[Capítulo 27]

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Aprovechamos la ruta de un aldeano quien viajaba con su familia para poder hacernos de ciertos alimentos que tiempo atrás se nos terminaron. Preguntamos por la fecha exacta igual. «El primer día de nagatsuki» dijeron un par de chiquillos que saltaron de la carreta, tomando el dinero de manos de Mokou para luego mostrarnos los sacos de alimentos que tomaríamos. Halle cierto grado de satisfacción en recuperar el mermado sentido del tiempo que el bosque tomó, mas un desagrado equivalente cuando no pude hacer que cupiera en las manos el tiempo que sentí transcurrió.

—Sí, este sitio te cambia. Lo quieras o no.

27
Dominio del fuego

—Has aprendido a reconocer el fuego en tu interior, así como dejarlo escapar por momentos breves —decía Mokou—. Eres alguien capaz de distinguir entre ambas afinidades las cuales antes colisionaban. Ambas te pertenecen, mas no hemos acabado.

—Es momento de crear fuego —comenté.

—Es momento de que tu cuerpo reconozca su flujo —enfatizó alzando un dedo—. Dejaremos que corra.

Y caminamos hacia la colina.

En el recorrido pensé sobre el curso el cual apuntaba el camino que tomé desde que mi vida en Gensokyo comenzó. Durante mi niñez fueron repetidas las veces en donde despertaba a mitad de la noche o al comienzo de la madrugada, mirando esa vida la cual no parecía más que un sueño complicado del cual ya no era el protagonista. Fui el espectador taciturno de algo distinto, una oportunidad que siendo un error, dio origen a algo más. Con el pasar de los años se volvió escaso y furtivo, una ilusión esquiva que al apartar y tomar el control, dejó de ser mía. Despertaba afrontando todo eso que permití dejara de ser un sueño. Fue terrible pues pese a saber que era el causante de todo, no lo quise aceptar; aunque en realidad no es como si hubiera podido. Es por ello que todo hasta entones diera la impresión de haberse hecho en vano y a la vez, lo que hiciera después. Jamás lo hablé por tratarlo como parte de ese pasado el cual sentí dejaba atrás en buenos términos. Uno que aun sin querer negarlo ni desecharlo, cabía en ser lo correcto.

Recobré la compostura y línea del momento cuando llegamos a pies de la misma colina. Subimos y allí nos encaminamos al final.

—Ya no hay acertijos ni preguntas —dijo ella—. Debes dejar que el fuego corra el mismo camino contigo, que se vuelva eso en ti.

Entonces ella alzó la mano, pidiendo que me apartara un par de pasos. A la vez se colocó al otro extremo del lugar, echando aire por la boca y cerrando la misma mano en un puño. Fue instantáneo cuando el fuego le rodeó, abrazándola en una llamarada que hizo mover su cabello. Apartó el brazo en un simple y suave movimiento, comandando al fuego a moverse junto con ella. Dio un paso y el fuego respondió en consecuencia, separándose en dos grandes cúmulos que pronto se movieron detrás de sí, tomando su cuerpo una vez más, formando la envergadura de un par de alas envueltas en llamas.

—Te he enseñado un control distinto —plantó un pie delante en esa forma, batiendo el fuego en su espalda que desapareció—. Demuéstrame que así fue. Vamos.

Hasta que vi desaparecer el par de alas fue que me pude insistir en hablar. Nunca vi un control semejante en donde se le pudiera dar forma con tal precisión. Siendo primerizo en ello quedé fascinado.

Pero las sorpresas esperarían.

—¿Me acompañarás en esta fase?

—Por supuesto. Es crucial que detalles ciertos aspectos antes de pensar en ir por allá lanzando disparos de la nada. Ya tienes la base, así que te mostraré los caminos que yo misma conozco.

Así aprendí los movimientos básicos de la afinidad al fuego. Claro que se podía crear ésta en la tranquilidad de la yema de los dedos, pero para llevar a cabo aquello, fue imperativo la práctica con fina dedicación. Comenzó casi cual juego, con Mokou alentándome a seguirle el paso de sus movimientos y tras realizarlos, que le imitara y memorizara. A diferencia del viento que aprendí bajo la tutela de Sanae y supervisión de Kanako donde crear el camino se daba por los movimientos que describen al viento y la respiración de elemento y su usuario, el fuego resultó más severo y fiero hasta en su quietud. Existen veces en las que se puede avanzar libremente y usar la fuerza propia, mas la base se forma mediante el cambio de posición a la que el cuerpo se ve sometido a adoptar. Pronto lo reconocí como un estilo marcial, uno guiado por la propia afinidad y lo que te rodea.

[Touhou] Relato de un Híbrido: Eco de una vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora