Leonardo Romano.
Agarro fuertemente su delicada mano haciendo que suelte unos pequeños quejidos, pero ignorándolos, la llevo cuesta arriba tras su estupido discurso.
—¡Sueltame!—chillaba como loca en cuanto paro en la segunda planta de la casa.
—¡Joder Maia! Patrick es peligroso.—mi boca tirita inconscientemente con las ultimas palabras.
—Aquí el único peligroso, eres tú.—cada sílaba que salía tras sus carnosos labios me perforaban.
¿Yo no podía ser peligroso? ¿O si? Bueno, talvez si. Pero jamas con ella.
Tenía en cuenta que estaba siendo un completo capullo e imbecil estos últimos días. Y que en un comienzo también lo fui, pero ella es diferente conmigo. Me ve como si tuviera salvación, como si no estuviera enterrado en la oscuridad...
No la respete, no la cuide cuando tuve que hacerlo. Se que entre nosotros es imposible que algo sucediera pero quería aprovecharlo mientras durase, aunque fuera un puto minuto.
—No digas gilipolleces.—gruñi entre dientes mientras trataba de mantener la compostura.—¡Vale! Perdón por haber sido un imbecil. Por faltarle el respeto respecto a tu padre...
—¿Un poco tarde no crees?—entrelaza sus pequeños brazos mientras me acercaba lentamente.
—Lo digo enserio.
—¿Como voy a saber que lo que dices es verdad?—pregunta más debilitada e irritada esta vez.
Me revuelvo por dentro con su compostura de indefensa. Pues lo era, con suerte tenia 17 años y yo ya la había metido en gigantes lios con la excusa de que "le salve el pellejo" y no de "necesito a alguien que me entienda" la cual era la correcta.
Soy un completo egoísta y lo sabía. Solo que no podía dejarla escapar así como así. Pero por otro lado, tampoco yo podía rebajarme a verme débil. Jamás.
—Voy a llamar a Gian para que te venga a recoger.—musitó agarrando mi celular pero me agarra el brazo y lo baja con su mirada cristalina.
—¿Porque creo que tienes miedo? ¿Que escapas de mi porque no quieres que te vea como eres en realidad?—«Mierda.» me pregunta juzgándome como nunca nadie lo había hecho. Solo ella podía.
—Estás equivocada Afrodita.—gruño apretando la mandíbula.
—Me voy. Pero con Jaden.
—No, de eso nada.—saltó enseguida sabiendo que esta niñata sabe como controlarme.
—Si. Lo haré porque no me puedes controlar.—vuelve a presionar mientras esta vez ella me agarra del brazo cruzándolos entre sí y baja los escalones poco a poco.
Sabía como sacarme de quicio, sabía como utilizarme a su favor...
—Señor...—Gian llega con las mejillas rosadas y tratando de recuperar el aire.
—Ahora no.—brame al ver que Maia estaba de lo más relajada como si novia del mayor mafioso se tratase. Lo cual era, por parte.
—Es que...—Gian vuelve a insistir a lo que le callo pero me arrepiento enseguida.
—¿A mi no me callaras verdad?—entra un hombre vestido de negro con un cigarrillos entre sus dedos. Su aspecto era repugnante de pelo castaño rojizo con uñas canas de promedio pero sabía de quien se tratase. Uno de los hermanos Raynold.
—Federico Raynold.—empiezo a apretar a Maia inconsistemente en cuanto ella me golpea por lo bajo trayéndome a la realidad.
—¿Quien es?—Maia pregunta susurrando dándose cuenta aquella tensión que inundaba el salón.
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Sombras que aman (borrador)
RomanceSAGA SOMBRAS - Libro I (Completo) «Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura. Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...