Capitulo 49

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Leonardo Romano

Suena de lo más enfermo de mierda, pero ver a Maia en mi mano tiritando únicamente de miedo ante mi y por las palabras reales y suaves comparando a lo que realmente le quería hacer, me hacía sentir autoritario como antes de que hubiera caído por ella. Como si ya no tuviera control sobre mi.

Una rabia se apodero de mi pecho y la solté cuando se quedó procesando por un par de minutos mientras me observaba con una mezcla de ardor y deseo dejándome más duro con solo un tacto de su dulce piel.

La había estado deseando todo este último mes, y a pesar de tener a cualquier mujer que se me cruzara, ni una saciaba las ganas que tenía. No podía pensar ni formular oraciones coherentes en solo recordar nuestro último encuentro en la escuela. Y si me preguntan por qué pasó en la escuela... si, la quería joder y coger al mismo tiempo.

—¿Te quedaste sin palabras o se te subió el orgasmo a la boca?—seguí con mi diálogo aunque mis manos me ardían por tocarla.

—Hostia, que insoportable.

—No juegues con el diablo si no te gusta el infierno.

—Leonardo. Supérame, estoy con alguien más.—«con el que no se le para, Evan Galanis.» formuló mi mente recordando que me había desvelado una noche buscando cada migaja de su miserable vida investigándole.

—¿Me quieres?

—No lo se. Muérete a ver si lloro.—me espetó con sus ojos llenos de rabia.

—Te lo vuelvo a preguntar.—reitere perdiendo la paciencia. Necesitaba escucharla. Necesitaba que me dijera lo que sentía o perdería la cordura.

—No. No soy tú puta personal y no quiero estar contigo. ¿Te lo explico? El tiempo me ubico, no tanto como a ti.

Sonreí ante la vista que me daba y por su sarcasmo adquirido. Ya no quedaba nada de la Afrodita cagona de un principio, y se defendía al igual que yo.

El vestido negro de uniforme le quedaba perfecto tal cual a pesar de que se le hacían bolsas indicando que era más grande que su pequeño cuerpo. Su cabello rubio se meneaba cuando sentí que me había puesto duro en solo verla a metros. Maldije entre dientes y me aveciné a la barra a ahogar mis problemas en alcohol como cualquier sensato lo haría.

—Dame un trago.—espete molesto a la tipa de violeta cuando Patrick me miró con su pómulo enrojecido. Si me había picado la mano cuando me rechazo en el VIP, verla besando a Patrick desató la furia que había estado guardando.

Empecé a apretar el vaso tal cual el pecho se me contraía.

—Yo no fui el culpable.—se excusó Patrick Antea de que le lanzara otro golpe más. Tenía razón, Maia se le lanzó únicamente para joderme, tal cual como yo lo estaba haciendo.—Tú la provocaste.

—Sal de aca.

Se paró mientras la tipa de la barra me entregaba el vaso con un líquido dentro. Cynthia, o eso marcaba su placa pegada a su vestido. Tenía unas buenas tetas y curvas no tan acentuadas pero no estaba mal. Era amiga de Maia... y me gustaba el concepto de guerra con la mujer que más deseaba.

Pedí un segundo, tercero y cuarto dejando que el estómago me ardiera como mil demonios y que la vista se me nublara levemente.

—¿Porque tanta desesperacion por beber?—preguntó la chica.—Vas a matarte asi.

—Algunos fuman, otros beben y otros se enamoran. Cada quien se mata a su manera.

Se sonrojó no se si por vergüenza a la estupidez que me preguntó o por mi respuesta.

Sombras que aman (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora