[Capítulo 74]

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74
Acorde de la noche

La predecesora de la sacerdotisa Hakurei había muerto. Antes pude escuchar palabras similares colarse por entre las calles. Habladurías por el miedo ante un silencio abrupto y absoluto durante el día, apoyadas por bocas inundadas de alcohol por las noches. Cual fuera su origen, se les mandaba a callar, buscando mantener los ideales de una población confundida. O tal vez, sintiendo el pesar y lástima de una niña que lo había pedido todo en su mundo.

En algún momento se aceptó su fallecimiento. Para quien albergara dudas, la prueba estaba en su sucesora, la joven quien a corta edad ostentaba su imagen y fuerza para lidiar con las excentricidades de Gensokyo. Aunque el luto fuese olvidado, la memoria que dejó ardía en Reimu como un constante recordatorio de que su legado continuaba.

Pero entonces las dudas surgirían. Sobre su paradero previo y durante aquellos años de silencio, la lucha por salvarla o darle final a su condena. La posesión de su cuerpo en vida o muerte. Todo ello eran olas de las que no podría defenderse nadie.

Y entonces también nosotros, quienes le vimos partir.

Es complicado decir cuánto tiempo pasó entonces. Allí en lo callado de la noche, Reimu se mantuvo inexpresiva. Forzadamente inexpresiva. Aunque sólo un necio habría creído que entonces no se encontraban emociones dispares dentro de sí. Ninguno de nosotros fue capaz de darle las palabras que apaciguasen eso que ardía en su interior, pues no las hay. Y sin embargo, sé que el silencio sólo consigue enardecer eso que carga. Aun así, necio, me atreví llamarla al verle levantar el cuerpo de su predecesora y cargarla en brazos.

Pero mi voz se pierde al ver su rostro.

—La verdad no sólo te concierne a ti y a Hakugyokurou —en su voz había un deje de ira—. Me lo dirás todo.

Lo que pudiera decir no aplacaría en ese momento ni un instante de secretismo y silencio. Y no es como si ella esperase lo contrario, demostrándolo al marcharse con tomar vuelo de inmediato, retirándose de la aldea y hacia su templo.

A mi lado Youmu tira de mis ropas. Aunque ya no hay nadie que nos escuche, ella gesticula un débil vamos, con el cual sus ojos apuntan lejos de ahí. Avanzo hacia ella pero antes de que pudiéramos tomar ese camino hacia las afueras de la alea, la detengo tomando su mano.

—Necesitamos de Efuruto —dije.

Antes lo había intentado, fallando en que hubiera una respuesta. Su conexión entre ella, el plano inmaterial y la misma Efuruto, había sido interrumpida por obra del despojo que había creado el espacio anterior. Youmu quiso decir algo al respecto, pero tal vez por mi expresión derrotada, es que decidió hacerlo de todos modos. Entonces Efuruto hizo acto de presencia, plantándose casualmente hasta que al plantar los pies en el suelo, vemos su rostro apoderarse por una expresión desencajada. Observa todo alrededor y a lo lejos, pues aunque no acababa de ser un escenario desolado, no era algo que acostumbraras a ver en la aldea humana. Todas las casas si bien se mantenían de pie, muchos muros no corrieron la misma suerte. Puertas destrozadas o arrancadas de su lugar, el vidrio de las ventanas escarchando las calles.

—¿El despojo hizo esto? —pregunta en voz contenida.

—Sí —contestó Youmu—. Adelante, lee nuestros pensamientos.

Ella estuvo por negarse, quizá por respeto a su maestra. Pero desiste de inmediato y al hacerlo, el flujo de recuerdos y memorias de la pelea son también suyas. Su expresión cambia a una agravada, serie y entristecida. Nos mira a los dos y sus ojos se entrecierran dolida.

—Esta no es la mejor situación para dos híbridos —le dijo Youmu—. Tenemos que retirarnos.

Efuruto da una sola cabezada, alzando una mano que se oscurece con sus tatuajes, lista par llevarnos de vuelta al mundo espiritual. Antes de que lo haga sin embargo, la detengo.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora