Capitulo 37

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Maia Afrodita Zabat

Juro que nunca antes me había sentido tan eufóricamente genial con mi vestido azul a raíz del suelo pegado a mis curvas, un labial rojo que me prendía la mirada, una maldita PISTOLA en mi pierna junto a Leo entrelazando sus dedos con los míos al bajarnos de su gran y hermosos auto deportivo.

Me faltaba únicamente la música para creer que estaba en una película de acción. La mano de Leo me daba soporte aunque sabía que lo que fuera que tuviéramos estaba mal, le necesitaba.

—Tienes que fingir que no eres mi novia.—susurró caminando lento por el camino de hormigón iluminado hacia una casa totalmente negra parecida al material de losa junto a unos faroles.

—¿Que? ¿Porque?—pregunté aferrándome más a su mano.

—Porque así no me amenazarán con hacerte daño.—musitó parándome antes de que fuéramos visibles.—Aunque sabes que me gustaría ser tu novio...

—Verdad, lo somos, pero hipotéticamente por mi culpa.—recordé sarcásticamente mientras me tomo de la cintura repentinamente acercándome a él bruscamente, juntando nuestros vientres.

—¿Te estás enojando porque no soy tu novio de verdad?—pregúnto con una sonrisa juguetona en su rostro que me hizo reír de la misma forma.

Sin hablar, y sabiendo que me arrepentiría después, le agarre de su cara y le di un beso profundo que nunca antes había iniciado, y para mejor, yo llevaba el mando por primera vez. Saque mis labios húmedos de los suyos, teniendo en cuenta que sería la última vez que los besaría cuando, sin poder evitarlo, le mordí el labio inferior provocando un pequeño jadeo de su parte.

—Señorita Zabat, ¿me está cosificando?—bromeo cuando le pegue en su brazo pero me acercó nuevamente plantando un pequeño pico sintiendo sus carnosos labios.—Entra tú primero.

—¿Iré sola?—pregunté un poco paniqueada, mientras el sonreía.

—Claro que no, cuñada.—sonó una voz de mujer por detrás nuestro, un poco familiar, en cuanto voltee vi a la hermana de Leonardo, Sabrina. La misma que había visto hace un mes en su casa tomando sol en topless.

Hola, hermana.—Leo la saludó secamente cuando ella se acercó y le dio un beso en la mejilla.

—¡Afrodita!—se lanzó a mis brazos abrazándome donde le devolví el lindo gesto mientras le observaba su ropa. Iba con un vestido hermoso corto de lentejuelas verdes brillantes con mangas, hombreras que le quedaban genial y unos tacones negros de punta. Su cabello lacio negro ya no estaba largo como la última vez, más bien, lo llevaba corto hasta el hombro.—Tanto tiempo... me alegra de verte y ¡mírate! Que guapa estás. Leo va a tener que morderse los dedos para no poner sus manos encima de ti esta noche.

—Callate, Brina.—Leonardo miro hacia otro lado arreglándose su chaquetón de traje negro, con su mandíbula apretada.—Vayan. Ahora voy yo.

Leonardo me miro brevemente y se volteo pta prender un cigarrillo seguramente para pasar el rato antes de entrar, me quede viéndole lo sexy que se le daba cuando despabile. En cuanto Sabrina entrelazo mi brazo con el de ella, comenzamos a caminar hacia la residencia.

Tenía los pelos de punta mientras nos acercábamos más en cuanto Brina me dio una señal de que no hablara por ahora. Suponía que ella tenía un plan, o verdaderamente Patrick no sería el único secuestrado.

—Entradas.—exigió en guardia de la entrada mientras Brina se enojo inexplicablemente.

—Katherine Lenon.—le bramó al guardia cuando se abrió de ojos luego de ver un anillo que llevaba Sabrina en su mano. Nos abrió enseguida la puerta y pasamos como dos modelos por pasarela.

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora