Leonardo Romano
«Puto Patrick Ledger, que le den»
—No mires...—agarre a Maia de un brazo pegándola contra mi mientras el cuerpo muerto de Liam yacía con un charco de sangre gracias al balazo de Patrick.
La gente empezó a celebrarle, gracias a nuestro jodido código de hombres de honor. Patrick levanto las manos como vencedor y agarró un vaso de wiskhey para después tomárselo de una vez mientras la respiraxion agitada de Afrodita seguía pegándome en el hombro y nos manos todavía la aferraban a mi.
—Afrodita... cielo... eres un sol.—le dedico con una sonrisa cuando me solté de la cintura de Maia y corri hacia a él pegándole un solo golpe directo a su pómulo que no alcanzó a ver antes de caer al suelo.—Tu no tanto.
Se llevó la mano a la cara tapándose un gritito ahogado cuando agarré la mano de Afrodita y el brazo de Sabrina para salir del lugar. Las dos me siguieron sin mencionar ninguna planta mientras contaba hasta cien para no reventar los vidrios del ascensor.
El labio inferior de Maia tiritaba constantemente mientras los pisos iban bajando. Me dolía verla así por lo que paré el elevador en el piso 6.
—¿Pero que...?—preguntó al reincorporarse.
—Bájate Sabrina.—brame con la ira hasta la coronilla. Tenía que estar solo con Maia... ella es la única que logra calmar mis nervios y yo los de ella. Ella es mi droga ¡Joder! Nunca pensé hacerme dependiente de una cría.
—Bájate antes de que te obligue.—volví a repetir cuando Brina le dio un beso en la mejilla a Afrodita y se fue con sus pasos ágiles por uno de los pasillos que no sabía ni donde mierda irían, pero era grandecita y de aquí en adelante debería arreglárselas sola.
En cuanto la puerta se cerró, apreté el botón rojo de emergencia cuando el ascensor dio un tiritón de arriba abajo asustando a Maia. Mis ojos chocaron con los de ella fuertemente, reflejando el miedo que tuvo que soportar esta noche. Todo mi cuerpo me pedía acercarme y sacarle esa mirada que llevaba que me partía el alma en dos.
Oficialmente era adicto a ella, a cada rincón de ella, a cada beso, cada mirada, cada caricia que me daban sus delicadas manos de adolescente. Era casi que una broma pensar de esta manera, pero me explotaba la mente en solo verla embutida en aquel vestido azul largo que acentuaba sus curvas y sus hombros desnudos que querían ser solo besados por mi y por nadie más. Quería que fuera mia, en todo sentido, que necesitara de mi como nadie más, que me exigiera algo, que me rogara por hacerla mia, que me besara cundo le diera la pura gana.
Sus ojos cambiaron a confusión al verme estresado en mis propios pensamientos. No di más tiempo en aquello cuando le choqué su espalda contra el espejo del elevador y mis manos pasaron en dos segundos a su cintura y a su baja espalda acercándola más a mi como pudiera.
Había soportado todo mi mundo una noche más, vio a Patrick matarle a alguien y aún así, me recibía mis besos con más deseos de ellos. Mi lengua jugueteaba con la de ella mientras me deleitaba de como nuestros labios encajaban a la perfección. Sus manos subieron hacia mi nuca tirando de mi cabello levemente haciendo que gruñera.
Odiaba que llevara el control. Odiaba que mi cuerpo reaccionara a ella de tal manera. Odiaba como nuestras bocas eran perfectas y una combinación asombrosa juntas. Odiaba como me leía la mente. Odiaba como había puesto mi mundo patas arriba. Odiaba como me había convertido de un hombre aislante en la oscuridad para hacerme capaz de amar. Pero lo peor de todo es que no la odiaba. No odiaba ni una sola cosa que mencione... amaba.
Mis dientes atraparon su labio inferior mordiéndole para únicamente hacerle saber quien mandaba en aquello, cuando me separé de ella por falta de aire, y una pequeña gota de sangre salía de sus rosados y húmedos labios.
ESTÁS LEYENDO
Sombras que aman (borrador)
RomanceSAGA SOMBRAS - Libro I (Completo) «Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura. Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...