LEONARDO
No podía verla. O bueno, no podía verla sin culparme a mi.
Sus ojos se cerraron y temi lo peor cuando la elevé en mis brazos y pateé la puerta metálica saliendo de aquel basurero.
No me moleste en explicar cuando Sabrina abrió el blindado que había venido ella y la deposite en los asientos de atrás mientras Sabrina la agarraba. Me subí en el piloto y dando órdenes de abandonar el lugar por las amenazas de los Volkov, desaparecimos apretando el acelerador a tope.
—Esta sangrando mucho.—musitó Brina mientras se sacaba su chaqueta y su chaleco antibalas para ponérselo a ella.
Siguió agarrándola mientras acariciaba su frente. Apreté más fuerte la velocidad y seguí el camino hacia Casa Nostra lo más rápido que podía ir.
—De donde es la herida.—pregunté. Esta pareció revisarla por los lados tratando de no tocarla mucho para no dañarla más de lo que estaba.
—Tiene muchas heridas abiertas por navajas o algún objeto corto punzante al igual que quemaduras y golpes, pero no hay ninguna abierta profundamente.—escuché su tono de desesperacion.—No se de donde es la hemorragia.
—No puede ser.—maldije entre dientes golpeando el volante. Si no parábamos aquello temía que me abandonaría.
—Vamos llegando.—trató de calmarme. Escuché un lapsus de silencio se su parte hasta que volvió a hablar.—Gian, si. Esta aquí. Necesito el grupo de médicos. Si, es urgente. No me importa. Asegura el area. Que Patrick dispare cualquier nave aérea que vea. No, Leo no puede. Los Volkov están en la ciudad.
Escuché dando órdenes por el teléfono.
—Estamos a quince minutos, no queremos fallas en el sistema.—cortó la línea.—Todo estará bien, hermano.
Me apretó el hombro. Me trague las palabras y seguí hasta divisar las paredes enormes y altas de metal negro que teníamos de protección.
Todos los hombres que me habían acompañado ingresaron. Algunos con tristeza por la muerte de dos que iban en el helicóptero.
No me podía importar menos en el minuto que salí hecho una bala del auto y tomé el cuerpo inconsciente de Maia. Tenía moretones en su cara, costillas, piernas y muñecas. Labios partidos y le tapaba únicamente la chaqueta que Brina le había puesto.
Las palabras que me dijo todavía corrían en mi cabeza martillándome el pecho.
«Mataste a mi papá. Y ahora a mi.»
Su papá. Había pagado a uno de los mejores investigadores donde aseguraron que el asesino era uno de los primogénitos de la mafia, pero jamás pensé que yo lo había hecho.
Más culpa. ¡¿Desde cuando sentía culpa?!
Moví a la gente mientras seguía pasando por el camino. Las puertas de Casa Nostra se abrieron y Patrick apareció con el rostro blanco mirándonos sin creer lo que estaba viendo.
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Sombras que aman (borrador)
RomanceSAGA SOMBRAS - Libro I (Completo) «Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura. Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...