Capítulo 106: Gélido

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La cara de preocupación, así como esa respiración entrecortada, pasaron a segundo término cuando notaron que él venía totalmente solo. ¿Dónde se supone que estaba la castaña?¿Acaso se había quedado atrás mirando alguna tienda? Quizás eso era algo aplicable para cualquier otra chica menos para alguien como Aoi. Entonces se limitaron a cuestionar a la única persona que podía aclararle sus dudas.

—¿Y Aoi?¿Dónde está? —Hadrien fue el primero en interrogar. Habían salido todos de la casa en cuanto escucharon que alguien tocaba el timbre como compulsivo.

—Ella...¡Ella salió corriendo...! Y le perdí de vista —relató con sus pulmones apenas recobrando el aliento.

—¿Pero por qué salió corriendo? Ella no es tan precipitada —decía Leo.

—¡Es que la vimos! Nos topamos con ella...—replicó con enfado a sí mismo. Si él no le hubiera dicho nada, en esos momentos continuaría disfrutando de su cita con la castaña.

—...Natalia...—sentenció Axelle. Era la única idea que se le venía a al cabeza que motivara a Aoi a salir corriendo sin más.

—Cuando me di cuenta ya no estaba a mi lado...Y ahora no sé dónde está...No responde a su celular ni nada...—el pobre hombre no era más que un manejo de nervios y culpabilidad.

—No tenemos más alternativa que ponernos a buscarla. Aunque la ciudad es enorme...—Marko conocía el terreno y sabía que esa búsqueda iba a ser todo un dolor de cabeza.

—Pero podemos enfocarnos de momento yendo a donde vive, ¿no? Podríamos tener un poco de suerte —al alemán no le daba buena espina lo que estaba sucediendo.

—Andando entonces —proponía Aomine.

—Sigue intentando llamarla, Kise. Tal vez responda y nos dé pistas de por dónde anda —Axelle simplemente se limitó a mirar su celular. Era una fortuna que apenas fuera medio día.

En otro momento posiblemente no hubiera actuado de esa manera tan impulsiva, dejándose controlar completamrnte por sus emociones. No obstante, en cuanto su mirada se cruzó con aquella mujer, con esa chica que se había atrevido a ultrajar a su novio sin importarle absolutamente nada, no había marcha atrás. Tenía que darle su escarmiento personalmente o no estaría tranquila.

Fue así como seguía los pasos de manera sigilosa de esa blonda mientras se dedicaba exclusivamente a las compras y a los piropos que más de un hombre le lanzaba.

En ese momento ignoraba por completo que había dado a ir hasta la Plaza Cordusio.

—...No me sorprende que se la viva despilfarrando el dinero en cosas innecesarias...—estipuló. Era una fortuna que nadie entendiera lo que dijera y que fuera imposible que la conocieran; incluso esa rubia italiana.

Pronto esa mujer volvió a emprender la retirada. Aunque ahora, para el infortunio de la castaña, había abordado un lujoso bugatti negro. Lo cual significaba que la perdería de vista si no se apresuraba a encontrar un modo de seguirle el rastro.

Como pudo cogió un taxi y haciendo valía de su fluido inglés logró darle indicaciones claras y simples al conductor. Menos mal que llevaba la cartera consigo.

Maldito Kise, todo es tu culpa...—y era un hecho confirmado—. Mira que tener que hacer este tipo de cosas. Sin embargo, si no zanjo este asunto, no podré sentirme en paz conmigo misma...

Posiblemente ese era su día de suerte. O al menos así lo vio en cuanto contempló que la chica simplemente estaba cambiado de zona de compras. Por lo que era el momento adecuado para aprovechar la situación y abordarla. Había que hacerlo antes de que decidiera ir directo a casa.

Addicted to U [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora