Decisión

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México sonríe al escuchar la afirmación de su amigo asiático, aunque la verdad no es consciente de las miradas tan llenas de odio que ambos alfas se lanzan, Rusia está por aceptar también la invitación del pequeño Omega, pero su amada hija se le adelanta.

-Por supuesto que a Папа y a mi nos gustaría ir a cenar a su casa, llegamos lo antes posible, pero primero vamos a pasar por unos panecillos para el postre…. ¡Rápido, Папа! Prende la camioneta o el helicóptero si es necesario, yo iré por tu chaqueta y otra ushanka ya que esa no combina con tus zapatos -



Tras despedirse educadamente, Amerus se retira de allí para ir por las prendas mencionadas, todo bajo la curiosa mirada de los adultos, Rusia la compara con su padre, heredó un poco de su actitud. China frunce ligeramente el ceño, pero no por molestia, sino porque podrá ver más de cerca a la competencia, el Sovietico comienza a caminar con rumbo a su cochera para hacer lo indicado por su bendición, pues ya la escucha que viene de vuelta.


-Bueno México, nos vemos en unos minutos -


El latino solo asiente a lo dicho por el alfa y la videollamada finaliza, China suelta el esbelto cuerpo para permitirle mejor movilidad, total, ya marcó territorio como lo deseaba, México por su parte se dirige al refrigerador, de donde saca un par de bolsas con lo que parece ser carne, tocino y jamón, con intención de ser de utilidad, China se acerca al tricolor.

-¿En que te puedo ayudar? -

-En nada, en mi casa los invitados no cocinan ni lavan platos, mejor ve la tele, y cuando llegue Rusia abre la puerta, por favor -

De mala gana, China acepta lo dicho por el más joven, pues sabe lo terco que es y que no lo podrá hacer cambiar de opinión por nada del mundo, así que con resignación va de regreso a la sala para sentarse en el sillón y prender la televisión. Con algo de aburrimiento, cambia uno a uno los canales sin encontrar nada interesante que ver,por lo que, con un poco de fastidio se recarga en el respaldo de donde está sentado, pero la suave voz de México cantando lo hace girar un poco hacia la cocina, realmente es muy raro escuchar al omega cantar, solo lo hace cuando está verdaderamente feliz. Cuando el omega era intendente de la universidad, era muy frecuente escucharlo cantar por los pasillos de lugar, esa fue  algo que realmente lo cautivó, pero cuando lo vio, Dios, se terminó de enamorar de su belleza y amabilidad, pero aunque siempre existirá un abismo de edad, al menos ahora es menos notorio.

Una sonrisa adorna el rostro de alfa, sin realmente desearlo su imaginación comienza a  volar, una fantasía donde ellos dos ya están casados y el omega le está preparando con todo su amor la cena después de una larga jornada laboral, platicar de su día ¿Y porque no? Hacer el amor después de degustar los deliciosos platillos. Discretamente sacude la cabeza para regresar a la realidad, pues no quería despertar a su amiguito y pasar una situación vergonzosa con México, mejor decide continuar escuchando el lindo canto del latino. Tanta es su relajación que se queda unos momentos dormido, cerca de cuarenta minutos después, la puerta es tocada un par de veces, los golpes son bastante firmes aunque para nada suenan escandalosos.

China se estira un poco tronando así su espalda, esa siesta lo ayudó mucho, un bufido de molestia es dado por el alfa al escuchar más golpes, pero estos son más queditos, así que por petición del omega se pone de pie para poder abrir la puerta, sus pasos son lentos y llenos de fastidio, pues sabe perfectamente de quién se trata, ya que un aroma a manzanilla llega a sus fosas nasales, una vez abre el ya mencionado objeto, puede ver al alto ruso, quien fácilmente le saca una cabeza de altura, cargando a su pequeña que sostiene una caja con muy probablemente los panecillos que mencionó. Ambos adultos se miran con un muy bien disimulando semblante de desprecio gracias a su sonrisa. La única que no se esfuerza en disimular su desagrado por China, es Amerus, quien lo observa con los ojitos entrecerrados y su ceño fruncido, pero esa expresión cambia por una sonrisa de oreja a oreja al ver al latino acercándose tan sonriente mientras se retira su delantal.

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