[Capítulo 61]

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Aun si aquella línea la hubieran trazado las delicadas pinceladas de un corazón bienintencionado, sin ningún otro objeto más que el de seguir una misma resolución, ella lo habría percibido. Aun si mentir se trataba del camino y la respuesta hacia un mismo propósito, aquello habría sido como arrojar una piedra a la luna con el afán de arrancarle un pedazo. Pero su quietud precedió a la mía. Con eso había bastado. Un alto y silencio imprevistos, son lo más cercano que sostendremos a la eternidad.

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El peso de tu voz

El escenario perfecto así lo dictaba. Que mi presencia habría bastado para componer lo que los años tiñeron con su ausencia. Reconozco cierto encanto en ello, mas no daba crédito a que esa fuera la dirección en que nos encaminábamos. Pero incluso así, ¿qué me había detenido y lo seguía haciendo, de pedir aquel deseo? Con la magia inmaterial en manos de Efuruto y ella leal a mis anhelos, habría bastado con decirlo. Volver esa misma escena en un hecho irrefutable, era cuestión de quererlo sin mayores rasgos. Pero existía un solo inconveniente, una pequeña piedrecilla en medio de un puñado de arroz. Necesitaba de la magia inmaterial para curar a nuestra madre. Pero no podía solamente desearlo. Después de todo, Efuruto ya me lo había advertido.

Me había dicho la verdad sin tapujos. No existían reglas para los deseos que los genios concedían. A lo único que verdaderamente se oponían, era brindar la oportunidad de contar con más deseos de los recibidos. Y es que a fin de cuentas, ellos actúan por simple diversión. Y malicia. Aquellos cuentos que perduran entre los humanos no se trataron de historias como en la actualidad. Alguna vez fueron advertencias, indicaciones sobre lo que se debía evitar. ¿Desearías la muerte de tu más grande enemigo? Se la daría. Moriría de una enfermedad transmitida en la cama, esa que contrajo del amorío que mantuvo con tu esposa. ¿Resucitarías a un ser querido? Quizá lo hiciera, pero con la misma herida que lo llevó a la tumba, haciéndolo sufrir hasta morir una vez más. O sin mayores complicaciones, seguiría enterrado bajo tierra luchando por ser libre y respirar. Incidentalmente, la misma Efuruto detalló que revivir a una sola persona implicaba más que un solo deseo. Recuperar el estado físico de este para unificar al espíritu, dotarlo de la voluntad para vivir, brindarle la cordura para recordar lo que era ser mortal, por mencionar algunos aspectos que volvían inútil aquel proceso.

La tercera advertencia era acerca del amor. El cariño, afecto y atracción son dados por reacciones químicas en ciertas áreas del cerebro. Con magia era fácil de recrear esa misma respuesta, alterando las memorias de un individuo para concebir por su cuenta que de hecho sí, se ha enamorado. En el mejor caso, el amor no llegaba a perdurar, desvaneciéndose tras un periodo indeterminado en la vida. A veces duraba horas, en ocasiones años. No prevalecía tal y como fue concebido, dejando al cuerpo vacío y hasta perturbado, puesto que ha sido manipulado para convencerse de una verdad ajena. En el peor caso, el amor duraba toda una vida con una intensidad discordante y enfermiza. Un amor más allá del sentido común, terminaba convirtiéndose en una obsesión. Aquellos influenciados por un genio de este modo, se volvían violentos e impredecibles. Todo con tal de acatar el anhelo de su nueva esencia.

En esta última residía la razón de mi silencio. Si pedía el deseo incorrecto, sólo habría conseguido un remedio temporal. O imponerles un destino peor al que habían vivido hasta entonces. Dada la fuerza de la magia inmaterial, necesitaba conocer el estado en el que se hallaba mi madre. Saber si acaso, para empezar, un deseo podría ser la respuesta que necesitaba. No sólo eso. Si bien mi viaje de vuelta al mundo espiritual estaba cubierto, necesitaba considerar que debía regresar con un deseo en mis manos. Y ya que la mansión Norikiyo había sido destruida, era una prioridad que mantuviera cuidado en qué deseaba y en qué momento lo hacía.

Teniendo presente la inusual habilidad de Saiko, asentí consciente de que afirmaba para mis adentros de que sí, conmigo de por medio nuestra madre podría regresar a la normalidad. Con mi intervención, la de Efuruto y la magia inmaterial.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora