[Capítulo 42]

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Uzuki llegó y consigo una nueva temporada dio inicio. El año del sol, el otoño y el fuego. El año que lo cambiaría todo.

42
Disonancia

El periodo de tiempo rumbo a mi recuperación de la quemadura fantasma lo constaron días de inusual paz, así como de nuevos misterios dejados a la luz a causa del mismo accidente.

Lo más pertinente sería acotar qué causó el estallido en nuestro combate, pues al no encontrar una explicación, la duda pronto empezó a carcomernos las cabezas. La respuesta vino por parte de Youmu que no soltó el tema, descubriendo tras días que en todas sus bokken, la madera de éstas se encontraba deteriorada. No presentaban daños por uso, siendo que en realidad parecían haber envejecido. Habíamos usado las espadas días antes y aunque la madera no fuese particularmente nueva, en definitiva no lucía en ese estado demacrado el cual todas presentaban sin excepción. Hallamos que muchas se vencían como astillas tras aplicarles algo de fuerza, mientras que otras se desmenuzaban en las manos tras manipularlas un poco. Fue un punto desconcertante y alarmante para nuestras vidas diarias. 

Aquel obsequio que recibí de Takeno antes de dejar la villa tengu, el rosario de cuentas oscuras, había corrido la misma suerte. Encontrarlo en ese estado fue como recibir un puñetazo en la boca del estómago.

Y es que: ¿A quién podíamos culpar? 

Dejamos de discutir sobre encontrar una razón de lo que pudo suceder bajo términos amargos, entre casualidad y resignación. No quisimos atribuírselo a un rostro o nombre desconocidos, pues la idea implicaba eso. Un culpable ajeno a la mansión. Yuyuko-sama no se encontró particularmente feliz por la noticia y posibilidad que presentaba.

Pero decidimos centrarnos en otras cosas. Si bien limitado a mis sesiones de curación, también podía conversar con Youmu. No sólo ella cuidó de mí cuando Yuyuko-sama terminaba, sino que también decidió enseñarme más sobre el fuego fantasma, lo que daba lugar a las llamas de fuerza vital que arrasaban con aquello a su paso. Aprendí que si bien éstas consumen el espíritu y la misma fuerza vital con las que son producidas, era una posibilidad repelerlas. Me enseñó a cómo conseguirlo y bajo el mismo entendimiento, comprendí que sin importar si el rastro de esta clase de energía fuese escaso o elevado, el fuego fantasma arrasaba con su existencia.

No sólo eso. La reliquia hecha por youkai, la espada heredada por Youmu, Roukanken, amplificaba los aspectos de su resonancia. No se equivocaba al afirmar que aquello que no pudiera ser cortado y por ende eliminado por su hoja, estaba cercano a ser nada.

Retomando el hilo de las sesiones de curación sobra decir que hubiera muerto de no haber sido por la intervención de Yuyuko-sama. Tomó las acciones necesarias y medidas correctas. No hubo medicinas ni remedios para tratar lo que fuera físico en mayores aspectos. Cada día el fuego crecía un poco más en intervalos irregulares. Ya que no puede apagarse, el extraerlo cabe en ser la única solución. Ella era la única capaz de ver por mí en dicho predicamento, porque gracias a su control sobre los espíritus y los bordes de la vida, es quien podía curarme. Su labor fue tardada y la realizó con una precisión exacta, puesto que el daño causado por la incorrecta extracción del fuego podría haber resultado en un daño irreversible.

En ocasiones el dolor por el acto de extraer el rastro de lo que me consumía era pequeño, apenas si una leve molestia. En otras era demasiado para poder soportar. Siempre fue dar dos pasos y retroceder uno.

Durante cada sesión de curación y al finalizar igual, Youmu estuvo ahí. No se apartó de mí y era en ocasiones contadas cuando realmente dejábamos de estar solos los dos. Su compañía fue importante y me ayudó desde el primer día. Ella admitía haber sido la culpable por lo sucedido, repitiendo que de haberse percatado antes del estado de las bokken, aquello podría haberse evitado. Su rostro triste, las lágrimas y vergüenza así como el daño que se infligía por esas palabras de disgusto que se decía, no las quise. Lentamente y tras no saber cómo remediar aquello, empecé a desear ver lo contrario en ella. Y fue sólo hasta que las palabras me parecieron inútiles que en un momento de simplicidad, se me ocurriera hacerla reír. La primera vez que lo logré me pellizqué los pómulos mientras le llamaba para que me observara. La sorpresa de verme así la dejó sin idea de qué trataba de hacer, pero a la vez, le hizo soltar una dulce y risueña risotada mientras trataba de cubrirse el rostro con las manos.

Trató de escabullirse, pero la detuve esa vez pidiéndole solamente una cosa: que riera.

Pronto y sin pensarlo empezamos a llevar a cabo juegos y bromas entre nosotros. Cada día intentábamos hacernos reír de varias formas distintas. Lo hacíamos con trucos o jugarretas simples a nuestro alcance. Ella solía alborotarme el cabello para hacerme peinados extraños, o pasábamos a pintarnos la cara con tinta, dibujando siluetas divertidas para ver la reacción del otro. A veces ella vestía a su mitad fantasma y simulaba que era una persona pequeñita entrando a la habitación. Le vi imitar a un gato, a un ave. A un malvavisco gigante. Escucharle reír con los juegos que nos inventábamos, el simple hecho de escucharle a mi lado, eso me hizo soportarlo todo. Me divertí y a veces parecía que lo demás no importaba siempre que ella estuviera ahí conmigo.

Transcurrido un mes, durante el comienzo de una nueva temporada, pude librarme de los peligros por el fuego fantasma. El único vestigio en mí se trató del recorrido el cual dejó el curso del fuego mismo en mi cuerpo. Describía un camino desde el hombro donde recibí el impacto, descendiendo hasta el centro del pecho, como un rayo atravesándome. Yuyuko-sama la describió como una marca que la extracción tiñó en mí. Era oscura y no es sensible al tacto.

Y a todo esto te preguntarás, ¿qué sucedió con las heridas de Youmu? En un respiro de malas noticias, surgieron algunas más intrigantes, como que mi fuego pese a haberla alcanzado, no quemó el suyo. Sintió el dolor de haber sido alcanzada por las llamas, el arder de las mismas, pero sin marcarla. Su piel seguía intacta y aunque avergonzada, me mostró su hombro y espalda para demostrarlo. Su piel estaba intacta. El dolor por eso que la alcanzó desapareció completamente luego de un par de días. Y por supuesto, no hallamos explicación sino hasta el final, cuando pude salir de mi habitación.

Fue causado por la resonancia en mí.

El comienzo de la temporada tuvo un hallazgo sin precedentes: La fuerza vital en mí ya no se hallaba entre los límites de los mortales. Superaba incluso a esa de los fantasmas.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora