Tras aquel vergonzoso momento volvemos a los autos con las bolsas y cajas de ropa. Para después subirme y partir camino hacia la mansión. Leonardo por su parte, se fue en otro auto por otra dirección.
Bajándonos el gorila me lleva todas mis pertenencias a la habitación de Leo y me encuentro complicada.
—Uhmm... ¡no!— exclamó a lo que me mira nuevamente confundido.— yo no quiero dormir acá.
—Son órdenes del jefe.— dice en cuanto cierra la puerta.
Si, me había besado con el pero no iba a pasar más que eso. Nunca había dormido con alguien que no fuera Agatha y no planeaba hacerlo.
Me saco los incomodos tacones y me pongo unos pantalones sueltos de seda negra con una camiseta de tiras con detalles dorados. Todo eso lo combino con unas zapatillas cómodas de "Tommy Hilfiger"
«Ahora si»
Me siento cómoda y libre, los pies ya me estaban matando con aquellos tacones que en mi puta vida había usado y me incomodaba llevar siempre vestido, haciéndome sentir libre con nueva ropa encima.
Dispongo a ordenar un poco la ropa en menos bolsas y el estómago me ruge. Bajo explorando un poco cuando veo que ya estaba oscureciendo y Leo todavía no llegaba.
Empiezo en busca de Gian o del gorila para que me señalaran algún lugar con comida cuando abro una puerta hacia un pasillo oscuro. Con la curiosidad en las venas camino rápidamente por el y abro otra pesada puerta metálica donde sale hacia un patio oscuro pero con faroles que no se veía de la habitación principal.
Sigo caminando y me doy cuenta que era una mala idea.
«Coño...»
Veo a Leo con una pistola en mano rodeado de hombres de negro, había otro más sentado en una silla amarrado hasta la coronilla y veo como dirige la boca del arma a su cabeza y presiona provocando un fuerte estruendo.
—Mierda.— dice al verme pero no logro más que desvanecer y ver todo negro. Otra vez.
***
—¿Afrodita?— siento voces al rededor mío con el estómago revuelto.
Trato de abrir los ojos lentamente y me los restriego mientras siento un olor fuerte que inundan mis fosas nasales haciendo que arrugue mi nariz.
—Dios que susto.— logró ver una silueta y reconozco la voz al instante de Leo. Aunque lo conocía hace menos de un día.
—¿Que?— es lo único que logró especular.
—Te desmayaste.— «No me digas...»— no debiste haber visto eso.
—¿Mataste a alguien?— digo con un nudo en la garganta mientras inconscientemente los ojos se me tornan vidriosos.
—No te incumbe.— dice fríamente. Aunque no fuera mi casa, no creo que es agradable para nadie, que maten a alguien en la punta de tu nariz. Es traumático.
—¿Porque lo hiciste?— le pregunto tratando de verme fuerte pero se que solo logró espantarme más.
—Me debía mucha pasta.— dice levantándose del sillón que estaba recostada y toma un vaso con un líquido naranja. — ¿Porque te estoy contando esto? Que estupidez...
Se me parte el alma en dos segundos... yo igual había gastado grandes sumas de su dinero, y el hombre con una bala impregnada en su cabeza también. Me inunda el pánico en menos de un minuto y empiezo a cuestionarme de que mierda hacia ahí.
¿Que creía? ¿Que por recompensarme la mala pasada la noche anterior éramos amigos?
Menuda mierda, ¿me iría a matar? No creo, ¿verdad? Pues al final de todo, es Leonardo Romano, un puto mafioso.
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Sombras que aman (borrador)
RomanceSAGA SOMBRAS - Libro I (Completo) «Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura. Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...