Capítulo 82: Lecciones de vida

399 35 17
                                    

¿Cómo habían podido terminar las cosas de semejante manera?¿En qué instante la vida les dio la espalda y los dejó tumbados a su suerte?¿Cómo fue que perdieron el dominio que llevaban hasta hace poco para dejarlos en tan precaria situación?

—Lo hicieron mucho mejor que nuestros anteriores contrincantes, lo acepto –su traje en comparación con el de Kagami no lucía tan vistoso.

—No negaré que sabes cómo usar esa marcadora, número XXVIII. La próxima vez no voy a dejártela tan fácil –no quería admitir la derrota, no cuando estuvo a punto de derribar a ese enemigo suyo, pero ya no poseía municiones con las cuales contraatacar a diferencia de él.

—Ya me las pagarás la siguiente vez...Tsk...-Aomine estaba en las mismas condiciones que el pelirrojo. Sin más bolas de pintura no podía dejarle ningún bonito recuerdo a las ropas de ese sujeto y al mismo tiempo, dejaba en claro que había perdido.

—En realidad podríamos considerarlo como un empate, ya que nos quedó sólo una bola de pintura –habló el II-. Así que no estaría mal darles el tiro de gracia –Taiga y Daiki sólo se miraron de soslayo, sabían lo que pasaría.

La situación había tenido un desenlace completamente diferente del lado de Midorima. Ya que no sólo él había caído, sino también su contrincante, en todo el sentido estricto de la palabra.

Al lado de cada uno permanecía su respectiva marcadora. Era difícil de creer que eran personas las que estaban boca arriba contra el suelo y no un par de círculos monocromáticos de los colores primarios.

Habían usado hasta las municiones de Murasakibara para llevar a cabo ese bombardeo de pintura. Sin duda, fue un duelo digno de verse.

—...Admitiré que eres bueno...por esta ocasión. La próxima vez te destruiré...-sentenciaba Midorima.

—La siguiente vez no seré tan amable contigo –agregó burlonamente su enemigo.

—Mido-chin, tengo hambre...Verlos pelear de esa manera tan intensa me abrió el apetito...Pásame mis dulces, están a tu lado.

—¡Idiota, están empapados de pintura! –le gritoneó.

—Da igual. Aún son comestibles.

—¡No, no lo son! –Atsushi iba a terminar con la nula paciencia que le quedaba-. Esto...me pasa por haber dejado que destruyeran...mi ítem de la suerte...-sollozó el pobre hombre.

—¿Estás...llorando? –preguntó curioso el número XXI.

—¡Claro que no! –gritó ofendido el peli verde-. He tenido mala suerte desde que Takao entró a la misma universidad que yo...¡Desde que me topé con la cínica novia de Aomine...y desde que esos gemelos se cruzaron en mi vida!

Lo único que podía apreciarse sobre las ventanas eran todos esos manchones de pintura que impedían que las curiosas miradas se filtraran y apreciaran lo que sucedía en el interior. ¿Quién había sido el ganador dentro de ese reducido campo de batalla?

La respuesta quedó clara en cuanto el vencedor abandonó aquel fuerte, alzando la bandera y con ello dando por concluido el juego. El silbato de término sonó, estableciendo que llegó el momento de parar todo.

Pronto todos se reunieron en la zona central de aquel lugar. No por nada ese equipo había permanecido invicto durante todas las rondas anteriores.

—Lo lamento Akashicchi –lloriqueaba el rubio. Si bien le había logrado meter sus buenos disparos al enemigo que le sorprendió, al final habían logrado arrebatarle la bandera haciendo uso únicamente del verbo. Él y su basta vanidad habían sido su acabe.

Addicted to U [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora