62. La profecía que todo lo cambió.

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Aviso: en este capítulo hay escenas +18 que pueden resultar incómodas para el lector. Si no te sientes comod@ leyendo, siempre puedes saltarte el capítulo y pedirme un resumen o saltarte solo esa parte.

Disfruten ;)







—Ced—le llamé en susurros.

—¿Hm...?—murmuró él, medio dormido.

—Lo siento.

Demasiado agotados por todo el movimiento que habíamos tenido ese día, en cuanto llegamos a la casa de Ced después de aquella bochornosa "fiesta" en casa de sus amigos, Cedric y yo nos fuimos directamente a la cama. Cedric, que se puso solamente un pantalón de chándal, se quedó profundamente dormido al instante, abrazado a mi cintura como si fuera un peluche y pegando mi espalda a su pecho. Yo, por otro lado, con su camiseta puesta y la ropa interior debajo, no había podido pegar ojo.

—¿Hm?¿Por qué?—su voz ronca vibró sobre mi cuello, provocándome un escalofrío por toda la espalda.

—Por mi comportamiento en la fiesta. No debí de haberme portado así con esa chica.

Él soltó aire. Con un movimiento, giré todo mi cuerpo para quedar frente a él pero sin apartar sus manos de mi cintura. Mis ojos deslumbraron al ver lo cerca que le tenía y lo guapo que estaba. La belleza de Cedric por la noche, cuando su rostro estaba más anguloso y la luna brillaba sobre su piel, era un placer del que nunca me podría cansar. Sus ojos estaban cerrados, pero sabía que estaba despierto. Le peiné el pelo con la mano y él ronroneó en respuesta.

—No pasa nada. Samantha tiene una personalidad bastante picarona, y entiendo que eso te haya molestado. Pero que sepas que yo no tengo ninguna intención con ella, y que puedes confiar en mí.

—Lo sé—murmuré—. Es solo que no quiero ser ese tipo de pareja que se pone celosa cada vez que una chica se te acerca, ¿sabes? Y sé que soy muy insegura y que tú eres... bueno, tú. Pero quería que supieses que lo siento, y que intentaré con todas mis fuerzas que no se vuelva a repetir.

Sus ojos se abrieron lentamente.

—Yo también me he puesto celoso cuando he visto a un tío cerca tuyo o mirándote, es algo que no podemos evitar sentir—me dijo, acariciándome la mejilla.

—¿Tú?¿Cuándo?—le pregunté con el ceño fruncido.

Él sonrió de lado.

—Cuando vi a Conan bailar contigo en esa fiesta, cuando el mismo chico siempre te pide una pluma en clase para que le hables y te mira como un corderito, cuando todos se giran cuando pasas por los pasillos, incluso cuando Fred y George...

—¿¡Fred y George!?—exclamé, abriendo mucho los ojos.

—Sí, incluso Fred y George.

Yo sonreí.

—Son como hermanos para mí.

—Lo sé. Yo nunca he sido un chico celoso, pero de pronto te conocí y... no sé, veía a cada tío como un maldito rival—solté una carcajada silenciosa—. Pero confío en ti. Y sé que aprenderemos a dejar de lado ese sentimiento con el tiempo.

Bajo las estrellas {Cedric Diggory}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora