Capitulo 31

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Maia Afrodita Zabat.

Estuve toda la noche con Agatha y Evan, que hablaban sin parar mientras la película corría en cuanto fui a prepararme algo a la cocina.

Saque únicamente un bowl de fresas en cuanto el sueño me trago por completo, los ojos me pesaban y mis piernas también por lo que me despedí rápidamente y subí como pude las escaleras. Al llegar a mi cama me saque la camiseta para ponerme pijama pero casi me caí de espalda al ver el moretón de mi espalda, pero eso no era lo peor, mi cuello, pecho y clavículas estaba lleno de manchas rojas y moradas, por los besos y mordidas Leo...

Me quise poner como nota mental maquillarme con todo lo que tenía para ocultar aquellos chupetones en cuanto caí rendida a mi cama.

***

El día deslumbraba. Era sábado y no tenía cosas por hacer más que estudiar un poco para la próxima semana de clases.
Los rayos de luz entraban por la ventana de mi habitación iluminándola en cuanto posé mis pies en los tablones y me aveciné a la habitación de mi madre.
Había llegado ayer y tarde seguramente, estaba boca abajo con un vestido puesto sin zapatos. Delicadamente me acerque y le tape con las cobijas para después cerrarle la puerta.

Me decidí por juntarme con Rena al desayuno en un café en vez de tomar en casa, por lo que luego de tomarme un vaso de agua me fui a la ducha, todavía con el pestillo roto, me bañe rápidamente mientras pensaba que locura sucedería hoy. Me vestí casualmente con una falda rosada alta hasta un poco más arriba del muslo y un suéter corto blanco con rosas del mismo color. Me peine rápidamente y agarre mi celular en cuanto un mensaje en especifico me llamo la atención.

"Afrodita... me tuve que viajar a Italia por unos días. Federico dará una reunión y es nuestra oportunidad para pararle... no hagas cosas que te puedas arrepentir, y hazme el favor de mantenerte viva"—Leonardo.

Rodé los ojos nuevamente. El mensaje fue enviado ayer en la madrugada, lo que significaría que el ya estaría al otro lado del mar. No le di tanta importancia, tal vez sería su mejor opción en este minuto para tener calma en su vida, pero me preocupaba que terminaran igual que la última vez, con pistolas apuntándose de un lado a otro.

Saliendo de mi casa, cerré delicadamente y en cuanto voltee hacia la calle una sombra de 1.85 me tapo el sol y una fragancia delicada masculina me pego en la cara. Subí la mirada pudorosa viendo el cabello sedoso y ondulado castaño de aquella persona en cuanto me doy cuenta que era Patrick.
Patrick Ledger.

—Buenos días bella durmiente.—bromeó sarcásticamente mientras estaba impresionada por su presencia en mi casa.

—Que haces acá.—pregunté confundida mientras le esquivé tratando de salir del encierro, lo último que podía hacer era caer en el o quedarme viéndole hipnotizada por el en cuanto ya había decidido estar con Leonardo.

—Tú novio me envió a cuidarte por este fantástico día.—dijo estirando los brazos mirando el cielo.—Donde vamos primero. ¿A la tienda de perritos o al parque a ver los pajaritos?

—Porque tienes que cuidarme, Patrick.—bramé en cuanto empecé a caminar hacia la cafetería que estaba a unas cuadras de casa.—No eres mi puto niñero.

—Porque te recuerdo que además de Federico, está Liam y Lucifer, sus hermanos malvados o mejor dicho sus perritas.—dijo jugueteando.—Y yo tengo el deber de mantener tu corazoncito latiendo, nena.

—Ah.—se me retorció el estomago abruptamente mientras caminaba a mi lado.—Voy a juntarme con una amiga. Puedes irte.

—No hoy mi amor. No debo separarme de ti. Suerte que te bañaste antes o hubiera tenido que entrar a la ducha contigo.—sonrió juguetonamente mientras rodé los ojos y seguí caminando.

—Como quieras.—suspire en cuanto apure el paso hacia la cafetería donde Rena me estaría esperando, pero no a Patrick.

Este hombre que aunque fuera de lo más atractivo, era una completa molestia en el culo, iba tarareando una canción en cuanto llegamos y corrí hacia Rena.

—¡Maia!—gritó abrazándome en cuanto Ledger tosió y se sentó junto a mi.—¿Y hombre que no conozco?

—Patrick, un placer.—dijo sacando su celular de su camisa negra en cuanto note que iba con pantalones blancos.—Amigo de la familia de Afrodita, ¿cierto sobrina?

—No.—susurre a Rena mientras nos brindaron una carta y Patrick la negó. Por mi parte ordené un muffin con un café helado en un vaso plástico y mi amiga un sándwich de pollo.

Estuvimos conversando casi toda nuestra junta en códigos claves, mientras Patrick tosía en medio o bostezaba para molestarnos. Ya pasadas de una hora recibí un mensaje de Agatha donde decía que había salido temprano, y otro de mi madre que salió un poco después que yo diciendo que iba a hacer unos mandados...

***

—Pudimos haber ido en mi carro.—Patrick musito en cuanto íbamos en la mitad de camino a casa.—Me molesta que me admiren tanto.

Rodé los ojos ante su actitud en cuanto seguimos caminando. Tenía un ego por las nubes, y la verdad no entendía que era lo peligroso de el que Leo me había regañado por... siendo que ahora le mandaba a ser mi puto niñero.

—Que te hace creer que todas mueren por ti.—mentí a cerca de su aspecto ya que era dejador de aliento.—¿Como puede haber mujeres que te busquen?

—Es porque no has tenido se*o conmigo.—respondió riendo en cuanto le mire fulminándolo con la mirada y con una expresión chistosa saliendo el.

En cuanto menos lo espere ya habíamos llegado a casa y el reloj marcaban las 2 de la tarde, por lo que me acerqué a la puerta pero estaba entrecerrada. Se movía con las brisas del viento abriendo y cerrando en cuanto corrí hacia ella y abrí de par en par viendo el desastre de mi vida.

Estaba todo roto, desordenado o hecho un desastre. Las sillas estaban tiradas por todos lados, las mesas botadas, los vasos estallados contra la pared de la sala, la televisión boca abajo... me quede pretificada al ver esto y unos pasos más atrás escuché como Patrick cerró la puerta.

Corrí hacia las habitaciones pero gracias al cielo el segundo piso estaba intacto. Baje nuevamente con la mano en la frente de impresión, mientras Patrick marcó agresivamente un número en su celular y arreglándose el cabello empezó a hablar.

—Si Leo. Dejaron la mierda.—gritó a través del celular.—Le pagaré todo. Olvídalo.

—¿Quien hizo esto?—pregunté gorrizada.

—Liam y Lucifer.

Continuará...

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora