Capitulo 38

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—¿Ahora que?—respondí luego de haber dejado INCONSCIENTE a aquella mujer, Katherine Lenon.

—Tenemos que buscar a Patrick mientras Leo y sus chicos distraen al resto.—respondió Brina apoyadas todavía en el barandal con el pulso a mil.

En eso la mesera del principio que me guiñó un ojo nos ofreció unas copas la cual tomamos con una expresión preocupada.

—El señor Romano dio la señal.—susurró dándonos luego una sonrisa normal disimulando.

Empezamos a caminar hacia el ascensor donde Leo estaba al lado de gente hablando eufóricamente, cosa que me hizo gracia debido a que odiaba hacer contacto social seguido con lo poco que le conocía. Pasamos tratando de no mirarle dejando las copas en el bar, pero en un minuto sentí como me pegaron una nalgada fuertísima.

—Discúlpame. Estaba emocionado con mi conversación.—Leo se dio vuelta disupandose falsamente dándome una sonrisa pícara que me costaría borrar de mi mente.

Sin más y con el corazón a no dar más seguimos caminando hacia el ascensor de espejos. Al cerrar sus puertas, Sabrina estalló en risa mientras marcaba el número 4 de el edificio.

—Te lo dije.

—¿Que cosa?—pregunte ansiosa cuando ya íbamos llegando al piso.

—Que el no podría despegar sus manos de ti.—río nuevamente cuando se abrieron las puertas con la campanita que indicaba que podíamos salir.

Cambiamos nuestra expresión nuevamente a seria total mientras salimos en un pasillo con hormigón gris desgastado, paredes blancas relucientes mate y unas luces de tubo que daba un efecto de que el pasillo fuera de color verde metálico.

Unos escalofríos recorrieron mi cuerpo al pensar que se trataba de un pasillo de una película de terror, donde hombres de negro saldrían a matarnos, tal como cuando era pequeña.

—Maia...—susurró Brina al ver a un hombre similar al de mi pensamientos al final del pasillo donde teníamos que doblar. Me agarró del brazo y me tiro hacia unas escaleras de emergencia donde no nos verían.

—Espérame aquí.—susurró al mostrarme la escalera.—distraedlo y yo me iré por las escaleras hacia detrás de él. Confía en mi.

Hablo sin dejarme oportunidad en hablar hasta que se fue corriendo por las escaleras dejándome sola. Definitivamente esto iba de mal en peor.

«piensa... piensa...»

Tenía que distraerlo y no salían opciones de mi cerebro con poca imaginación pero... estábamos en una fiesta... con alcohol y drogas... gente estupida que necesitaba jalar para divertirse...

Tenía que hacerme la borracha a punto de hacerse pis, si. Lo tenía. Podía hacerlo, ya me había puesto borracha antes y conocía mis movimientos o eso creía...

Y entonces salí a tropezones. Puse mis ojos un poco entrecerrados mientras choqué contra la pared cuando el hombre alto, ancho y gordo con pelo negro a ras de su cabeza me miró con sus ojos como plato.

Signora, non può essere qui. È un'area ristretta.—habló el hombre con cara de enojado mientras se acercaba a mi con su mano en frente mío con la seña de pare. Hablaba italiano obviamente, aunque no le entendí ni la mitad de lo que dijo.

—Oh. No hablo italiano... necesito un baño...—empecé a tartamudear de nervios todavía tropezando que me servía para seguir con mi papel.

—No puede estar acá.—dijo con un tono fuerte con un tono italiano cuando vi que Sabrina estaba detrás de él con su mirada inyectada en adrenalina y sus ojos verdes bien abiertos. Se río mientras me mostraba sus manos con sus dedos moviéndose en cuanto el señor perdió la atención de mi, al escucharla por detrás.

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora