Maia Afrodita Zabat
Estaba loca. Y loca de remate para estar en la misma cama con Leonardo, durmiendo plácidamente aferrada a sus brazos como una niña pequeña. Pero no tenía opción, creo que nunca más podría dormir en mi habitación donde un cuerpo yacía muerto...
Era de madrugada y me había despertado ligeramente asustada y agitada gracias a una pesadilla, las cuales no tenía de hace años, no desde que mi padre había fallecido...
—¿Maia...? ¿Estás bien?—escuche la voz adormilada de Leo mas ronca de lo normal mientras que todavía con mi cabeza en su pecho y si brazo sobre mi hombro estaban aferrados. Se acerco sin soltarme a prender la luz de la mesilla que tanto deseaba que se prendiera. Estaba peor que una niña de cinco años llorando porque vio a un monstruo en sus sueños, aunque yo tenía a aquel monstruo en mis brazos.
Vi que se me había levantado ligeramente su camiseta bajándola de inmediato. En su mirada se mostraba la preocupación como nunca antes, talvez el pensaba que estaba loca de remate o algo así por haber visto el cuerpo, pero lo que el no sabía era que no era la primera vez que me traumaba viendo una muerte trágica.
—¿Que pasa?—pregunto un poco dudoso de mi. Mis lagrimas estaban acumuladas en mis ojos haciendo que me ardieran sin descaso.
Todo se me pasaba por mis ojos, casi como una foto con flash cegadora. Los hombres entrando a mi casa antigua, mi padre posándose enfrente de mi protegiéndome como podía hasta que un ruido me hizo retorcerme. En mi mano había un pequeño rasgón profundo en el dedo índice, pero mi padre se había caído de rodillas frente a mi.
—Afrodita... ¿en que piensas?—susurró esta vez sentándose en la cama todavía abrazándome fuertemente hacia su cuerpo, haciéndome sentir protegida. Más que protegida.
—En que no es la primera vez que veo una bala atravesada en un cuerpo.—musité todavía reviviendo la escena que me atormentaba.
—¿De que hablas?
—Hay algo que deberías saber...—musité mientras su pulso se aceleraba. El estado de no saber que sucede le atormentaba horrible, el obviamente quería saberlo todo, y ahora.
—¿Que cosa?
—A mi padre lo mataron en frente de mi. No en un accidente de auto como todos querían que creyeran...—sollozaba mientras hablaba con un hilo de voz.—Unos hombres entraron a casa... y yo estaba con mi papá. Se puso en frente mío para salvarme, y una bala perforó su estómago traspasando al otro lado de el. Dejándome un pequeño recuerdo...
Le mostré me dedo índice con la cicatriz de unos cinco centímetros traspasando por el. Dando la idea del rayón que me dejo aquel balazo que por suerte no me perforó...
Me tomo mi mano con las suyas el doble de grandes, rozando con su dedo índice la piel que estaba marcada. Su mirada era de impresión, no se lo veía venir, con todo lo que había sucedido...
—Di algo...—susurre mientras el no se limitaba más que a tomar mi mano.
—¿Como se llamaba tu padre?—me descoloco su pregunta mientras tomo mis manos y las llevo hacia su boca besando el torso de ellas.
—Alphonse Zabat.—respondí casi sumida en sus labios impactando con mis manos.
—Voy a descubrir quien mató a tu padre, y quien te hizo esto.—musitó bajando mis manos.—Imagina el impacto que me hizo verte aquella cicatriz... mataría al que te hizo esto con mis propias manos...
Suspiro mientras se volvía a recostar en la cama tirándome a mi encima de él antes de que pudiera reaccionar. Estampo mis labios con los suyos haciendo que me retorciera.
El tacto de sus labios con los míos era otra sensación que nunca antes había experimentado. Me dejaba con ganas de más y con más deseo ante el. Me volvía loca que me controlara de tal forma, tal forma que podía llegar a pensar que me podría hacer dependiente de el y de sus caricias.
Me jalo de tal forma que quede con mis rodillas apoyadas en el colchón, al lado de su cadera cada una mientras sus besos se profundizaron haciendo que entreabriera mi boca. Estaba arriba de el cuando sentí la confianza sin pensarlo de sentarme encima de él, chocando contra su pelvis.
—Joder...—jadeó mientras bajo sus manos de mi cintura a mis caderas presionándome más contra el. El aire me faltaba, pero no me interesaba la verdad ya que me deleitaba con cada caricia y beso que este hombre me daba.
—Creo que debería bajarme.
—Ni de coña.
Sus manos se aferraron a mis caderas apretando fuertemente mientras su lengua se introducía en mi boca jugando con la mía. No tenía control de lo que sucedía en aquel momento, mi cuerpo solo se componía en deseo por Leonardo Romano.
Había una atracción física que nunca se iría, nunca...El hombre más guapo que conocía, la persona que más me atraía desde que tenía conocimiento, el hombre que me quitaba el sueño con únicamente rosar su mano con mi piel desnuda. Era de locos... no sabía si era posible sentir aquello por alguien.
—Leo...—suspire entre besos alimentando más su ego y la velocidad de sus besos. Me estaba volviendo loca...—¿que estamos... haciendo?
Pregunté mientras su manos se fueron hacia mis muslos y luego por detrás de mi apretando todo lo que se encontraba a su alcance.
—No lo se...—gruño con voz grave disparando mis hormonas más de lo normal .—Pero si se... que no tengo ni idea... porque me pones así... me pones horrible... descontrolado.
Dijo entre besos hasta llegar al punto de apretar mi cadera contra la suya una y otra vez... mis bragas chocaban con su bóxer sintiendo la presión entre sus piernas que se había formado. Pero un movimiento rápido me dejó debajo de el mientras Leo estaba arriba mío separando mis piernas con su rodilla para luego ubicarse y llenarme las clavículas y mi cuello sensible a su tacto, de besos desacatados.
Su boca fue bajando por mi cuello y una de sus manos se coló cerca de mi ropa interior haciendo que le empujara inconscientemente.
—Si quieres que pare...—dijo juguetón con un tono pervertido mientras volvía a darme un beso.—Solo dímelo y lo haré.
No dije nada.
Baje mis manos hacia el elástico de su ropa en cuanto me paró abruptamente.
—Dime que mañana no iras conmigo, y te daré lo que quieres.—susurró con una sonrisa de autoridad mientras en sus ojos estaba el deseo todavía presente. Se había formado una presión entre mi vientre y la de el quemándome horrible, haciendo que solo el siguiera.
—¿Que te hace pensar que tú tienes algo que yo quiero?—pregunté contraatacando.
—Porque estás temblando, tus piernas se apegan hacia mi, no dejas de observar mis labios y tú espalda se encorva cada vez que te toco, por eso.—susurró casi enciendome en llamas con sus palabras.
—Creo que esto no es buena idea... tu hermano está desaparecido y no hacemos más que casi...
—Me vuelves loco, Afrodita.—susurró dándome un pico rápido.—Duerme bien, evita soñar conmigo que si te escucho algún mínimo susurro de mi no me molestare en hacerte mia de una vez por todas.
Dijo para voltearse y dormirse rápidamente, mientras mi corazon latía de lo más fuerte que se podía. En mi vida me habían dicho algo así, y mis hormonas aumentaron hasta un nivel ridículamente alto. Pero tratando de mantener la cabeza fría, me voltee tratando de cerrar los ojos.
Continuará...
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Sombras que aman (borrador)
RomanceSAGA SOMBRAS - Libro I (Completo) «Mafia, ¿que es la Mafia? ¿Y que lo hace tan interesante...? No lo sabía y la verdad tampoco me interesaba en esta altura. Mi vida cambio de un segundo a otro el momento que pise el club "Casa Nostra", al ver al 1.8...