[Capítulo 57]

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El orden por sobre todo.
La furia, que deshace al orden.
El miedo, que gobierna sobre la furia.
El caos, que calla al miedo.
Y la locura por sobre todo.

57
Cuerda suelta

Al levantarse la cortina de humo y arena, eso que nos recibió fue la vista de un valle de fantasía. Una vez más dentro del plano inmaterial, una secuencia de admiración precedida de la impresión marcada por una vida mortal me sobrevino. Hallé un paisaje elevarse, bosques y planicies, lagos y cascadas, extendiéndose por lo que parecía ser un sueño engendrándose a sí mismo. Más allá del horizonte, un mar de nubes contenido bajo la inmensidad de un cielo infinito.

Un retrato desafiante de los sentidos.

Ciertamente aquel lugar era producto del ego y la magia, un chasquido y un arrebato. Pero tales hechos no le restaban lo maravilloso que era observar y sentir al mundo respirar y ser calentado por un sol como una moneda en el cielo. Todo desde la cima de aquella montaña al lado de Efuruto, latía a un son distinto.

Y qué decir, salvo que un efímero suspiro tomó las riendas del mundo entonces originado y contenido por el plano mismo. Que entonces la súbita e inesperada inhalación que provino de ella, fuera más violenta que cualquier grito, avalancha o lamento subsecuente.

—Mi conexión al plano inmaterial... la he perdido.

Habría esperado una mirada quebrándose, su voz flagelada entonando una verdad como aquella. El peso de la certeza en sus facciones y palabras, ocasionó un impacto no menos desconcertante a que si hubiese sido de otro modo. Sentí el miedo por los dos asentarse en el estómago, enfriándome el cuerpo entero, desde el pecho hacia los brazos, los sentí entumidos.

Sonaba tan absurdo que aquellas palabras, en ese orden, las pronunciara ella.

—¿Estás segura? —cuestioné sin mucha convicción.

Efuruto me sostuvo una mirada firme y pesada como el hierro.

—Sí —dijo, marcando una pausa con un dedo—. No. Puedo sentir la magia fluir, arder y crecer, pero no puedo tomarla.

—El nueve colas debió robar...

Ella lo negó antes de que pudiera terminar.

En su rostro se reflejaba una calma rimbombante. Sus ojos miraban al horizonte inquietos, a la vez que el resto de sus facciones se mostraban serenas, casi metódicas.

—La magia inmaterial sigue aquí —añadió extendiendo los brazos frente suyo—. En este mundo, en esta realidad que he creado desde su núcleo. Es sólo que no se inmuta ante mí, quien le creó.

Mi aliento escapó en forma de fuego. Una lenta exhalación de fastidio se convirtió en el principio de mi voz escapando entre dientes.

—Él lo hizo —sentencié.

—Evidentemente.

Me contuve de decir algo más, no porque fuera particularmente complicado o porque dudara de cuál fuera a ser la respuesta a ello, sino que mis manos no pudieron evitar alcanzar una piedra al borde de la montaña.

—¿Qué me dices de la magia astral? ¿Y la afinidad elemental?

No recibí una respuesta, mas sí una confirmación. Efuruto alcanzó la piedra en mis manos, cubriéndola con las suyas bajo las cuales se convirtió en la hoja de un cuchillo. Se limitó a sonreír aun al quitarlas.

No tenía lugar en donde pudiera guardar aquella hoja afilada, por lo que usando uno de los jirones de mis ropas, la envolví. Continué hablando mientras tanto.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora