Agarre la mano de Draco, juntos bajamos del carruaje, estábamos de regreso a casa. Los elfos en la entrada agarraron nuestras cosas y se retiraron.
—Calma—acaricie su mano. —Hoy él no vendrá.
—Tengo más miedo por ti que por mí.
—Estaré bien si tú lo estas—le di un beso. —Vamos.
Comenzamos a caminar hacia su casa, cuando estuvimos dentro Cissy nos recibió, su mirada mostraba tristeza pero a la vez felicidad de ver a su hijo.
—Hijo mío—sollozó. —Estás tan delgado.
—No llores, mamá—murmuró Draco haciendo una pequeña mueca. —Estoy bien.
—Ahora que estás conmigo si lo estas—lo abrazó y me miro. —Muchas gracias, Ly, por cuidar a mi pequeño.
—Lo amo, por eso lo cuido—sonrió. —¿En dónde está Evan?
Cissy mostro una pequeña mueca. —En su habitación, no ha salido desde...bueno, que él te lo explique.
Agradecí a Cissy y empecé a caminar hacia la habitación. Iba a tocar la puerta, pero empecé a escuchar unos pequeños lamentos, entonces decidí solo entrar.
—¿Evan? —pregunté, encontré a mi hermano en el suelo, abrazando sus piernas.
—Lydia...—empezó a llorar con más fuerza. —Lydia...
Me acerqué rápidamente y lo abracé. —¿Qué paso, Evan?
—Thomas...ha muerto.
Lo mire horrorizada. —¿Q-Qué?
—Sí...ha muerto.
No lo podía creer, el chico que conocía desde los diez años...estaba muerto.
—¡Era mi mejor amigo! —empezó a gritar. —¡Mi hermano! ¡¿Cómo puede estar muerto?! — lo abracé con más fuerza a Evan. —Tan solo...él tan solo quería ser...feliz.
Durante una hora, tuve a mi hermano abrazado, hasta que el sueño empezó a dominar su cuerpo, agarre su cuerpo y con todas mis fuerzas lo eche en su cama, así mismo lo cubrí.
Thomas era su mejor amigo.
Empecé a caminar hacia mi habitación, no sabia como reaccionar, sin darme cuenta, terminé en la habitación de Draco.
—¿Lydia? —me miro. —¿Por qué estas llorando?
—Thomas...—Draco se acercó rápidamente a mí. —Thomas...está muerto.
No puede resistirme más, y me derrumbe en los brazos de Draco, empezando a llorar.
Thomas
—Gracias por su ayuda, profesor Lupin—agradecí subiendo la última maleta de mi madre. —Sin su ayuda, seguiríamos en las garras de mi...padre—lo último lo dije con furia.
El profesor se acercó para poner su mano en mi hombro. —De nada, hijo—me sonrió. —Sé que esta pequeña casa no es tan grande, pero mientras movemos algunas cosas en el cuartel, se tienen que quedar aquí.
—Esta perfecto para los dos, profesor—habló mi madre, dándole un pequeño abrazo al profesor. —Usted es un ángel.
El profesor Lupin se sonrojo un poco. —Señora, es muy dulce al decir eso.
—No se olvide de alimentarse—le dio una caja de galletas. —Especialmente de su poción para "su pequeño problema peludo" —le guiño de una manera graciosa.
—Señora Backus—mi madre le dio un pequeño golpe en el hombro. —Digo, señora Jones—nos sonrió a los dos. —Es mi momento de irme, cuídense mucho.
—Estaremos bien, profesor.
El profesor Lupin se retiró, mi madre y yo nos quedamos solos.
—Hijo, sube esas cajas—me ordenó. —Yo iré a regar un poco el jardín, deseo poner unos hermosos tulipanes.
Asentí y empecé a subir las cajas, mi madre se retiró al jardín.
La casa que nos había traído el profesor Lupin, estaba ubicado en un campo, a una media hora de la ciudad. Aunque era pequeña, para nosotros dos era perfecta.
Todo estaba en absoluto silencio, hasta que escuche a mi madre gritar.
—¡Thomas! ¡Corre!
Ante su grito agarré rápidamente mi varita para salir a buscarla, sin embargo, no la encontré en el jardín.
—¡Mamá! —empecé a correr por todo el campo, la altura del césped era demasiado, tanto que llegaba casi a mi frente. —¡Mamá!
—¡Thomas! —escuche a mi atrás. —¡Huye!
Empecé a correr hacia el lugar que provenía el grito, tenía la varita fuertemente agarrada. Cuando estaba cerca del lugar, vi como un rayo de luz verde aparecía.
—¡Mamá! —grité, empecé a correr más rápido, llegando en unos segundos al lugar. —¡Mamá!
Mi mamá estaba tirada en el césped, su mirada estaba perdida, ella estaba muerta, al instante me tiré al suelo y abracé su cuerpo, empezando a llorar.
—¡Mamá...! —grite. —Tu no...mamá.
—Siempre has sido un llorón—hablaron detrás de mí.
Agarre con fuerza mi varita y me gire, para encontrarme cara a cara con mi padre.
—¡¿Qué mierda haces aquí?! —grite levantado mi varita. —¡Expelliarmus! —desarme a mi padre.
—Cuida tu vocabulario, jovencito—soltó una risa cínica. —Así que...pensaban que se podían ir así por así, ¿no?
—¿¡Por qué no nos dejan en paz!? —grite con más fuerza. —¡No reveláramos en donde estabas! ¡Solo queríamos irnos de ese maldito lugar!
—Hijo mío...—abrió sus brazos. —No seas estúpido, te doy un minuto para que recapacites—soltó una risa. —Mira a tu mejor amigo... ¿Evan, no? Un excelente mortífago...pero tú, eres igual que tu madre, par de inútiles...
—¡No hables de mi madre! —hable empezando a temblar del odio que sentía. —¡Ella era un ángel!
—Ya me aburrí—rodeo los ojos. —Decide hijo mío, ¿te unes...o mueres?
—Prefiero morir antes que unirme a ti.
—Bueno...—bajo sus brazos. —Daría un discurso conmovedor pero...no hay tiempo.
—¡Thomas! —gritaron a los lejos. —¡Thomas!
—¡Profesor Lupin! —grite con todas mis fuerzas, con mi varita eche unas chispas rojas al cielo para que me encuentren. —Creo que tienes tiempo para pensar en tu estadía en Azkaban.
Mi padre empezó a reírse. —No lo creo...
—Solo eres un hombre con miedo—gruñí. —¡No eres nadie!
—Thomas...
—¡Te crees superior! ¡Pero solo le lames los pies a Voldemort!
—No te atrevas a decir su nombre...
—Ya no te tengo miedo, padre...—murmure.
Mi padre y yo nos vimos por unos segundos, hasta que él sonrió.
—Bueno, creo que es hora de que vayas con tu madre.
—¿Qué?
En un abrir y cerrar, mi padre agarro rápidamente su varita y me miró.
—Adiós, hijo... ¡Avada Kedavra!
Sentí como toda mi vida se iba, desde que conocí a Evan, cuando conocí a Lydia, mi primer abrazo con Evan, las galletas de mi madre...toda mi vida paso delante de mí.
Hasta que no sentía nada más.
Ahí supe que estaba muerto.
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Siempre estuvo ella ↯ ┃Draco Malfoy┃☑
أدب الهواةLydia, perteneciente a la noble y ancestral casa de los Robertson, seleccionada en Ravenclaw, enamorada desde su primer año del chico más arrogante de Hogwarts, Draco Malfoy. Desde pequeña le inculcaron firmemente la importancia de la pureza de san...