Capítulo 34: Siempre están esas dobles intenciones

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Nada como una noche reparadora para dormir como era debido y deshacerse tanto de su desmañada como del cansancio por caminar de forma casi maratónica. Incluso se daban el lujo de permanecer un poco más en sus cómodos lechos antes de que vinieran a indicarles que el desayuno se encontraba ya servido en la planta baja.

Al fin sentían que sus vacaciones estaban dando inicio.

—Creo que he dormido más de lo que necesitaba –indicaba la castaña mientras entre abría un poco sus ojos. La luz natural que se filtraba desde el balconcito le indicaba que era hora de levantarse.

—Pero la noche estuvo muy fresca pese al calor que hacía –mencionaba Momoi quien yacía sentada sobre su cama, bostezando tenuemente-. ¿Qué tal descansaste tú, Axelle?

No hubo respuesta por un largo tiempo, por lo que inevitablemente las tres chicas dirigieron su mirada hacia la cama donde se supone descansaba la rubia. Lo único que encontraron fue aquella larga almohada de aquel tierno personaje conocido como rilakkuma en su usual café claro.

—Seguramente ya se levantó –opinaba la castaña.

—Su almohada es muy mona –dijo entre risillas la peli rosa.

—Digamos que no puede dormir si no sujeta su almohada o algo que se le parezca durante la noche.

Sin embargo, su charla tendría que ser postergada. El cuchicheo en el pasillo era demasiado grande como para que les pasara por alto. ¿Por qué estaban haciendo ruido tan temprano? Al parecer ni siquiera sabían cómo comportarse en un lugar ajeno.

—¿Por qué demonios están haciendo semejante ruido? Muchas personas todavía siguen durmiendo…-Riko no dijo más. En el instante en que salió de la habitación contempló en vivo y en directo la razón de todo aquel cuchicheo y expectación.

—¡Pero si son…! –gritó ahogadamente Momoi.

—Además…¿por qué demonios están aquí dormidos, para empezar? -cuestionaba Jumpei mirando acusadoramente a aquel bribón pelirrojo-. ¡Maldito suertudo!

—¿Qué estás insinuando…Hyuuga-kun? –el peli negro simplemente se calló, haciéndose el occiso-. ¡No me ignores! –replicaba Riko.

—Kuroko no los dejó entrar en la habitación sin importar las amenazas que hicieron. Incluso intentaron echar la puerta abajo –comentaba seriamente Izuki-. Al final todo fue inútil.

—No pensé que fuera a hacerlo de verdad –la peli rosa no era la única sorprendida-. Aunque se lo tenían bien merecido.

—En cuanto despierten les daremos un castigo ejemplar –comentaba seriamente Hyuuga, ignorando aquella mirada encendida que la castaña le mandaba tan amablemente-. Por el momento, que alguien se encargue de despertarlos. Además alguien debe de…apartarle de su lado –tragó saliva pesadamente.

—¿Por qué dices algo como eso si eres precisamente la persona que va a hacerlo, Hyuuga? –le recriminaba Izuki a todo pulmón. Él también deseaba "ayudar" en la tediosa tarea.

—Como eres un gran amigo, te permitiré que me eches una mano –le sonrió ladinamente, con aquel brillo de confiabilidad en sus pupilas.

—Jamás dudé de ti, Hyuuga –mencionó conmovido, con unas tenues lágrimas escapándose de sus ojos-. Nunca olvidaré este día.

—No digas esas cosas, Izuki. Sabes que siempre compartiré momentos únicos como éstos contigo. Sé que me entiendes mejor que nadie –recitó inspirado. Ambos se habían tomado de las manos y se miraban enternecedoramente, como si fueran hermanos de toda la vida.

—Ustedes dos…¿qué creen que…van a hacer, eh? –no es que de repente la temperatura se incrementara y el calor asolara de golpe repentinamente. No, se trataba de Riko que observaba inclemente y furiosamente a esos dos insolentes y despreocupados chicos. Las puertas del infierno estaban abriéndose para ellos y ella simplemente se encargaría de arrastrar sus penosas almas hasta allí.

Addicted to U [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora