Un solitario y llano camino olvidado al final de la noche. La gentil infinidad celeste. Un sueño en unión a la realidad, error por descontado. El atisbo del amanecer debajo del mismo silencio.
Fragmento de un todo.
59
JirónCercana de los requerimientos básicos así como de los caprichos de una vida moderna en movimiento, al igual que alejada del ajetreado estilo de ésta. A un paso de nada y un vistazo de todo. Espaciosa pero aun así, acogedora. Es la forma en que Efuruto describió el hogar de mi familia tras confirmar que la dirección era la correcta. Si bien estaba indeciso de coincidir con tales palabras, era seguro que no podía negarlas. Para llegar fue necesario recorrer un último tramo que separaba al vecindario de un inmenso centro comercial. Pero hasta con semejante gigante a las afueras, este acogía más que a una simple área residencial. Además de las casas avistamos un parque a las afueras de una escuela, así como una clínica cruzando la calle de un mercado. Y eso sólo en el tramo que recorrimos sobre la motocicleta. Al final de este se hallaba la casa de mis padres la cual encajaba con una grave sensación de expectativa cumplida.
Tenía una clara razón.
Había decidido mantener la distancia, constantemente oculto con ayuda de Efuruto, sin intenciones de cruzar la calle para observar. Pero aun así fue fácil notarlo. La casa había sido construida mucho después, siguiendo un lineamiento por el cual ninguna otra se guiaba. Era evidente. Se encontraba ligeramente apartada, alejada de las demás por una distancia equitativa a aquella frente a la que me encontraba de pie. Un espacio negativo en ambos lados, sin jardines ni vistas aparatosas. Apenas un muro la encerraba en su lugar, con vecinos en el sentido formal de la palabra. Era una casa solitaria.
Afortunadamente Efuruto se limitó a seguir mis decisiones como las suyas, manteniéndose al margen de la situación. Actuaría, mas respetando el juicio de su maestro.
Por eso decidimos pensar nuestros movimientos desde la comodidad del plano inmaterial.
—Dos automóviles —decía ella—. Ambos recientes. Su padre labora en el área médica, ¿cierto? La casa, su ubicación y comodidades no son dinero que muchos se puedan permitir invertir.
Asentí dándole la razón.
—No recuerdo un solo día en el que faltase el dinero —admití—. Mi padre conservaba una gran posición en su trabajo. Teníamos todo con moderación.
—¿Y su madre? No le he oído decir mucho de ella, salvo que su aspecto es el reflejo de la princesa.
—No sé si continúa ejerciendo la profesión. Fue profesora de primaria, con planes de impartir clases a nivel de secundaria a principios del año dos mil.
Escuchármelo decir la emocionó. Por otro lado, yo era demasiado consciente de lo que parecía suceder. Ella señaló detrás suyo, aún si nos encontrábamos dentro del cofre.
—Vimos una escuela de camino a aquí —dijo.
—Y una clínica también —comenté—. Pero, ¿por qué venir a Showa? Si fuese-
—¿Su culpa? —intervino Efuruto. No la culpé, mas instintivamente bajé la mirada—. Me disculpo, maestro. Es sólo que no dejó de pensarlo durante el último viaje.
Le quité importancia con un ademán aun si había estado leyendo mi mente desde hacía horas.
—Seguramente fui demasiado ruidoso —admití—. Pero así es. Es mi presentimiento. Que ellos estén en Showa parece ser mi culpa.
—Indirecta quizás. No es como si usted hubiese tenido una palabra en el hecho de hace once años, sólo ocurrió. Lo sabe.
—Ese es el punto —solté alzando la voz—. Lo sé. Y aun así, tengo ese presentimiento. Mi desaparición, ¿qué causó en ellos? ¿Acaso se han alejado del lugar que lo originó? Si para ellos morí o he huido... Yuyuko-sama, mi madre y mi abuelo. Yo. Todos aquellos que cargaron el apellido y la sangre Norikiyo. ¿Por qué esta familia?
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[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.
Fiksi Penggemar[東方] 𝐇𝐚𝐧𝐲𝐨𝐮 𝐧𝐨 𝐦𝐨𝐧𝐨𝐠𝐚𝐭𝐚𝐫𝐢: 𝐉𝐢𝐧𝐬𝐞𝐢 𝐧𝐨 𝐡𝐢𝐛𝐢𝐤𝐢. Soñé con la luna y el filo de su figura, con el aroma de las flores y el sereno de las mañanas. Conocía el nombre de la oscuridad. La llamaba y ella acudía a mí. Su nombre...