72
Cielo vacíoEra un despojo. No hacían falta pruebas para saberlo. Sin otro medio, fue evidente tras observar lo que ocurría en los alrededores. Antes los guardias ocupando sus posiciones sin romper formación, entonces se movían frenéticos hacia el interior de la mansión, ignorando los gritos en la distancia. Si había acertado y a estos se les habían otorgado las órdenes de proteger la mansión en ausencia de su dueño, no era mucho lo que podía reprocharles por más que quisiera. Una o dos espadas no marcarían diferencia con lo que de pronto afrontaría la aldea. Sólo unos cuantos permanecieron en las entradas para asegurarlas. En mi posición desde lo alto pude distinguir varias luces de las calles apagándose, repentinamente y acompañadas de un súbito silencio nada agradable, marcando una calma tenue y tétrica. Tal vez debí haber ido hacia aquella dirección, pero el sentido común me decía que tomase camino de vuelta a Keine antes de cualquier otra decisión. Y ya que pensé que a nadie le importaría si volaba dentro de los confines de la aldea, me apresuré.
Que no escuchara gritos salvo a aquel inicial que interrumpió a la noche, era motivo de preocupación. Las luces continuaban apagándose, lo que me hizo apresurarme sin que lo pensara dos veces. No demoré cuando bajé frente a la escuela, en donde Keine esperaba con impaciencia. Tal vez le hubiera sorprendido verme allí, al menos en un principio. Pero ninguna otra reacción pudo tomar lugar entonces en su rostro salvo una expresión de inmensa gravedad.
—Ha ocurrido un ataque —dijo aprisa—. Según los aldeanos un ser misterioso presentó un carácter hostil hacia quienes estén en su camino.
Miré detrás de ella, hacia la escuela. Las puertas y ventanas estaban cerradas, de modo que posiblemente hubiera niños y personas mayores dentro.
—Reimu regresó y se marchó hacia donde ocurrió —me señaló hacia la dirección en donde ella se fue—. Youmu le acompaña.
Entonces Keine me entregó las prendas que había dejado antes de usar las de ladrón. Me insistió en que lo mejor era cambiármelas, y mientras lo hacía, me siguió hablando sobre lo que los aldeanos vieron.
El despojo no había despertado cuando cayó la noche. De hecho, si lo que hablaban era cierto, parecía que ya se encontraba merodeando los alrededores de la aldea desde días atrás. Primero se pensó que se trataba de una mujer extraña que rondaba por la noche y madrugada entre los campos, mas fue durante esa misma mañana en la que se le vio de cerca, encontrando que iba desnuda, con el cabello largo y enmarañado que le cubría el rostro, dejando visible apenas si la silueta de sus facciones, que se trataba de un hecho más que inusual. La preocupación por su bienestar pronto se tornó en miedo, haciéndole objeto de suposiciones al señalarla desde la distancia, argumentando sobre qué clase de ser podría ser. Y terminó por ser el decoro bienintencionado de un pobre desafortunado, lo que le llevó a acercarse a la mujer a quien creía le haría un favor. Ya al tenerla cerca, observó a detalle el aspecto inusual que presentaba.
Todo su cuerpo se volvió oscuro y aunque evidenciaba la silueta de una mujer, esta al mismo tiempo demostraba características inusuales. Las extremidades largas y completamente ajenas a las de cualquier humano, además de un rostro oculto por algo semejante a una capucha creada de su propio cabello que le envolvía, resaltando un par de ojos blancuzcos entre aquella oscuridad.
Atacó a todo aquel que le había visto o señalado. Y eso que empezó siendo algo para contar al día siguiente entre la comodidad de la noche, de pronto se volvió en arrepentimiento para quienes aparentemente lograron escapar.
Esa implicación ya decía suficiente.
Miré hacia lo oscuro del camino que antes Keine había señalado, preguntándome qué tanta más ventaja llevaban Youmu y Reimu. Pero daba igual, pues de pronto ya no era necesario seguir ningún rastro.
—Regresaré —le dije a Keine.
Y fui hacia la mansión Hieda.
Yatsume y yo no éramos objetivos de los despojos.
O quizá lo que debería decir es que no nos tratarían como su prioridad. Sucedía que estábamos de por medio, por lo que los incidentes ocurridos con ambos eran solamente causa y efecto de que estuviéramos allí. Saber que la aparición de los despojos había tomado lugar años atrás, antes de siquiera mi llegada a Gensokyo, y que este hecho estuviera documentado en los registros de la misma aldea, brindaba un tipo de entendimiento apegado a lo que sabíamos pero al mismo tiempo, diferente. Por supuesto, aún buscaban hacerme crecer y estos todavía intentaban hacer salir a Yatsume. Pero era un efecto secundario. Y es que gracias a que habían sido creados de un núcleo primordial, es que estos respondían a su misma naturaleza. Por eso nos buscaban a Yatsume y a mí, porque éramos parte de eso que buscaban. Eso que se escondía en la historia de Gensokyo y su pasado.
Buscaban a un cuarto Vástago Primordial, quien había ocultado su rastro y presencia a través de la historia.
Pero ¿cómo era posible? ¿Se había relacionado con los humanos? ¿Cooperaba con ellos? ¿El líder de la aldea estaba implicado? ¿Cuánto más podía conocer o desconocer de sus actos? O tal vez, sólo actuaba sin que los humanos supieran de sus acciones.
Me irritaba. Había hallado sentido a las acciones de los tengu, de Tenma y su hermano. Pero continuaba encontrando cabos sueltos. Y es que este parecía conocerme de algún modo, o como mínimo sabía quién era yo. Pero tuve que dejar de buscarle forma a lo que había empezado a descubrir. Si llevaba décadas o siglos escondido en la propia historia y pasado de Gensokyo, que habían sido manipulados, no me parecía que fuera capaz de adelantarme.
Había llegado frente a la mansión Hieda. Para aquellos incautos que me observaban, convencidos de su seguridad tras puertas cerradas, habrá parecido que jugaba el noble papel de quien se entregaba a proteger a la niña de Miare de quien orquestaba su ataque a la aldea. Y aunque realmente esa era mi intención, la razón discrepaba sólo gracias al conocimiento de que la misma Akyuu se trataba de una pieza fundamental para dar con quien manipulaba la historia. El hermano de Tenma si no lo sabía, al menos lo intuía. Si antes no lo podía permitir, entonces se había vuelto impensable que avanzara ni un paso más hacia ella.
Controlé el viento con los conocimientos que se me habían impartido por medio de Efuruto, comandando las brisas del núcleo en mí, al igual que alterando y manipulando con estas las exteriores que ya acostumbraba. Fue así que el viento corrió hacia un mismo fin en que lo dirigía. Y así, hallé lo que el viento delimitaba con claridad. Una silueta nacida de la depravación y una unión por la fuerza.Aquello que motiva su acelerado andar se detiene al ver a Sumiken derramar tinta de su hoja, pero además, es el viento que retiene sus agresivos movimientos, dándole un alto en su lugar. Patalea y se aferra del suelo, intentando zafarse, arañando inútilmente.
Su voz en grito es más bien como los bramidos de bestias iracundas. Lo que recorre mi cuerpo es la decisión que nace del odio por el cual estaba ahí. Siento al resto de mis afinidades zarandearse, pero las mantengo bajo control. Y es que sabía que si estaba allí, era por mi decisión por más que un registro del pasado estipulara lo contrario.
Aun así es cuestión de un instante para notar que algo se rompe. El viento ya no es suficiente e irrumpiendo aquel control, siento su núcleo temblar. Detener al despojo haciendo uso de las corrientes de viento que al forcejear lentamente las volvía erráticas, así como lidiar con el núcleo indomable al rayo y hielo, conteniéndolo con sus opuestos en mí, así como usar constantemente separación de Sumiken, creó un momento en donde todo parecía inclinarse hacia los lados pero sin derrumbarse.
Sé lo que debo hacer, pero es inevitable que detenga al viento de salirse de control, dándole un final prematuro en su lugar a Sumiken. Sin el cuidado que debía tener por el uso de separación, el despojo lucha con mayor fuerza hacia adelante. Entrego todo lo que puedo al viento, a retenerlo ahí, pero su fuerza termina siendo la suficiente para hacerme perder el control el cual ya había flaqueado. Una gran cantidad de brisas fueron despedidas al romperse el flujo anterior, alcanzando a empujarme incluso a mí.
Necesito de sólo un respiro, pero el despojo necesita de incluso menos para acometer contra mí. Y si bien ya sabía que no me mataría, también sabía que sólo necesitaba incapacitarme para conseguir cumplir su razón de ser.
Pero afortunadamente lo que sucede al levantar el rostro, es hallar su silueta cubierta por cientos de ofuda. Y aunque estos no le detienen, su objetivo entonces cambia. Toma distancia y con ello comienza a arrancarse los talismanes del cuerpo, desprendiéndose partes las cuales recupera instantáneamente. Contemplar dicha escena, no es lejos a un horror que despierta los recuerdos de aquella ocurrida en el templo Hakurei.
Cuando consigue arrancarse parte de los talismanes, a los demás los ignora, siendo absorbidos por su cuerpo. No sólo eso, sino que como si captara algo en el aire, rápidamente intenta alejarse más, perdiendo un brazo el cual recupera sin esfuerzo.
Al mirar hacia mi derecha, encuentro a Youmu y Reimu quienes conferían expresiones de decisión e irritación hacia el despojo.
—¿La detuviste con viento? —preguntó Reimu sin esperar una respuesta—. Detenla otra vez.
Suspiré exasperado al escucharla.
—Tiene su chiste —le dije.
Ella avanzó unos pasos al frente, midiendo nuestra posición con la del despojo que parecía hacer lo mismo ante nosotros que éramos tres.
—¿Y Efuruto? —pregunté a Youmu.
—Está ayudando a los humanos que se quedaron atrás —contestó, blandiendo sus espadas a la vez.
—Ustedes dos —soltó Reimu de repente—. Sé muy bien que no pueden sentirlo, pero la posesión de este despojo es diferente. A quien está poseyendo sigue con vida.
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[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.
Fanfic[東方] 𝐇𝐚𝐧𝐲𝐨𝐮 𝐧𝐨 𝐦𝐨𝐧𝐨𝐠𝐚𝐭𝐚𝐫𝐢: 𝐉𝐢𝐧𝐬𝐞𝐢 𝐧𝐨 𝐡𝐢𝐛𝐢𝐤𝐢. Soñé con la luna y el filo de su figura, con el aroma de las flores y el sereno de las mañanas. Conocía el nombre de la oscuridad. La llamaba y ella acudía a mí. Su nombre...