[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.

[Interludio 03]

Ímpetu abrasador

Al verla pensabas en más que una llanura. Era un sueño, como nada que se hubiera visto antes. Allí en donde él yacía se apreciaban las montañas a lo lejos, alzándose hasta tocar los cielos en donde las nubes partían tocando la cima de éstas. Más allá de donde él se encontraba veías bosques tupidos de árboles viejos y orgullosos. Ríos discurrían por la tierra, bajando, formando lagos extensos y profundos de agua limpia y clara. Si pensabas en el paraíso aquello era más: una oportunidad; o quizá lo más adecuado sería llamarlo un sueño imposible de alcanzar. Un mundo el cual permaneció oculto, intacto e inmaculado, imperturbable y desconocido por incontables eras, el mismo sitio que ahora servía como escenario para él, quien cuya voz resonaba a través de la tierra despertándola de su arcano sueño para evocar sus recuerdos.

Su respiración marcó una pausa irregular. El aliento y la voz que hasta entonces le siguieron fieles se vieron sumidos en un profundo y oscuro silencio. Su presencia provocó que a su alrededor la planicie entera se detuviera. El frío le había alcanzado y consigo las nevadas regresaron, cayendo para cubrir el verde radiante de vida. Como si hubiese estado esperándolo, al acecho de esa oportunidad, lo tomó todo. El agua que imperturbable fluía pronto empezó a congelarse. El hielo crujió ante la determinación la cual ejercía el masivo cuerpo de agua luchando para librarse.

El cielo se cerró con enormes nubarrones oscureciendo éste sobre su cabeza. El viento que entonces sopló dejó de ser cálido y amable, y siendo gélido y despiadado, azotó la calma que se había acomodado.

Perdía terreno, apagándose una vez más...

Pero no pudo permitirlo. No lo haría con él allí.

Aun sin las palabras guiando sus actos, con tan sólo la acérrima convicción que impregnaba aquel semblante, con la fuerza de ésta, no hizo falta de más para echar a ese frío imperdonable de la llanura que le pertenecía.

El rostro se le iluminó. Sonreía.

«Pero qué suerte» decía él. «Aún lo recuerdo»