Capitulo 11

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Leonardo Romano

La había liado. Nunca tuve que haber abierto mi boca de gilipollas frente a Afrodita. Sabía que ella no era tal cosas que sin pensar salieron de mis labios, pero con la rabia acumulada, la sangre me hervía e intentada buscar herirla de cierta forma. Una estupida estrategia.

—"Eres recatada ¿No? Te pedí que cerraras tu puta boca y ni eso puedes hacer. No me sorprendería que tampoco podrías cerrar las piernas ante Patrick."

Veo como los ojos de Maia se inunden en lagrimas y me percato de como la he cagado redonda. Ella no se merecía aquello y yo con lo capullo que soy, la lastime.

Con el orgullo en dos manos, sin dirigirme la palabra se da la vuelta, no sin antes abofetearme, ya que bien merecido lo tenia, y veo como lucha con aquellos tacones que la estarían matando en tal minuto. Mi mente me decía que corriera hacia ella y la tomara entre mis brazos para que no siguiera con tal sufrimiento pero mis acciones me lo impiden consiguiendo solo caminar hacia la puerta y tomar el volante con toda la fuerza que me quedaba.

Concentrado en el camino sus palabras me interrumpen avisándome que se quería ir... Era de esperarse, aunque dentro de mi quería rogarle que no, pero no dije más que conseguirle su ida.

***

—¿Morgan?—hablo a través de mi celular cuando ya estábamos en casa y Afrodita en su habitación.

—Si, con ella.—Su gangosa voz me daba asco pero seguía entablando conversación.

—Soy Leo, me preguntaba si querías pasarte por acá un rato.— «Mierda, ¿que estoy haciendo?»

—Claro, será un gusto recordar viejos tiempos.—«¿viejos tiempos? Solo me la folle una vez...»

Estaba perdiendo la cabeza pensando en la cría de Maia, ni los cuatro vasos de whiskey que había tomado me borraba la mirada de humillación en la cara de ella cuando me pidió aquella camiseta.

«Dios que me gusta como se ve con mis prendas puestas.»

No se me ocurrió nada mejor que sacar clavo por clavo, como un auténtico capullo con ella a tres metros de mi.

***

Morgan es una vieja "amiga" que se las pasaba en mi cama para "relajarme" de mis asuntos diarios aunque el de hoy fue más fuerte de lo que pensaba.

Mientras se me acercaba y unía sus labios con mi piel no me provocaba nada. Ni un solo movimiento,  ni una puta reaccion. Solo quería estar en paz, y esta no era la mejor manera.

Trataba de cambiar su imagen por alguna otra, pero nada servía, solo seguía viendo una y otra vez los ojos hinchados y rojos por llanto de Afrodita.

—Fuera.— bramó cuando Morgan se agachó ante mi cremallera.

—¿Que?— parece confundida con su mano en mi paquete— pensé que lo estábamos pasando bien.

—Te equivocas.— exclamó en cuanto le arrebató la mano de por ahí y ella humillada agarra su vestido y sus tacones para marcharse.

Sin más me arranco los pantalones y me meto en la cama que ya parecía solitaria para esperar que Maia entrara por la puerta para quedarse. Pero no...

***

—Hijo...— la voz de mi madre se escuchaba lejana y fría. No tenía su encanto de siempre.— ¿Porque dejaste que me hicieran eso?

¿Que? Mama yo...— exclamó con un nudo de la garganta que me paralizaba por completo.

Su mirada se tornaba rojiza cada vez más cerca de el llanto absoluto pero una espesa neblina me separa de ella.

El suelo era firme de cemento pero estaba lleno de gotas y manchas rojas. No dejaba de tiritar por la vista que tenía...

—¡Yo fui a buscarte! ¡Lo juro!— exclamó cuando sus ojos se cierran y los abre enseguida con toda la mirada manchada de negro. Se podía reflejar un auto hecho mierda a través de ellos y no podía moverme con tal escena.

—Me dejaste morir... y lo sabes.— me quedo pasmado.

El ambiente pasa de estar nostálgico y preocupado a un terror inexplicable. Sin despegar la vista de sus ojos negros, empiezan a sonar gritos desgarradores al rededor mío. Llantos y el pitido de muerte.

***

Despierto empapado en sudor helado mientras mi respiración se nivelaba. Estaba a punto de desmayarme por falta de aire.
Otra noche más soñaba esta horrible situación, y ya van 2 años...

Me siento y apoyo la palma de mis manos en el colchón que me hacen de soporte para después levantar la sabana de mi cuerpo mojado.
«Dios... otra vez más.»

Salgo de un salto de las húmedas cobijas cuando siento que el picaporte se mueve lentamente y un crujido me da indicio que alguien venía.

—Señor. Gian viene de vuelta ya.— Darío me despierta de mis profundos pensamientos.

—Okey. ¿Llegó ella bien?— «¿y yo porque mierda me preocupo de ella?»

—Así es, su hermana la estaba esperando en el puerto.— me siento más aliviado pero no por mucho. Mi cabeza ronda al rededor de ella y de la noche anterior. Ni si quiera he dejado que Morgan me tocara por culpa de... de esta cria.

Apenas la puerta cierra, me paro mareándome un poco debido a la cantidad de copas que había tomado la noche anterior y en bóxers me dirijo al vestidor para ponerme el primer pantalón de Jean azul oscuro con una camiseta de cuello y manga corta negra, para completar todo con unos mocasines negros de cuero.

Me revuelvo un poco el pelo frente al espejo y me lavo la cara para sacar el sueño y la resaca de mi. Por último agarro una chaqueta de cuero y unas gafas de sol negras para no mostrar mi cansancio a la gente.

Ya listo, me subo al auto y saco un cigarrillo de mi chaqueta, lo enciendo y veo como las nubes de humo inundan el carro.

Sigo mi recorrido con la mano a medio salir por el polvillo que soltaba el cigarro.

—Gian.— marco en la pequeña pantalla que estaba en medio del panel del carro.

—Señor...— se escucha la voz chillona de el por los parlantes del automóvil.

—Prográmame un viaje ahora en helicóptero para irme al penthouse de Santorini.—«Madre mia...»— Lo quiero en 1 hora... voy a hacer unos trámites y cuando vuelva tiene que estar listo. ¿Entendido?

—¿Irá a ver a la chica?— pregunta el entrometido de Gian.

—No te incumbe.— termino la llamada para después seguir manejando a toda velocidad.

Continuará...

Hola! Muchas gracias por las vistas y por la bienvenida de esta mueva novela!

Espero que hayan disfrutado este capítulo de la perspectiva de Leonardo...

Díganme ¿les gustaría algunos mas así?

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora