Siempre estuvo ella ↯ ┃Draco Malfoy┃☑

➸ Capitulo 86

Adonis

—¿Eso es todo? —pregunté a Lucius, él vio a lo lejos los cuerpos de muggles recién asesinados.

—Supongo...en estos últimos días de abril, no sucede mucho—murmuro cansado de la situación. —Vámonos.

Estábamos a punto de irnos, hasta que alguien se puso delante de mí.

—Vaya, vaya—soltó una risa. —Robertson, un gusto.

Lucius me agarro para impedir que golpeará a Andrew Rowle.

—Adonis—Lucius habló. —Tranquilo.

—¡Te voy a matar, Rowle! —grité.

—¿Así como mate a tu esposa? —comenzó a reírse.

La rabia se iba apoderado de mi cuerpo.

—Solo quería decirte...—murmuro. —No bajes la guardia, digamos que aún falta quitarte más personas...te daré en donde más te duela.

—¡Te mataré para que no lo hagas! —gruñí.

—Como digas—se burló. —Ya eres abuelo, ¿no? ...me invitas al cumpleaños.

—¡Maldito! —exclame intentado que Lucius me suelta.

Rowle se reía mirando. —Gracias al Señor Oscuro que me libero—empezó alejarse de nosotros. —¡Adiós!

Finalmente me solté de Lucius y quería ir detrás de él, pero Lucius me habló.

—Adonis—puso su mano en mi hombro. —No lo hagas.

—¿Tú acaso no lo harías si hubiera matado a tu esposa? —pregunté con odio.

Lucius se quedo en silencio y suspiro.

—Será mejor que nos vayamos.

Junto a Lucius aparecimos en la mansión de los Malfoy, al instante entre directamente a mi habitación, ni dejé que Lydia me saludará.

Me dejé caer sobre la cama, cerré mis ojos suavemente y dejé que el sueño invada mi cuerpo.

Abrí mis ojos al ver como una lechuza entraba por la ventana, agarré su pequeña pata y saqué la carta que tenía.

"Felicidades, abuelo. R."

Abuelo.

¿Mi nieto ya nació?

Agarre mi varita e iba aparecer en la casa que estaba Evan, pero escuche un pequeño ruido detrás de la puerta. Me acerqué lentamente, al abrir la puerta no encontré a nadie.

Decidido, me giré y cerré la puerta con llave, al instante me aparecí a unos metros de la casa de Evan.

Sentía miedo, sabía que vivían aquí pero no me sentía seguro de venir, no sabia si iba a ser bienvenido. Solo faltaba unos pasos para llegar y empecé a escuchar un llanto.

Mi nieto.

Tenía agarrado con fuerza mi varita, mi corazón empezó a palpitar con intensidad, empecé a caminar de nuevo hasta llegar, toque la puerta y esperé que alguien abriera.

—Si te llego mi mensaje—habló Remus. —Felicidades, nació el cinco.

—¿En-En donde esta? —pregunté.

—Arriba—me dejo pasar. —Ven, vamos.

Empezamos a caminar hacia el piso de arriba, al llegar solo había una habitación con la luz encendida. Remus me miro y me dio permiso para que pasará, con timidez caminé hacia allá.