Capitulo 33

7.5K 325 60
                                    

Maia Afrodita Zabat.

Negro. La única cosa que vi durante, quien sabe cuánto tiempo, fue negro absoluto.

—¡Afrodita!—una voz lejana y borrosa a mis oídos o mente se avecina a mis pensamientos. Estaba helada, en cuanto empecé a sentir las piernas adormiladas.—Despierta. Joder. Despierta.

Unas manos cálidas me envolvían mis mejillas y cabeza en cuanto empecé a volver a la normalidad. La mente me daba vueltas y la garganta la tenía rasposa, más de lo normal, causándome dificultades para respirar.

Lo último que recuerdo es haberme cortado con un pequeño pedazo de vidrio el cual se encontraba debajo de la mesa. Estábamos recogiendo todo con Patrick antes de que llegara mi familia, trajimos bolsas donde los vidrios o astillas de madera reventados se irían, pero al rasgarme el antebrazo con un pedazo mayor, Patrick fue a mi baño donde nunca regresó, y un agudo golpe en mi cabeza me inundó dejándome inconsciente.

—Buenos días.—Leo trato de bromear entre tanto mientras me quejaba ubicando mi mano en mi frente hinchada.—No te toques. Te traeré hielo.

Se paró corriendo mientras le veía. Venia con unos ¿vaqueros negros y una sudadera? Jamás le había visto tan informal antes.

—¿Que hiciste con Leo?—pregunté refiriéndome a su pinta pero su expresión cambió dastrixamente mientras casi se caía de espaldas.

—¿No me reconoces?

—Si lo hago estupido. Me refiero a tu ropa.—reí a duras penas con la voz que me mataba raspando toda mi garganta mientras suspiró de alivio y se lanzó al sillón donde estaba posada. El hielo chocó contra mi mente haciéndome soltar un quejido pero este sin previo aviso se acerco donde mi y deposito un suave beso corto en mis labios.

—No me asustes así.

—¿Donde está Patrick?—recordé lo sucedido antes del negro por horas.

—No lo se. Pensé que estaría contigo. ¿Porque estabas tirada? ¿Te hicieron algo? ¿Viste a alguien?

—Calma. No, no vi a nadie. Solo que me corte y Patrick fue a buscar algo para sanarme pero no volvió.—respondí un poco aturdida.

—Liam y Lucifer.—suspiró y al verme confundida empezó a explicar.—Les dije que no se metieran más contigo, por lo que seguramente se metieron con Patrick.

—Debemos rescatarlo.

—¿Debemos? No.—respondió mientras seguía presionando el hielo contra mi frente.—Y yo tampoco. Se sabe cuidar solo que ya es adulto.

—Leo, acabas de asegurar que lo secuestraron y...

—No lo asegure. Es una suposición.—dijo sarcásticamente mientras sonreía pero le arrebate la mano sobre mi al ver qye no se lo tomaba enserio.

—Rescátalo.

—No.

—Si. Ahora.—respondí más dura.—Me estaba cuidando, por tu culpa cabe decir, ¿y lo vas a dejar?

—Así deja de intentar robarte de mis brazos. ¿No?—río estúpidamente mientras le pegue en su hombro.

—Leonardo, estoy hablando enserio. Y además tengo que terminar de limpiar esto.—respondí un poco más afligida.

—Te ayudo. Dame un par de minutos para hacer unas llamadas. Vuelvo enseguida.—por fin me hizo caso mientras sonreía molestamente para luego salir de casa.

Me percaté que habían solo tres focos. Habían reventado los otros pero con la poca luz, seguí en rodillas terminando de sacar la basura. Omití el dolor de algunos astillasos para luego tirar las bolsas fuera de casa y hacerle una seña a Leo de que las acercara a la calle para que fueran recogidas, lo hizo, pero obviamente de mala gana.

Termine por esconder las sillas rotas en el sótano y levantar el televisor del suelo. No quería ni encenderlo luego de pensar que estaría entero roto por lo que lo dejé y corrí hacia las cajoneras buscando bombillas de luz, encontrándolas finalmente.

No todo se veía como antes, todavía habían abolladuras en distintos lados, rasgados e incluso noté una pequeña marca estilo orificio que se me heló la sangre solo pensar que podría ser un balazo. Pero trate de ocultar todo, por último para que pasara un poco desapercibido.

—Lo llevarán mañana a una reunión en "Casa Nostra".—entró luego de su charla. ¿Mañana? Porque no hoy.

—¿Vas a esperar todo un día?

—Tengo que. Si no, lo torturaran, matarán o más. Es más seguro verles mañana.—dijo luego de hechas una pequeña mirada alrededor.—Te quedó genial.

—¿A que hora pasas por mi mañana?—respondí más segura de lo que debía. Esos gilipollas se habían metido con las cosas de mi familia y se habían metido en mi casa para secuestrar a Patrick. Tenía que ir.

—¿Tú? Tú vas a quedarte en mi casa con tu pijama de hello kitty viendo Lazy Town en mi habitación.—dijo acercándose hacia mi que estaba apoyada al meson con las manos en el.—Y yo haré el trabajo sucio y malito.

Río por debajo irónicamente mientras me pasaba sus manos por mi rostro.

—Si que te quedó feo eso.—dijo mirando mi frente para luego darle un beso al lado, tratando de no lastimarme.

—Quiero ir.—brame enojada.

—No.—río nuevamente acercándose a mis labios con los suyos pero hecho mi cabeza hacia atrás mientras el abría los ojos enojado.—Afrodita, no iras.

—Si iré.—dije nuevamente apoyando mis manos en sus pectorales cubiertos con la sudadera que por cierto amaba verle en ella.

—¿supongo que no es momento de creerse la heroína no crees?—se burló mientras me veía.—aunque la ropa de ella si que te quedaría bien.

—O voy contigo o voy con Jaden.—brame todavía ejerciendo fuerza en mis manos en cuanto su mirada cambio a molesto.

—De eso ni hablar.—se exaltó mientras me tomaba de las muñecas y me separo.—Esta bien. Pero irás conmigo todo el tiempo, ahora déjame besarte.

—Una ultima cosa.

—Muy tarde.—susurró haciéndole caso omiso a mi comentario mientras se aventaba hacia mi besándome cariñosamente. Cada vez que su tacto caía en mi, la piel se me erizaba increíblemente, tanto que nunca imaginé que sentirías aquel deseo por alguien.—Ahora si, ¿que?

—Igual acepto tu invitación de ir a ver caricaturas.—me bufé mientras el reía, a lo que levamente mis manos hacia la capucha de su sudadera poniéndola. Me reí al verle tan tierno mientras el se molestaba, causandome mas risa.

—Chistosa. Esta bien.—dijo irónicamente.—Ahora, a dormir señorita.

Se fue hacia la puerta a ponerle llave mientras yo recogía mi móvil del suelo donde mi hermana me aseguró quedarse donde Rena y mi madre otra vez estaría en los bares de la ciudad, una sorpresa.

—Después de usted.—musitó mientras caminaba extrañamente hacia mi habitación.

Subimos las escaleras exhaustivamente dando por hecho que el dormiría conmigo como hace unas noches, por lo que al abrir la puerta casi corrí a ordenar el desorden pero un grito sordo y más fuerte que en toda mi vida había gritado salió de mi boca sin descanso.

Mis ojos estaban fuera de su órbita al ver tal sorpresa y mi respiración se paró por tres segundos donde Leo me puso su mano en mi boca para que me dejara de gritar viendo lo mismo que yo.

Lucifer, el tipo con una cicatriz traspasando su ojo, se encontraba sentado bajo mi cama con un agujero en su frente. Estaba muerto, y en mi habitación.

Continuará...

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora