[Capítulo 16]

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Fue complicado cruzar el obstáculo que una década marcó en los dos. Ambos fuimos conscientes de ello, de lo que la distancia creó y cómo nuestra maltrecha amistad salía a flote una vez más. Crecer lejos, el cambio por el que cada uno cruzó, causó que notáramos algo más que claras diferencias. Apenas si pudimos hallar el vestigio de lo que en nuestros recuerdos persistía. Pese a los hechos, ambos conservábamos una buena amistad. Que hubiera momentos en donde no nos habláramos y optáramos por el silencio demostró que como en todo, se necesita tiempo.

Tal y como fue durante mi niñez, había vuelto a ese templo el cual no consideraba un hogar.

16
Tinta

Dadas las obligaciones que Reimu debía atender, y que me pidió ver por el templo con antelación mientras se ocupaba, pasé por un par de días sin mucho por hacer. Ella iba a ocuparse de sus labores, dejándome a cargo de la seguridad. Tomé precauciones al aviso sobre que solía ser más que sólo un poco usual encontrarse con la presencia de algunas personas las cuales conservaban cercanía con ella, mas cabe destacar que en los días que permanecí allá, nunca recibí visita de alguna de éstas. Hizo especial mención de cierta oni llamada Suika de quien me advirtió dejarle por su lado inmediatamente si la veía o me hablaba. Incluso dijo que de necesitarlo bien podía pegarle un ofuda en la cabeza. Quizá pudiera funcionar, mencionó.

Y según sus palabras de no hacerlo: correr. Correr muy lejos.

En una ocasión se demoró en regresar hasta que la noche cayó. Más tarde de lo acostumbrado.

—Otro día lento Ken —dijo al pisar con ambos pies el suelo—. Están por acabarse.

—Estoy acostumbrado a los días solo —comenté—. Estar aquí cuidando la espada no es lo que llamaría un arduo trabajo.

Reimu acabó tan agotada de ir y venir cada día que al final de cada uno de estos sólo regresaba para hacer plática casual. A veces se le veía guardar algo que prefería no decir, aunque no le insistí en que lo soltara. Estaba cansada y asqueada lo que hasta cierto punto comprendí. No quise presionar sobre el tema de la persona que conocía la afinidad del viento, lo que con cada día se convertía en una apuesta sobre qué sucedería después. Si yo le encontraría primero o me envolvería en fuego antes. Yo también estaba cansado, pues a veces pasaba la mayoría de las noches despierto pensando como loco en ello.

—¿Ninguna visita? —preguntó avanzando hacia la entrada— ¿Vinieron por la espada?

—Una vez más, el resto del día la pasé solo.

Se encaminó hacia el interior del templo quitándose los zapatos sin mucho reparo. Que nos conociéramos de antes hizo que dejáramos de ser completos extraños el uno del otro, y aunque disfrutáramos de la compañía entre los dos, nos andábamos con cuidado. Cada día aprendíamos algo nuevo de la persona en la que se convirtió el otro. Ella encontró fastidioso que chasqueara los dedos cada intervalo irregular de tiempo, así como yo molesto que ella empezara a silbar de la nada. Nos soportábamos cada vez que sacábamos lo peor del otro en riñas infantiles, regresando a ser los mismos al final del día.

Antes de que dijera algo más, se sentó y colocó una bolsa en la mesa entre los dos.

—Traje algo para ti, no querrás perdértelo.

—Supongo que más de mis cosas —dije, y en efecto lo eran—. Te lo agradezco. Yo mismo iría, pero con la espada sellada y el templo a solas...

—Así está bien. Esta es la última tanda, además que Keine insistió. Ustedes dos parecen hermanos de verdad.

—Por supuesto —dije con naturalidad—; aunque me sorprende que no objetara respecto al rumbo que tomaré para conocer el dominio del viento sin antes ir a la aldea. Creí que diría algo más.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora