse. Lo peor eran mis brazos, pero al menos ya no me costaba casi nada moverme.

Además de flores y golosinas, alguien había dejado en la mesilla de mi lado tres libros, todos ellos marcados o doblados por las páginas que más me gustaban, como si el que los hubiese dejado allí sabría que me gustaría leer esas páginas. Muchas de ellas me ayudaban a reflexionar o me liaban aún más. Seguramente había sido Dumbledore el que los habría puesto ahí.

Pero al menos sirvieron para entretener mi tiempo, y para evadirme de la realidad cuanto más lo necesitaba.

Le comuniqué mi decisión a Dumbledore un día soleado, después del almuerzo. Él solo me miró fijamente durante unos silenciosos segundos y me respondió que era al fin y al cabo mi decisión, y que me iba a apoyar tomase la que tomase. Madame Pomfrey me dio el alta unas horas después. Y de pronto me encontraba ya fuera de la enfermería, con mi uniforme de Hogwarts puesto, como si nada hubiese pasado. Lo único que dejaba marca que había pasado físicamente eran mis cicatrices. Mentalmente, nada era igual.

Salí lentamente al exterior del castillo para que los rayos de sol llegaran a mi piel, pálida de estar varios días en cama. Distinguí a lo lejos dos cabezas pelirrojas y no pude evitar que una sonrisa se formase en mis labios. Los gemelos estaban sentados de espaldas a mi, hablando sobre cualquier cosa que les tenia tan enfrascados como para no levantar la cabeza.

Me acerqué a ellos.

George fue el primero en verme. Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando él no dudó en levantarse y venir corriendo hacia mi. Estaba en sus brazos en menos de dos segundos. Solté una carcajada de alegría y pasé mis brazos alrededor de su cuello. Él me abrazaba con tanta fuerza que parecía querer exprimirme, pero no me quejé, ni siquiera cuando me elevó por los aires en medio del abrazo.

Vi como Fred se acercaba también corriendo hacia nosotros. George me bajó de sus brazos y fue el turno de su gemelo de abrazarme con la misma fuerza. Lágrimas de felicidad se acumularon en mis ojos y no me molesté en contenerlas.

—Estás despierta—dijo Fred, sin romper nuestro abrazo.

—¿Enserio? No me había dado cuenta—dije en broma, separándome de él lentamente para mirar a los dos a la cara.

George tenía los ojos rojos y Fred sonreía como nunca. A pesar de que tenían un perfil de bromistas sin corazón, les había conocido lo suficiente estos meses para afirmar que eso no era de cierto.

—Ni con doce días en la enfermería se borra tu sentido del humor—dijo Fred, revolviéndome el pelo con cariño.

—Joder, Lils, nos habías dado un susto de muerte. Y esta vez de verdad—me dijo George, pasando su brazo alrededor de mis hombros.