MAIA
—Los exámenes indicaron un aborto espontáneo por los golpes y maltrato que recibió.—dijo el hombre canoso.—Lo siento mucho. Le realizamos un legrado para evitar más hemorragia.
Mi mente pareció no procesar nada. Absolutamente nada.
—¿Yo estaba embarazada?—pregunté sorprendida y devastada de las propias palabras que salían de mi.
—De seis semanas, Señorita Zabat.
Trague y sentí como mi cuerpo sudaba helado. Mi garganta se apretó al igual que mis músculos y el dolor de los puntos o el ardor de mis tendones por la droga se minimizaron al lado de la noticia dada.
—Necesito que hable con Leonardo ya que...
—No. No le digan.—escupí cuando tosí como perro mientras me ardieron los ojos.
—Señorita no es eso.—me calló el otro hombre.—La desomorfina sigue en su sistema como un virus. No sabemos que efectos trae esto, recibió una gran dosis y su sistema respiratorio está fallando... logramos cerrar las heridas, pero en su estado vulnerable cualquier infección podría matarla.
Mi estómago estaba hecho un nudo y cada vez le veía menos sentido a todo esto.
—Que hago.
—Debemos recomendarle un centro especializado en enfermedades peculiares y recuperaciones en Canadá.—aclaró el hombre.—A su novio no le gustará pero...
—Leonardo querrá decir.—le corregí.
—A Leonardo. Especificó que quería todo su tratamiento acá. Pero... esto se nos esta yendo de las manos.—asentí ante sus palabras."
«Deja de llorar.»
Trataba de exigirme mientras Leonardo no reaccionaba ante la noticia. Sus ojos estaban bien abiertos dejando ver el azulado confuso sin comprender lo que había dicho.
No tenía en cuenta decírselo, pero tenía el derecho de saberlo.
Tampoco tenía la ilusión de ser mamá alguna vez en mi vida, o de quedar embarazada a esta edad o incluso de Leo. Pero mi corazón caía al piso pensando en la pérdida, en lo que pudo haber pasado, en la simple posibilidad.
Madre. Que difícil esa palabra. Nunca la tuve. Y por aquello se me hacía difícil. Pero ya no estaba aquello que estaba formando dentro de mi. Y por la lucha que había dado, lo perdí.
Note que estaba llorando sin poder calmarme en su pecho dos segundos luego. Me estaba abrazando mientras escondía su cara en mi cuello, estaba destrozado al igual que yo. Sin fuerzas.
Mis heridas dolían, internas como externas.
Sabía que a él no le importaba. Nunca le importaba nada. Un bebé hubiera sido la última gota en el vaso para el, y mierda... se iba a casar.
ESTÁS LEYENDO
Sombras que aman (borrador)
RomanceSAGA SOMBRAS - Libro I (Completo) «Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura. Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...