Addicted to U [EN EDICIÓN]

Capítulo 105: Moraleja

Tras el término de aquella deliciosa cena dio inicio un nuevo debate dentro del comedor. Había que decidir la manera en que se iban a repartir las habitaciones ya que no había suficientes camas para todos.

—Entonces nosotros tomaremos la habitación con las dos camas individuales —fueron las palabras del italiano. Ni Hadrien ni Leo se mostraron en contra de aquella decisión.

—Así que Aoi tú y yo...—a la castaña aún no se le pasaba el malhumor por todo lo que el rubio había hecho, así que le ignoró de una manera épica—. Dormiré con Aominecchi —se deprimió nuevamente ante su desgracia. Él quería estar con Aoi y no con el moreno.

—De ninguna manera —refutaba Daiki.

—¿Pero por qué Aominecchi? Somos buenos amigos y debemos ayudarnos en los malos momentos —esa pregunta era un reclamo pasivo.

—¿Crees que cambiaría el poder dormir con Axelle por pasar la noche con un masoquista como tú, Kise? —canturreó dulcemente el alemán—. Es como si tú tuvieras esa oportunidad con Aoi y él viniera a pedírtelo.

—Aunque fuera el caso, no lo haría. Preferiría dormir en la sala o en el piso —aclaraba el peli azul.

—Axelle-chan —ahora intentaría convencer a la novia del moreno.

—Odio decirte esto, pero aunque me fuera a dormir con Aoi, Daiki no te dejaría entrar a la habitación. Es decir, el resultado sería el mismo —estableció. Y lo triste del caso es que era cierto.

—De igual manera no puedo creer que le permitas dormir contigo, Axelle-chan —soltó con tremendo asombro el rubio, a lo que el moreno le objetó con una mala mirada. Incluso Aoi estaba asombrada de las confianzas que esa pareja se tenían; ella no podía imaginarse compartiendo la misma cama con Kise ni siquiera tras dos años de relación.

—¿Por qué? Es la cuarta vez que compartimos habitación —ilustró Axelle quitada de la pena, causando que esos dos casi brincaran de su asiento. ¿Cómo podía decir algo tan frescamente?¿Y cómo es que ya iba a ser la cuarta vez?

—No pasó nada, idiotas —les hizo saber Aomine, ya que la manera en que les observaban denotaba claramente que su imaginación había volado muy alto.

—Bueno, creo que han sido demasiadas emociones para un solo día. Me iré a dormir ya, que descansen —se despidió Marko con un largo bostezo.

—Buenas noches a todos —prosiguió Leo en su partida.

—Que te acomoden los sillones, Kise —Hadrien, echándole más sal a la herida.

—Que descansen todos —se despidió Aoi de todos, menos Kise. Él no existía en su mundo de momento.

—Aominecchii...—suplicó una vez más.

—No es no —chasqueó, antes de pararse y llevarse a Axelle consigo.

—...Los sillones están muy duros...—se lamentó en solitario.

La habitación era lo suficientemente espaciosa, al menos para ellos dos. Y tras terminar de acomodar sus pertenencias no había más remedio que irse a dormir; el día que habían tenido había sido de locos entre el largo viaje y el secuestro express de Kise. Vaya manera de iniciar su estadía en Italia.

—Ha sido un día de locos —la mirada carmesí de la chica se postró en el alto techo.

—Si Kise no hubiera venido no hubiera ocurrido nada de esto —criticó.

—Eso no podríamos saberlo. Pudo haberle pasado a cualquier otro yendo por el pan —bromeó.

—Bien, ¿ya vas a decirme qué está ocurriendo aquí? A nadie engañas, Axelle —inquirió. Incluso se giró hacia ella, mirándole detenidamente; acción que provocó que ella le encarara.