SAGA SOMBRAS - Libro I (Completo)
«Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura.
Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
PATRICK
Tres o cuatro días llevaba cuidando a la rusa que tal vez estaba implicada en el posible asesinato de Maia.
La vi durmiendo con su pierna todavía en alto y vendada por el balazo que recibió de Irina. A veces cojeaba pero siempre se hacía respetar y no dejaba de decir que podía sola.
Ahora que lo pensaba, era lo contrario que Irina Volkov.
La hermana de la mujer tenía que aparecer de alguna forma. O nosotros la buscábamos, o ella vendría a nosotros pero definitivamente cabezas rodarían por su culpa.
Agregando, Vik estaba embarazada. Y no me daba el pellejo todavía de preguntar si... imposible.
Nada.
—¡Estás son las mañanitas que cantaba el Rey David!—empece a cantar abriendo las cortinas cuando pare de golpe y los ojos de gata de la rusa se abrieron.—Espera. ¿Quien mierda es el rey David, y porque estoy cantando esto para despertarte?
Se río de mis tonterías cuando sonreí. No me desagradaba, incluso, daba un sexo estupendo y creo que había formado un lindo lazo con ella. Pero la desconfianza con ella seguía latente por las acciones de sus tres hermanos desaparecidos.
—Necesito que te vistas.—pedí más serio cuando asintió. Sabía que si no seguía las reglas, iba a terminar igual que su hermana en un futuro. Muerta.—Vamos a ir a Italia. Volveremos para la noche.
Asintió por segunda vez y salí sin darle ni una vista más.
Me abotone mi chaqueta cuando escuché mucho ruido en la mansión. Mucho para considerar que era una casa muy grande y casi siempre solitaria.
Entre a la cocina silbando cuando mi silbido exploto y la escena más extraña y bizarra que se me había ocurrido estaba ahí.
Mi hermanastro Salvatore con una chica rubia a sus pies mientras se agarraba el estómago soltando algo blanco. Vomito en los pies de mi querido segundo hermanastro favorito.
—Esperemos que la leche estaba podrida.—reí por encima cuando me crucé de brazos. Sentí como por detrás mío llego corriendo una mujer rubia y alta desconocida. Estaba preocupada hasta que vio la escena, rodando los ojos.
—Yo limpio.—dijo Maia cuando solté una carcajada de su cara.
—Váyanse. Yo lo hago con ella.—espete cuando la tipa asintió y Salvatore seguía en su lugar.—¡Eh! Cabeza de músculo. Muévete.
—Perdón. Salva...
—Solo quédate en la habitación. Reforzaré el perímetro.—dijo en un tono hostil mirándose los zapatos manchados cuando aguante la risa.—Avísenme cuando llegue Leonardo. Hay cosas que arreglar...