Capitulo 25

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Maia Afrodita Zabat

—Londres.—respondo ante la pregunta de Jaden. Tras unos minutos incómodos de silencio, me empezó a preguntar diferentes cosas a lo que llego a "que país me gustaría visitar"

—Buena elección Señorita.—se ríe dejando ver su dentadura perfecta. ¿Todos los corruptos son así de encantadores?

—Te toca.—me incentiva a preguntarle algo en cuando busco canciones buenas al oído por la radio.

—¿Eres macabro como tus hermanos?—pregunto sin pudor arrepintiéndome al instante.—No... disculpa, esa pregunta estuvo fuera de tema.

—Tranquila.—Se pasa la mano por su cabello sedoso mientras fija la mirada en el trayecto.—y respondiéndote... no, no lo soy. O bueno eso intento. Vivo en una fraternidad y voy a la universidad... estoy tratando de sacar un logro por mi y no por el camino fácil, ¿sabes? Y ya estoy en mi último año...

Quedo sin plantas ante la respuesta. No me esperaba aquello de el, menos conociendo a sus hermanos engreídos con sus lujos y vida millonaria.

—Me alegra. Enserio.—aseguró en cuanto encuentro una canción buena y relajante. Apoyo mi cabeza al respaldo y seguimos el trayecto hasta llegar a la misma casa que amanecí esta mañana.

—¿Quien es?—un hombre mayor vestido de blanco nos hace abrir la ventanilla y Jaden se saca los lentes que por extraña razón se había puesto hace unos minutos.

—Tú puta abuela.—le responde a lo que el hombre se ríe y nos da la pasada. Vaya humor.

—Ese es Cleiton... joder que amo a ese viejo.—dice sonriendo a lo que hace que encorve mis comisuras igualmente.—Trabaja con mi familia de hace años y pues ya le agarre cariño.

Encantada ante su muestra de cariño, nos estacionamos y una figura conocida sale disparada de la casa blanca hacia mi puerta abriéndola agresivamente.

—Vaya cenicienta. Pensaba que demorarías pero no tanto.—Leo dice ofreciéndome su mano pero la rechazo bajándome como puedo en el hormigón.

—La perfección requiere tiempo.—Jaden interrumpe y le da unas palmadas a su hermanastro perdiéndose en la puerta de entrada.

Acercándonos a la entrada, Leonardo me toma la mano haciendo que tense todos mis músculos pero controlo el nudo de rabia en mi estomago y recuerdo que era todo para fingir nuestra supuesta relacion.

—Señor, los hermanos Raynold llegaron...—Llega Gian, el mismo chico que había estado conmigo en Italia a lo que le ofrezco una sonrisa.

—¿Y quien mierda los invito? ¡Joder!—Leo se exalta apretando mi mano, quejándome me suelta bruscamente y entramos por la gran puerta.—No quiero que se acerquen a Afrodita. Y tú no hables ni puta palabra.

Boquiabierta y sorprendida por su estupida reacción entro detrás de él viendo como las miradas recaían en nosotros mientras caminábamos hacia una especie de mesa con unos hombres y mujeres.

—¡Leo!—La señora de hoy en la mañana brama al vernos y el le levanta la mano haciendo que se siente y esta rueda los ojos para después sentarse nuevamente y tomar su trago.

Me tira de la muñeca hacia una silla al lado de el y veo como Patrick con Jaden y un hombre mayor llegan a la misma mesa.

Leo ante la llegada de el, se revuelve en su asiento tensando su mandíbula y apretando los puños pero se contiene tomando de su vaso con licor.

—Afrodita...—Patrick me dirige la palabra para luego sentarse al frente mío al igual que Jaden.

—Gerald.—el hombre canoso vestido en terno negro se presenta ante mi y me ofrece su mano para saludar la cual acepto.—Padre de este desastre.

Señala a Leo y le doy una pequeña sonrisa sin despegar mis labios tal cual como me había señalado Leo anteriormente.

Aunque odiaba esta situación de callar y no ser yo misma, era lo que me convenía, supongo.

Recibo una copa de champagne y mientras iba tomando pequeños sorbos Leo no despegaba la vista de su celular.

Su estupida actitud me tenía hasta la coronilla sinceramente y conociéndome no sabría si podía aguantar más tiempo así. Tercos con tercos, no caen...

—Leo.—le muevo el brazo mientras la familia de el conversaba lejanamente a nosotros.

—Ahora no.—me levanta el dedo índice pidiendo silencio y le pego.—¿Que mierda te pasa?

—¿Que, que mierda me pasa?—le respondo más fuerte de lo que esperaba ay abre los ojos como plato.—Eres un gilipollas. Eso es lo que pasa, y de ser la persona más tierna, pasas a ser un completo capullo y aprovechador de mi.

—Cálmate.—me ordena pero me paro y salgo disparada pero me sigue.—No te atrevas a darme la espalda.

—¿O si no que?—le amenazó quedando cara a cara.—me besas, dices que quieres pasar tiempo conmigo y después te largas tirándome excusas baratas como la de mi padre.

—Afrodita... yo no quise hacer eso.

—¿Entonces que? ¿Esperas que caiga a tus pies luego de tu asquerosa actitud? ¿De tú asqueroso mundo?—le arrebato la copa que tenía entre manos y me la tomo.

—Vaya... vaya... vaya...—Patrick llega dando paso ligero hacia nosotros.—Que linda pareja. Aunque ¿un poco falsa y tóxica no? Me huele a Chernobyl por aca...

—¿Discukpa?—quedó atónita a sus desubicadas palabras pero me mira con una sonrisa de par en par.

—No te le acerques.—Leo le para apoyando su mano en el pecho de el que venia hacia nosotros.

No sabía que coño pasaba ni su rivalidad, pero parece que alrededor notaba la tensión entre nosotros haciendo que no se escuchara ni una voz. El brazo de Leo me agarra y me pone detrás de él, haciendo que calle y deje nuestra discusión pendiente.

—¿Que pasa Leito?—Pregunta Patrick me agarra la mano y me lleva al otro lado.—¿No quieres que pase lo mismo que la última vez?

«¿Que última vez?»

—Déjame.—le ordenó al encontrarme entremedio con sus mando encima de mi.

—Buenas agallas, pero el no vale la pena.—musita ante mi y me suelta.

—Muévete Afrodita. Sal de acá.—me ordena.—y tú también.

—No seas asi con mi chica.—Patrick le hace un gesto de calma mientras yo estaba de por medio.—Además en mi casa. Deja tu actitud de mierda de lado hermano, somos socios. Tenemos que "apoyarnos".

—Es una ingenua, no sabe en que se mete.—Leo le aclara a su hermanastro y quedó espantada al ver a Leo convirtiéndose en alguien que no conocía.—Ándate ahora.

—Que lindo, eres tan protector pareces mi papá.—digo con la rabia por las nubes olvidando por completo donde estaba y de Patrick a mis espaldas.—¿Eso es lo que querías escuchar?

—No.—responde abriendo los ojos como plato y me percato que Patrick se encontraba igualmente.

—¿Que? ¿Quieres cogerme Leonardo?—exclamó totalmente ida por el enojo olvidando que su hermanastro espectaba todo esto.

—¡No! ¿Puedes callarte?—me vuelve a ordenar.

—¡Joder! Que tensión por acá.—Patrick se larga dejándonos solos.—Vuelvo luego de unos tragos.

—Oh si. Obvio que quieres.—Empiezo a gritar mientras Patrick se aleja de nosotros luego de fastidiar un rato.

—¡Joder Afrodita!—brama igual de alto que yo pero esta vez me agarra del brazo y sube las escaleras conmigo arrastrando.—¡Patrick es peligroso joder! Y tú no haces más que darle bola.

—Acá el único peligroso e imbecil eres tú.

Continuará...

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora