Capitulo 2

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MAIA

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MAIA

En el trayecto hacia el puerto de Grecia, cada vez más me arrepentía de la decisión que había tomado... nuestra madre si se enteraba nos mataría. Aunque se la pasa tan borracha que le costaría especular las palabras o incluso mantenerse con un buen estado de equilibrio.

En el volante iba Hall, y de copiloto iba Rena mientras ponía la radio a todo dar para ambientar con música House sin gusto, bailando como una verdadera loca. Detrás iba yo—mirando hacia la ventana y hacia toda la ciudad ya oscura pero iluminada por las luces artificiales—, en medio Evan y mi hermana al otro extremo amarrada al asiento de Hall mientras le decía cosas a su oído suprimiendo carcajadas.

Sentía como mi pierna desnuda chocaba con su vaquero negro roto de Evan que me hizo ponerme nerviosa al instante... Nunca me había declarado por alguien y menos lo haría por el, pero si que me traía mal este chico a un simple roce o una sonrisa incluso de esas forzadas.

—Ya vamos llegando, chicos—nos avisó Hall disminuyendo la velocidad del carro haciendo que mi corazón palpitará a mil por hora. ¿De verdad nos irán a meter? Ni sabía quien era Hall Wikens o sus contactos para ingresar al club más corrupto de Europa y eso me angustiaba.

—Tranquila... no estés nerviosa—me susurró Evan con su tono reconfortante y amable. Menuda vergüenza, estaba tiritando de miedo y el lo notó. Me mordí mi labio inferior reteniendo todo—. Es solo una fiesta.

«¿Y yo solo estoy enamorada de ti?» me reí ante mis pensamientos sacados de contexto aunque si me daban pavor decirlos en alto.

El flechazo que tenía era netamente adolescente y odiaba aquello.

Le miré y me sonrió sin más, no me salían las palabras así que volví a mi vista hacia la ventanilla con el estrellado cielo esperando a que sucediera un milagro y pudiera divertirme por una noche de mi vida.

Tal vez tenía que relajarme dos niveles y sentir la adrenalina que mis amigos sentían al meternos en un lugar incorrecto y extremadamente peligroso.

Sentí un fuerte frenon, del malo para manejar, y en como Hall bajaba la ventana al lado de una caseta de madera negra con las iniciales doradas de "CN" impregnadas en lo alto de ella...
Podía ver a lo lejos el mar con los reflejos de la ciudad, volteándome nuevamente donde el piloto, vi como un hombre vestido con un aire árabe de terno negro con gafas de sol, aunque era plena noche, y un elástico trasparente saliendo de su oreja le pidió unas credenciales a Hall y el se las dio enseguida.

Tras unos minutos nos dieron la pasada y antes de ingresar noté como aquel hombre llevaba una arma en su pantalón haciendo que me estremeciera por completo. Pero esto eran clubes oscuros... clubes ilegales. Clubes de mafia, y nosotros como suicidas, nos estábamos adentrando en el mismo reino de Lucifer.

—Menudo tío—musitó Agatha casi que sorprendida por el gorila que habíamos tenido en frente, que seguramente también estaba media confundida por el calibre de seguridad por estas zonas—. Y que borde era.

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora