Capitulo 34

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Leonardo Romano.

—Mierda. Mierda.—musité al ver el cuerpo muerto de uno de los hermanos en la puta habitación de Maia. Estaba sentando en el suelo y apoyado hacia la cama de ella, mientras un balazo traspasaba su frente y en su mano estaba su pistola sin uso.

Le tape la boca al grito enorme y desgarrador que se formó en su linda boca, pero delatador de la escena ante nuestros ojos. Sentía como su respiración agitada chocaba con la palma de mi mano y sus lágrimas caían sobre el torso de ella. No podía dejar que gritara, tenía que sacar el cuerpo de aquí.

—No grites.—musité mientras la llevaba lejos de la habitación luego de cerrar la puerta detrás de nosotros.

Agarre mi celular lo más rápido posible y le marqué a Gian con mi grupo para que vinieran a deshacerse del cuerpo lo antes posible. Estaba seguro que Patrick intento defenderse atravesando aquella bala por la frente de Lucifer, no lo culpo, pero unas ganas de matarle con mis propias manos se me avecinan tras pensar que Afrodita lo vio.

—Shhh. Ya, basta.—le susurraba en su oreja mientras la respiración entrecortada salía de su boca pegándome en seco en la mano nuevamente.—Nos van a escuchar y va a quedar un lío mas grande si sigues gritando.

—Había un...—susurró con un hilo entrecortado de voz. Se me helaba la sangre, no por el puto cadaver de Lucifer con un balazo en la frente, si no ver como sufría Afrodita cada segundo que se atormentaba reviviendo esa imagen.

—Lo se... lo se...

***

—Necesito cobertura completa del sector, un recambio de moblaría en casa de Maia, protección para su familia y elimina el cuerpo ahora.—brame furioso luego de haber hecho un rápido bolso con las necesidades de Afrodita y de haber arrancado el auto hasta llegar a casa.

—¿Que ha pasado con Patrick, señor?—uno de mis hombres pregunto en cuanto Afrodita estaba con su mirada perdida.

Le ignore mientras seguí subiendo las escaleras con ella a rastras detrás de mi con sus ojos rojos de la impresión. Mientras yo, estaba perdiendo el control sobre la situación, no porque Patrick este fuera o el cuerpo que tenia en manos, si no por ver a Afrodita degradarse cada vez más por mi culpa. Tenía razón sobre alejarnos y no vernos, que era mejor para ella pero con lo terco que soy, le negué...

—¿Quieres dormir?—pregunté dudoso mientras abría la puerta de mi habitación en casa de mi padre, donde también estaba antes Patrick.

Nunca fue mi habitación preferida la verdad... me gustaba más la de mi verdadero hogar en Italia, pero esta daba buena hospitalidad. La cama era lo suficientemente grande conjunto de unas sábanas blancas y cubrecamas del mismo color, mientras que un ventanal daba vista hacia la entrada de casa, el estacionamiento, tenía baño propio con mármol negro y los tablones que cubrían el cuarto eran cafés imitando madera.

Afrodita no conocía esta habitación si no la de Jaden Ledger, debido a su borrachera de hace unos días que casi me lancé hacia Jaden por traerla por aquí. Por otro lado la de Patrick estaba un piso más abajo cubriendo todo de color café y negro.

Esta casa comparada a la de mi niñez me agradaba... No tenia hoyuelos de balines, o manchas de sangre en las paredes o incluso recuerdos profundos y perdidos de gente muerta por doquier.
Esta estaba santa y sana comparada a la antigua casa de Italia, Milán.

Vi los enrojecidos ojos de Maia que buscaban alguna respuesta de mi parte, pero lo más importante es que se veían vivos y llenos de luz, no la había perdido todavía. Se había quitado sus zapatillas blancas mientras todavía estaba en falda con su suéter que le hacía ver de lo más tierno.

—Todavía no me acostumbro a verte a ti con sudadera.—río levemente mientras dejaba su bolso en los sillones diagonal a la cama.

Me saque rápidamente la sudadera quedando en camiseta negra en cuanto se la tire a sus piernas:—Úsala. Para dormir.

Sonrió tímidamente mientras agarraba mi sudadera negra y se iba al baño. Todo mi ser llamaba a seguirla y dejarle saber que la extrañé en el día que no estuve para ella, pero la iba a abrumar con todo lo sucedido.

—Que sucederá mañana.—susurró mientras salía solamente en mi sudadera con su ropa interior. Casi me caí sacándome mis pantalones al verla pero pude recobrar el equilibrio. Me quede únicamente en bóxer como usualmente lo solía hacer en cuanto abrí la cama y ella se deslizo por las sábanas.

—Iremos a Italia.—le hice saber mientras yo le imitaba. Me metí mientras apagaba la luz de arriba dejando únicamente una lámpara pequeña perdida dejando con suerte ver su hermoso rostro.—E iremos a "Casa Nostra".

—¿Matarán a Patrick?—preguntó mientras sin pudor alguno se aventó hacia mi torso desnudo abrazándome como podía. Un calor sobre mi pecho se encendió mientras le respondía pasando mi mano por detrás de ella acercándola más hacia mi.

—No... Nosotros tenemos normas muy estrictas y Liam con Lucifer transgredieron una de ellas.—empecé a explicarle rezando para que no me pidiera detalles.—Actualmente todavía nuestro club no tiene un "Capo", es decir, que estamos luchando por el puesto, entre ellos yo, Patrick y Federico, pero una de nuestras normas como Casa es no agredir a un hombre de honor.

—Pero Patrick mato a uno...

—Si, pero ellos empezaron entrando a tu hogar. Otra norma más es, no meterse con la mujer de un hombre de honor. Por lo que el balazo de Patrick queda nulo.—trate de hacerle todo más claro mientras su cabeza cayó a mi pecho y mi mano inconscientemente se fue al cabello castaño de Maia acariciandole delicadamente.

—¿Quieres ser dueño de todo?

—De eso se trata ser Capo. Pero volviendo al tema tengo dos opciones con Liam... puedo dejarle libre y que me entregue a Patrick nuevamente... o irme a la Vendetta.

—¿Que es eso?—pregunto con sus ojos curiosos perforándome.

—Venganza contra la familia de Federico...

Continuará...

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora